Ábalos debe dimitir y Sánchez apoyar a los venezolanos

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Después de negarlo, Ábalos tuvo que admitir ayer que en la madrugada del pasado lunes se reunió «de forma fortuita» con la vicepresidenta chavista Delcy Rodríguez en el avión que la trajo a Madrid desde Caracas. El ministro fue cambiando las versiones sobre la marcha, tras quedar en evidencia su engaño. Incapaz de explicar el episodio, sostuvo que acudió, a unas horas tan intempestivas, para saludar al ministro de Turismo venezolano, viejo amigo suyo, cuando con él ya estaba previsto un encuentro horas después. A Ábalos le desmintió su última versión hasta la Policía, que sostiene que la entrevista no fue «casual», sino que el ministro operó para evitar que Rodríguez entrara a España. La número dos del Gobierno bolivariano tiene prohibido pisar suelo comunitario. Y España está obligada a cumplir las sanciones de la UE. Si se confirmara que Rodríguez no estuvo las 14 horas que tardó en despegar su avión hacia Estambul dentro de la aeronave, sino que llegó a pisar territorio nacional, el Ejecutivo habría podido cometer una negligencia grave que bordea la ilegalidad al no ordenar a las fuerzas policiales la retención de la vicepresidenta chavista al menos para esclarecer sus intenciones. La irresponsabilidad de Ábalos, movido como se ve por algún fin inconfesable, pone en la picota al Gobierno de la Nación y deja en entredicho la acción exterior de los Veintisiete.

Ante un caso tan sensible, ha quedado al descubierto un Gobierno acorralado e incapaz de dar explicaciones creíbles. Ayer Sánchez enmudeció y evitó toda declaración a los medios durante su visita a Fitur, protagonizando un intento de escapismo tan bochornoso como desesperado. También hará hoy dejación de responsabilidades al rehusar encontrarse con Guaidó, a pesar de que éste es el único presidente legítimo de Venezuela, tal como reconoció España el año pasado. Una actitud indigna, como ayer le afeó Felipe González, si bien fue jaleada por Zapatero, quien mantiene una relación privilegiada con el chavismo y sigue sin rendir cuentas sobre la trama por la que su embajador en Caracas recibió mordidas de Chávez de hasta 35 millones.

En Podemos se aprecia hasta coherencia en su debilidad por la dictadura de Maduro, pues le debe favores bien acreditados. Pero que el presidente, y con él el PSOE, se arrastren así ante la tiranía bolivariana supone un escarnio para los españoles de imposible digestión y alienta inevitablemente la sospecha de que se nos oculta algo muy delicado.

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Hasta los propios votantes socialistas deberían estar de acuerdo en echar a este tipo. Un tipo que va a un aeropuerto de noche a reunirse a escondidas con un alto cargo de una tiranía, teniendo encima prohibida la entrada a Europa y mintiendo sobre ello. Todos sabemos qué estaría pidiendo ese votante de izquierdas si la noticia fuera que Pablo Casado se reúne a escondidas con un alto cargo del gobierno de Pinochet

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