La prueba de que quien manda en España es el preso por sedición Oriol Junqueras lo demuestra el hecho de que cualquier acuerdo o pacto que alcance Pedro Sánchez con Quim Torra en la reunión que ambos mantendrán el próximo jueves deberá contar con el visto bueno del máximo responsable de ERC. Tras el enfado de Esquerra por el anuncio del Ejecutivo de posponer la mesa de diálogo hasta después de las elecciones catalanas -lo que llevó a los separatistas catalanes a lanzar un ultimátum que obligó a Sánchez a desdecirse en pocas horas- en ERC han decidido vigilar cualquier movimiento del Gobierno. Todo lo que tenga que ver con Cataluña deberá contar con el apoyo expreso de ERC.
En su guerra particular con los ex convergentes ante las elecciones autonómicas, los de Oriol Junqueras saben que no pueden aparentar debilidad ni complacencia alguna con el Gobierno de España, de ahí que su estrategia pase porque se visualice de manera muy clara que quién manda y marca el paso al Ejecutivo son ellos. De ahí que Sánchez sea más rehén que nunca de los golpistas republicanos. Rotos los puentes de diálogo entre las dos formaciones mayoritarias del independentismo, Junqueras sabe que los sectores más radicales del separatismo están escrutando todos los movimientos de ERC para acusarles de traidores. Y ese es un estigma demasiado peligroso como para no extremar el celo en sus conversaciones con Sánchez.
El Gobierno, en estos momentos, es consciente de que el panorama político catalán le obliga, más que nunca, a mimar a ERC, en cuyas manos puso no sólo la investidura, sino el futuro de la legislatura. De lo que decida el preso por sedición Oriol Junqueras dependerá la suerte de Sánchez, que aspira a que en las elecciones catalanas pueda reeditarse el pacto entre socialistas, podemitas e independentistas republicanos. Si así fuera, Sánchez tendría el horizonte más o menos despejado. Por eso, Junqueras se ha convertido en el sustento del jefe del Ejecutivo socialcomunista, un mandado de un delincuente condenado a trece años de cárcel.