Sánchez se juega con el fuego, agregar el Cs de la mayor parte de la fundación, con el PNV y ERC

Ya eres miembro? El registro

Se tienen noticias de que para ver el mes pasado.

Usted tiene un 1 en la noticia para ver más de este mismo mes

Ya eres miembro? El registro

Si a ti te gusta, on+ es mucho más que

¿Quieres seguir navegando sin límites?

LA OFERTA DE LANZAMIENTO

2 MESES GRATIS

En un ejercicio extremo de alquimia política, Pedro Sánchez prueba a conjugar su alianza con nacionalistas vascos y soberanistas catalanes con el respaldo de una formación que hace bandera de la igualdad territorial hasta sus últimas consecuencias. Moncloa juega al más difícil todavía al sumar a Cs a su listado de potenciales aliados y amalgamarlo con los grupos que facilitaron su investidura -PNV y ERC-, a quienes sigue considerando socios «estables» y «prioritarios», según reiteró ayer la ministra Portavoz.

No obstante, como también dejó claro María Jesús Montero, el Gobierno no renuncia a la geometría variable y por lo tanto a un «ejercicio permanente de diálogo» que implique pactos más allá de los socios preferentes de legislatura. También de cara, admitió la portavoz, a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado que deben presentarse antes del final de septiembre.

Una apuesta sin duda arriesgada de la que dio prueba la agitada mañana de ayer, en vísperas de la sexta prórroga del estado de alarma que hoy aprobará el Congreso. La jornada amaneció con la noticia de un nuevo acuerdo del Gobierno con la formación de Inés Arrimadas, a pesar de que los pactos alcanzados con PNV y ERC el fin de semana garantizaban numéricamente a Sánchez sacar adelante la sexta prórroga. Políticamente, no obstante, el concurso de Cs permite a Moncloa aislar a PP y Vox en un mismo bloque, o incluso identificarlos con la ultraderecha.

Pero la natural desconfianza de PNV y ERC hacia Cs, que siempre ha cargado contra los «privilegios» nacionalistas, y viceversa, augura problemas, como quedó patente ayer. El PNV vivió su propia tormenta en un vaso de agua. Un conato de crisis finalmente sin mayores consecuencias -los jeltzales confirmaron al filo de las dos de la tarde que votarán hoy favorablemente a la última extensión de la alarma- pero sintomático de los recelos que suscita la extraña combinación de aliados.

El punto primero del acuerdo con Cs sembró la perplejidad a primera hora de la mañana en Ajuria Enea y en Sabin Etxea. También en la sede de ERC. Aseguraba el pacto que la recta final de la desescalada comportaría medidas «idénticas» para todas las comunidades autónomas, lo que a priori parecía incompatible con el compromiso apalabrado con vascos y catalanes de que sean los presidentes autonómicos los que asuman el mando cuando sus comunidades entren en la fase 3, sin necesidad de pedir cuentas a Sanidad, y adopten sus propias decisiones.

Primero, arqueo de cejas. Después, petición de explicaciones. En privado, como hizo Aitor Esteban en Madrid, y en público, a través de una entrevista de Andoni Ortuzar en Telecinco, en la que el presidente del EBB consideró «confuso» el pacto con Cs y pidió «coherencia» a Sánchez. «Para nosotros es muy difícil compartir acuerdos con alguien que niega nuestra propia existencia», advirtió. El fantasma del acuerdo con Bildu sobre la reforma laboral y los temores sobre la capacidad de Sánchez para pactar a derecha e izquierda sin inmutarse hacían su aparición.

El PNV insistía en esperar a conocer el contenido íntegro del decreto que iba a aprobar el Consejo de Ministros antes de confirmar su ‘sí’. «La cosa se puede complicar», avisaban. Las declaraciones del portavoz parlamentario de Cs no ayudaron a calmarles. «Si PNV y ERC se ponen nerviosos algo estamos haciendo bien», se ufanó Edmundo Bal, que insistió en que su partido había logrado impedir «ventajas injustas» para Euskadi y Cataluña.

La respuesta de Josu Erkoreka al ser preguntado poco después confirmó que el malentendido se iba encarrilando. El portavoz del lehendakari Urkullu interpretó que el pacto con Cs era «conciliable» con el alcanzado para ceder la plena gobernanza a Euskadi porque hacía referencia a la necesidad de que todas las comunidades cumplan los mismos criterios sanitarios para ir avanzando. Ya a mediodía, el PNV confirmó su ‘sí’ al haber podido constatar que el decreto cumple «letra por letra» lo acordado con su grupo y que serán los presidentes autonómicos los que «ostenten el control absoluto y tomen las decisiones de manera unilateral» al final de la desescalada. ‘Match ball’ salvado, aunque nadie descarta nuevos sobresaltos en el futuro.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *