Pedro S?nchez se ha comprometido con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, a poner en marcha a lo largo de este mes de febrero la mesa de diálogo entre el Gobierno y el Gobierno catalán que pactó con ERC a cambio de su investidura. Además, el jefe del Ejecutivo ha mostrado a la conclusión de su esperado encuentro que confía en liderar la primera reunión de dicha mesa. «La composición la tendremos que negociar, pero manifiesto mi voluntad de encabezar esa primera reunión», afirmó desde el Palacio de Sant Jaume.
El jefe del Ejecutivo trasladó a Torra un documento de 44 puntos («Agenda para el reencuentro») en los que ofrece respuesta a históricas demandas del nacionalismo catalán. Y en el primero de ellos es en el que se recoge su compromiso de poner en marcha una mesa de diálogo que tambaleó la semana pasada, cuando la Moncloa anunció que la dejaba en barbecho hasta que se celebraran unas nuevas elecciones en Cataluña, abriendo así una crisis en el seno del Gobierno con sus socios de investidura secesionistas y que obligó a una rectificación de la Secretaría de Estado de Comunicación a las seis horas en la que confirmaba que la mesa quedaría constituida antes de los comicios autonómicos. Sánchez acotó hoy su primera reunión en las tres semanas que restan para que concluya el mes.
En la misma no estará presente el mediador o el relator, esa figura de prestigio internacional para dar fe de los avances que se vayan acordando. «Este va a ser un diálogo franco, absolutamente transparente, por tanto, el mediador van a ser los 47 millones de ciudadanos que van a ser testigos de todas las propuestas», afirmó Sánchez.
Tal y como estaba previsto, en el cara a cara de este jueves, Torra volvió a reclamar el derecho de autodeterminación para Cataluña y la amnistía para los líderes secesionistas encarcelados tras la sentencia del 1-O, una circunstancia que Sánchez volvió a emplear para recordar «la complejidad» de llegar a un acuerdo debido a «la lejanía de las posiciones del Gobierno de España respecto al Gobierno de Cataluña». «Sobre autodeterminación me ha trasladado que ‘autogobierno dentro de la Constitución’ y no he tenido respuesta sobre el fin de la represión», ha explicado Torra.
La visita de Sánchez a Cataluña para reunirse con Torra responde a una de las exigencias de ERC a cambio de la investidura. El titular de la Generalitat lo recibió con todo el ceremonial y toda la pompa con la que se suelen desarrollar las cumbres bilaterales entre jefes de Estado, en un claro intento de ofrecer esta imagen de un encuentro entre dos presidentes, de igual a igual.
Precisamente para que tuviera el efecto contrario, con el ánimo de rebajar el ruido, Sánchez ha llenado su agenda de actos y de encuentros durante la visita a Barcelona: este jueves se reunirá en la Delegación del Gobierno con representantes de sindicatos, y mañana mantendrá un encuentro con la alcaldesa, Ada Colau, y otro con la presidenta de la Diputación de Barcelona, Nùria Marín. Desde la oposición lo han acusado de intentar «blanquear» así su reunión con Torra.
Además del compromiso de iniciar la mesa de diálogo en febrero, otro de los puntos que destacan en el documento que Sánchez le entregó a Torra este mediodía es el octavo, en el que el Gobierno abre la puerta a una reforma de la fiscalidad. La ministra de Hacienda ha citado para mañana en Madrid al consejo de Política Fiscal y Financiero, constituido por los consejeros de Hacienda de cada comunidad autónoma, para informarles de la nueva senda de déficit. Al encuentro no acudirá ningún representante del Ejecutivo catalán, que solo tiene previsto mandar a un técnico, algo que lamentó Sánchez. Torra, en cambio, ha apoyado la decisión del vicepresidente del Govern y conseller de Economía, Pere Aragonès, de no asistir. «Buscamos una relación bilateral entre España y Cataluña, porque nos consideramos un sujeto político. Queremos hablar de tú a tú con el Estado», ha zanjado.
Este sanedrín económico es uno de los primeros pasos en el largo camino para presentar en el Congreso el Proyecto de los Presupuestos Generales del Estado. En el documento también se confirma que Cataluña será muy bien tratada en el reparto de inversiones, al confirmarse que aumentarán alrededor de un 50 % respecto a los últimos aprobados hasta la fecha. «En un Consejo de Ministros podrían resolver la mitad de estos puntos, que son déficits crónicos, atrasos y agravios que deseamos que se resuelvan rápidamente», vinculados con la financiación y la inversión en infraestructuras, ha apuntado Torra.
Precisamente la aprobación de unas nuevas cuentas constituye uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el Gobierno. En la votación de los mismos, ERC volverá a tener la llave de las mayorías. Ante el horizonte electoral que se avecina en Cataluña, los republicanos necesitan vender al secesionismo que su mesa de diálogo con el Gobierno es útil para avanzar hacia la independencia. Solo así podrán favorecer la aprobación de las cuentas. En el otro extremo, Puigdemont y JxCat, a través de Torra, tratarán de evidenciar que la mesa solo se trata de una maniobra de escapismo del Gobierno central para dar largas en su negativa a celebrar un referendo de autodeterminación. Este asunto se resume en una frase de Torra a la conclusión de la cita con Sánchez: «Nosotros no estamos aquí para vender falsas promesas ni expectativas, sino para demandar soluciones».
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