Santiago
En los últimos años, Chile ha vivido un ciclo político y social que incluyó una epidemia social en octubre de 2019 con más de un millón de personas (solo en Santiago) protestando contra el gobierno de Sebastián Piñera y los de la Concertación, el Covid-19. la pandemia del 19, elecciones que le darían al progresista Gabriel Boric la victoria sobre José Antonio Kast —para muchos, el Bolsonaro de Chile— y un procedimiento constituyente para redactar una carta que actualizaría la de Pinochet, que tras ser aprobada por casi el 80 % en 2020 fue rechazada en el plebiscito de salida hace un mes del 61%.
En el centro de todas esas contingencias, el politólogo y docente estadounidense Adolfo Ibañez, Cristóbal Bellolio acaba de presentar El momento populista (Debate, 2022) donde intenta enmarcar la actualidad chilena a través de la especulación del populismo, ya sea de derecha, de izquierda y de donde repasa otros conceptos, cuestiones de mirada y perspectivas. Para él, más que dar una respuesta definitiva, lo que le interesa es identificar el fenómeno y dejar que el lector saque sus propias conclusiones, lo cual no es tan innegable debido a un chileno seguro” excepcionalismo» donde los ciudadanos aprecian el orden y la disciplina, los empresarios son figuras populares (en lugar de esconderse como en Argentina), Kast no explotó todo el arsenal populista que se tenía y donde la indignación social no tuvo partidos políticos ni movimientos de base.
“La máxima literatura clásica apoya la tesis de la excepción chilena en este sentido, sobre todo por la presencia de un corsé institucional como lo llama Claudio Riveros, que incide en un fuerte sistema de partidos. Pero hay otros autores que ven elementos populistas en el deleite del siglo XX, como Alessandri, Ibáñez y hasta el proyecto popular de Allende”, dice Bellolio. “No hice el ejercicio de revisitar el cuento desde las otras conceptualizaciones que propongo en el libro. sobre el presente: el estallido social y José Antonio Kast».
— En El momento populista, comparas la élite empresarial chilena con la argentina. Dice que el chileno de escondite, dio la impresión en los medios y en la vida social en general. ¿Una excepción chilena cambió después de la epidemia?
—La tesis de que el neoliberalismo conviene más en Chile y al mismo tiempo es culturalmente rechazado en Argentina es del sociólogo Tomás Undurraga. Ese es un concepto que me dieron de tu investigación. Si es cierto que la explosión produce algo así como un procedimiento de plebeyización vencida, entonces es natural que la élite empresarial no pueda presumir como antes, como en los años 90, por ejemplo. Aquellas que en el pasado se consideraban máquinas creadoras de empleo ahora se las considera máquinas fraudulentas. antes eran inteligentes ahora son malos. Una inversión de valores al estilo de Nietzsche, argumento en el libro.
— Hay mucha comunicación sobre la historia de la transición. La del país satisfecho, el jaguar, en el procedimiento de desarrollo. Una posición donde no se usa la palabra «ciudad». Algo que tiene sus raíces en la falta de plebeización de Chile. el tiempo como «trabajador» ha sido reposicionado a través de «colaborador». ¿Podemos comunicarnos al respecto?
— Efectivamente, el concepto de otra gente había desaparecido del léxico político formal. Lo actualizamos con el concepto de ciudadanía, que es una noción menos conflictiva: todos se adaptan. Los otros tiene una connotación contradictoria en cuanto se constituye, según la fórmula de Laclau, a partir de una frontera de exclusión, de ellos y de nosotros. No es una diferencia simétrica entre dos campos, como la izquierda y la derecha, porque casi nadie necesita identificarse con la élite. Todos necesitan ser otros, especialmente si los demás son inteligentes y la élite es mala. Llama la atención señalar que el concepto de plurinacionalidad ha vuelto a generar una lógica de fragmentación que ha sido rechazada por una inmensa mayoría, que se siente chilena de corazón. Antes del plebiscito, leí varios, desde Jorge Sharp (Alcalde de Valparaíso) hasta el docente Dante Contreras, sugiriendo que era un departamento entre los demás por las transformaciones de Aprobación y resistencia del privilegio por el Rechazo. Varios de nosotros advertimos que este era un argumento arriesgado, porque ahora te obliga a concluir que el 62% es la élite y solo el 38% es la otra gente. Esto es evidentemente incorrecto. De ahí la tesis que hemos leído esos días: la izquierda habló en el llamado de un otro pueblo que no conocía.
—Sobre el estallido social, plantea que se subió al carro identificando incluso al «adversario» o las situaciones que facilitan la opresión. ¿No es esa una de las razones del fracaso del plebiscito?
—Lo que sostengo es que para sentirte parte de la protesta de octubre de 2019 solo había que identificar un dolor y un villano. Un dolor que permite ponerse del lado de los oprimidos, de los precarios, de los desplazados, de los sufridores del sistema, de aquellos cuyos reclamos han sido sistemáticamente ignorados por la oligarquía en el poder, y de un villano que abusa de su poder, que deleita los beneficios del progreso para tu único beneficio. Por eso el No+AFP puede andar cara a cara con el No+TAG (N. du R: en referencia a los que protestaron contra el cobro de peaje en las autopistas concesionadas). El problema, como advirtió el propio Zizek, es que en este caso las otras personas que se moldean no son necesariamente de izquierda. Por eso no creo que la epidemia haya sido, en su sentido más amplio, un levantamiento contra el neoliberalismo. El resultado del plebiscito resulta comprobarlo: no hubo un llamado urgente a un redescubrimiento de la marca, y al resto de identidades que no hicieron causa rara en el estallido les resultó más peliagudo objetivar la categoría de minoría oprimida. Los demás originales se adaptaron a él, pero no el No+TAG, por decirlo de algún modo.
-Cuál es su del Plebiscito y este procedimiento de la Nueva Constitución donde la derecha -con alguna razón- se asume como ganadora.
— Mi lectura del plebiscito es bien conocida y es la misma que muchos venimos haciendo desde marzo: el clima político ha reemplazado y la conferencia no lo ha tomado en cuenta, los congresistas fueron un hándicap y no un activo, la reivindicación identitaria exagerada, el plebiscito sirvió de referéndum sobre Boric, y la estrategia de ignorar a la derecha conscientemente seleccionada en lugar de apostar por la geometría variable de los dos tercios, que amplificó su caja de perdedores sedientos de venganza y le permitió estar en comparación a la ideología ideológica. El maximalismo de Jaime Guzmán. Se han dicho todas esas cosas, pero las críticas se han tratado con violencia. En cuanto a la segunda, aquí no ganaron los conceptos de derecha. Si el derecho sobre el aspecto ganador es otro asunto. De hecho, tuvieron que ocultar sus números para que se mostraran los del medio izquierdo. El rechazo ganó a pesar, no gracias a, la derecha. Lo que salta a la vista es que ahora sus líderes son aplicables cuando se trata de negociar la continuidad del proceso, y probablemente ahora tienen los números para no ser ignorados. Es, por el momento, su única victoria genuina.
Bellolio, quien es invitado permanente en paneles de televisión y columnas de opinión, es un docente que se cuida de citar los conceptos y teorías de sus colegas. Aunque también utiliza ejemplos de la cultura pop para percibir cómo era el candidato que desafió a Boric a la presidencia. capaz de unir a pinochetistas y evangélicos, alterglobalistas y «socialpatriotas»: «Como las tribus salvajes más allá del muro en la serie Juego de tronos, José Antonio Kast se convierte en su Mance Rayder: logra aunar todas esas sensibilidades probablemente inconexas, bajo una aplicación »
Dice que escribir un ebook es una técnica de sanación para ajustar cuentas con uno mismo. “Consumimos muchas cortinas sobre un tema, lo digerimos y ofrecemos una lectura más o menos original, más o menos atractiva, pero luego la imagen reflejada se desvanece un poco y necesitamos pasar a cualquier otra cosa. Además, no hay tanto espacio en la cabeza, pocas veces hay que tapar para dejar sitio a otras cosas, y para no tirarlo todo al olvido, lo dejas por escrito. Pero continuaré con dos temas similares, que son parte de mi agenda de estudios. Por un lado, el desafío que plantean las epistemologías populistas al liberalismo de la razón pública, o la crítica “situada” a los modos universalistas de producción de sabiduría, la interrogante de la justificación de las premisas fácticas de la norma que se pretende legítima. Por otro lado, la diferencia entre fragmentar e integrar fuerzas normativas, centrífugas o centrípetas. Desde este punto de vista, la tensión básica entre populismo y liberalismo estaría en la vocación necesariamente contradictoria, por tanto centrífuga, del populismo, y en la vocación consensuada, por tanto centrípeta, del liberalismo. Hay algo allí en lo que debo seguir investigando para ver si también nos está ayudando a redefinir los conceptos de izquierda y derecha, no estoy seguro del resultado.
— De Kast, dices que a diferencia de Trump o Bolsonaro, es un líder populista. Al contrario: es fundamentalista aunque utilice ciertas técnicas populistas como las redes sociales.
— Digo que Kast utiliza técnicas populistas, como aconseja un enfoque político-estratégico al estilo de Weyland, pero que esto encaja menos con otras conceptualizaciones del populismo, como la sociocultural o performativa propuesta por Ostiguy, o Viktor Orban, la típica concepto de una democracia intolerante. Aunque expongo cómo Kast construye su discurso post-2016, es decir, después de ver a Trump, Brexit y Bolsonaro, identifica una élite progresista canceladora y globalista, que encaja bien con el estilo populista de derecha en el mundo. . Sin embargo, el Kast de la circular de último momento pudo salir un poco de esas guerras culturales, lo que quizás sugiere que el discurso populista de Kast es oportunista y no lo perfila ideológicamente, por así decirlo.
— ¿El gobierno bórico está totalmente desprovisto de populismo?
P: El Frente Amplio está absorbiendo algunos elementos populistas del clima político y intelectual, eso es transparente. Un líder de Comunes llegó a hablar de «casta», a la manera del Podemos español. Es conocida la datación de Iglesias y Errejón con el encargo del Frente Amplio. En esta tribu hay varios estudiosos de Laclau y Mouffe, como también sabemos. Es una izquierda que ha superado el “esencialismo de clase” y plantea la estructura de un “pueblo nuevo” como plantea Carlos Ruiz, descubierto en el lazo político de grupos identitarios precarios. Esta es la radiografía de la nueva izquierda realizada a través de una reciente publicación del IES. Pero en este mismo caso, Noam Titelman sugiere que la trayectoria del Frente Amplio merece ser leída también como componente de la renovación socialista, y tiene razón. En un libro anterior, argumenté que si los componentes de la Concertación se hubieran renovado oportunamente en términos generacionales, si los antiguos hubieran sido no solo más benéficos sino también más estratégicos, quizás Boric hubiera sido un orgulloso miembro de la Juventud Socialista en la Facultad de Derecho. de la Universidad de Chile, en lugar de ir a descubrir sus propios movimientos. El propio Boric se define como un socialista libertario, y es una sensibilidad acorde con la cultura del PS chileno. Por eso Boric no me parece un caso transparente de populismo, y por extensión lo ubico duro que es su gobierno.
El momento populista chileno. Disponible como ebook: https://www. penguinlibros. com/cl/conciencia-social/306482-ebook-el-momento-populista-chileno-9789566042822
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