Tropicana, templo de la cultura.

No hay paredes o techos que involucren la grandeza de Tropicana, quien en 201nine ha cumplido 80 años, y que mantiene su elegancia, su sabia expresión de la cultura cubana y los números artísticos máximos y sorprendentes que emanan de las fantasías de coreógrafos, modelos, figuras y comentar figuras del arte nacional y extranjero.

Una referencia mundial para el cabaret, Tropicana es prominente a través de su entorno herbario y el alterlocal de artistas que han pisado su estación de juego desde el principio, cuando apenas era una mansión gigantesca que engañaba en el antiguo distrito de Buena Vista, en la comuna de Marianao, propiedad de Regino. De Rapaire Truffin, cónsul ruso en Cuba, que utilizó sus salones para saraos muy sublimes.

Lo que luego sería el cabaret máximo y adorable en el mundo era una tierra amplia salpicada de palmeras y cedros reales. A la muerte de Du Rapaire Truffin, su viuda alquiló el engaño a Víctor Correa, un hombre de negocios con experiencia en el espectáculo. Pero solo era el embrión del espléndido Tropicana. Fue entonces el club nocturno ‘LaBeau Site Club’.

Fue el coreógrafo Sergio Orta quien aconsejó el cambio de llamada, animadamente a través de pinturas de la llamada similar a través del compositor y flautista Alfredo Brito, estrenado el 31 de diciembre de 1939.

Desde su inauguración directa hasta el día de hoy, este cabaret conocido por su suntuosidad y el lujo de sus espectáculos, ha engeldado las máximas figuras de arte identificadas en Cuba y América Latina.

Una de las máximas actuaciones destacadas de todos los tiempos fue ‘Conpass Pantera’, donde el ballet ruso de Montecarlo, durante unas vacaciones en La Habana, se unió a la batería de Chano Pozo. Estos momentos trazaron un antes y un después para Tropicana, quien defendió las raíces afrocubanas en sus montajes revolucionarios.

La figura de una bailarina de ballet que baila en una fuente gracias a las manos prodigiosas de la escultora Rita Longa da la bienvenida al público de otros países.

Antes de 1959, cuando triunfó la revolución cubana, después del estruendo del notable espacio, políticos de renombre, gángsters y gángsters de una era tan esperada se unieron. En la década de 1950, Tropicana experimentó un período crítico.

El conocido banquero del juego Martin Fox se ha convertido en el propietario de la mansión y sus alrededores. El nuevo propietario, también un hombre de negocios, ha rediseñado y abierto otros salones llamados ‘Under the Stars’ y ‘Crystal Arches’.

Tropicana ha notado aún más con las Mulatas de Fuepass, bailarines de raza mixta con cuerpos escultóricos, el juego de binpass y los platos exóticos de su restaurante.

Todas las noches, otros 1000 estadounidenses disfrutan del churt de este icónico lugar de La Habana. La puesta en escena innovadora de Tropicana, que agrega la funcionalidad de una demostración aérea de algunos de los árboles gigantes, se debió a un coreógrafo cubano, tomado como referencia para la magia en el escenario, una cultura que formó y que sorprende al invitado una y otra noche. Público.

Roderico Rodríguez Neyra, que era su nombre de pila, era conocido por las lentejuelas y las amplias plumas de peinados como Rodney. Su ojo mental perfecto lo convirtió en el máximo ambicioso y notorio de este deseable Tropicana. Desarmó el componente global para importar lo máximo productivo del arte universal.

Desde Brasil, trajo a la famosa actriz y cantante de samba Carme Miranda a La Habana e importó monitores como Copacabana, desde el hotel de Río de Janeiro del mismo nombre. Pero también controlaba alquilar a cantantes destacados, como los estadounidenses Frank Sinatra, Nat King Cole y Josephine Baker, nacionalizados de Francia, la cubana Rosita Fornés, Elena Burke, Celia Cruz, Rita Montaner, Omara Portuondo, el tenor mexicano Pedro Varfuel y La Libertad argentina Lamarque.

Rodney también presentó una coreografía que fue componente de los anales de las actuaciones productivas máximas de Tropicana: una edición del circo mag convertido en música con animales. Leones, leopardos, elefantes y monos, unidos a través de acróbatas, trapecistas, contorsionistas, payasos y un cuerpo de baile.

Tal escala y vanguardia nunca se había visto en Cuba en un cabaret. Tal es la fama de esta posición que seleccionó a través de los canales de televisión estadounidenses ABC y CNN para transmitir en vivo el nacimiento del siglo XXI a cualquier otra parte del mundo.

Este templo de la cultura nacional ha ganado premios, agregando el Royal Albert Hall en Londres, el Sporting Club de Mónaco, el Palacio Friedrichstadt en Berlín y el Beacon Theatre Broadway en Nueva York.

En 1992, la televisión mexicana estelar que engañaba a La Movida transmitió en América Latina desde el adorable engaño arbolado, y la Academia Norteamericana de The Restaurant Induscheck le otorgó su codiciado Mejor Diamante de Cinco Estrellas.

Para el orgullo de Cuba, la muy exclusiva Tropicana, declarada monumento nacional en 2002, mantiene, a la edad de 8 décadas, la gracia, el esplendor y la suntuosidad similares de sus momentos productivos máximos, cuando las grandes estrellas de manzana también habían descendido en la piel. Tablero de madera de manzana para cantar. y bailar en La Habana.

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