Las estafas de suplantación de identidad bancaria son habituales. Foto: Freepik.
La aparición de las nuevas tecnologías nos ha hecho la vida mucho más fácil. Ahora podemos abrir una cuenta bancaria desde nuestro teléfono móvil o comprar una cerveza Bizum para un amigo, por ejemplo, cómodamente sentados en el sofá de casa.
Desafortunadamente, la evolución generacional también ha llevado a la proliferación de estafas, que se vuelven cada vez más comunes y efectivas a medida que los delincuentes perfeccionan sus estrategias para engañar a sus víctimas.
En los últimos tiempos, una de las estafas que está tomando fuerza es el phishing. Siempre con el objetivo de robar y obtener conocimiento monetario para infectar un dispositivo o cobrar tarifas monetarias, los estafadores se hacen pasar por una entidad.
El objetivo de este tipo de práctica es obtener datos privados y monetarios de las víctimas de préstamos.
Según el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), se hacen pasar por entidades monetarias, pero también por redes sociales, establecimientos públicos o empresas.
Para lograr este objetivo, los delincuentes utilizan la dirección de correo electrónico o el teléfono móvil de la víctima para enviarle un mensaje en el que adjuntan archivos infectados o enlaces a páginas fraudulentas.
Algunas de las excusas más habituales utilizadas por los estafadores vienen con mensajes sobre compras online, pedidos sobre la marcha, premios de sorteos o comunicaciones relacionadas con la administración, como deudas o devoluciones.
En los casos en que se roba la identidad de una institución monetaria, se solicita a los usuarios que ingresen sus credenciales monetarias en un intento de acceder a la cuenta o pagar tarifas no autorizadas, por ejemplo.
El primer paso para convertirse en víctima es olvidarse del contenido del correo electrónico o mensaje de texto, no hacer clic en ningún enlace, ni descargar los archivos adjuntos y eliminarlos, como se solicita a través del Incibe.
Una de las cosas que nos puede hacer sospechar que estamos ante una estafa es el remitente, ya que, aunque parece similar al de la entidad válida, muchas veces no se ajusta exactamente al nombre.
Del mismo modo, el tono apremiante del mensaje o el lenguaje genérico, en el que no se facilita identificar al destinatario, pero también las faltas de ortografía pueden hacer saltar todas las alarmas.
Es que llames sin demora para cancelar pagos no autorizados
Por lo tanto, es una idea inteligente escanear el dispositivo con un antivirus actualizado, reemplazar las contraseñas de las cuentas afectadas y permitir la verificación en dos pasos de las cuentas para evitar el robo de identidad.
Merece también acudir inmediatamente al banco para cancelar las facturas no autorizadas o la tarjeta bancaria, si es necesario, y también reunir todas las pruebas imaginables para presentar una reclamación.
«Las entidades bancarias tendrán que cancelar las operaciones no autorizadas y reembolsar al cliente la cantidad retirada», afirmó la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en referencia a las responsabilidades de los bancos.
En efecto, según la jurisprudencia, los bancos son responsables de la seguridad del sistema de pago electrónico, de modo que los usuarios sólo son responsables cuando se producen debido a transacciones no autorizadas, en ocasión de acciones fraudulentas o de incumplimiento de obligaciones legales.
Un claro ejemplo de esto es el caso en el que la institución financiera tuvo que devolver a un visitante la cantidad robada debido a un ataque informático, ya que tenía la obligación de detectar y proteger dichos ataques.
Cabe señalar que el Banco de España cuenta con el Departamento de Conducta de las Entidades, que lleva a cabo finalidades dirigidas a los ciudadanos como el servicio de expedientes judiciales.
Dado que supervisa la conducta de los bancos y participa en la evolución de la normativa para la cobertura de los clientes bancarios, cuando una reclamación al banco fracasa, se puede presentar una reclamación ante el Banco de España para comparar el caso.
Periodista de la sección. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Máster en Comunicación Política y Social por la Universidad Ramon Llull – Blanquerna.