Los profesionales durante dos horas

Casi siempre, los comienzos del año escolar son traumáticos por varias carencias en las instituciones, y esta es una situación…

Andan desconcertados y aterrados, y hasta afligidos, muchos ingenieros de sistemas, no solo por la subvaloración de que fueron objeto en los comentarios de la señora Alicia Arango, sino porque, de acuerdo con lo que expone —con toda la naturalidad del mundo— al afirmar que un ingeniero de sistemas no se necesita sino dos horas, todo indica que ni ella ni muchos colombianos tienen certeza de qué es y para qué sirve uno de estos profesionales.

Se preguntan los ingenieros de sistemas si el concepto de su profesión en Colombia alcanza a ser comprendido, aparte del mantenimiento tecnológico y apoyo TIC, por ejemplo, como quienes hacen desarrollo de “software” —en general—, manejan enormes cantidades de información, extraída de la gran cantidad de datos que maneja cualquier organización, para desarrollar soluciones tecnológicas y para tomar decisiones trascendentales y optimizar procesos. Y todo esto —entre muchas, muchísimas funciones más— se hace en jornadas enteras, no en dos horas, como dice la flamante ministra.

El trabajo del ingeniero de sistemas exige un constante entendimiento de mecánicas, tecnologías, lenguajes y arquitecturas en el desarrollo de aplicaciones móviles. Y puede también encargarse de plataformas de seguridad para la protección de las empresas, y herramientas que ofrecen protección ante amenazas que se encuentran en internet, como correos de “phishing”, páginas con contenido malicioso, tráfico de información en redes no seguras o “Cross-Site Scripting”.

Pero esta señora —que fue secretaria privada de aquel, y ahora ministra de este, y luego ministra de otra cosa—, que no sepa qué es ni para qué sirve un ingeniero de sistemas, y que siga creyendo que se trata de aquel que llega con overol a arreglarle el servicio de internet, pues nos mantiene en la pregunta esa de “¿en manos de quiénes estamos en Colombia?”.

Teguméntum mensæ. La semana pasada planteé que la profesora Elena no necesita montoneras porque ella tiene cómo defenderse; pero me argumenta otro eminente profesor de la UIS que el problema es que a veces toca rodear con montoneras a personas como ella, porque en nuestro país corre peligro quien tiene la razón. Estamos de acuerdo.

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