La semana pasada, ha sido el primer año en la presidencia, Andrés Manuel López Obrador. En el primer año de la prometida y esperada, o se le preguntó la cuarta transformación de la vida pública de México. Uno tiene la tentación de unirse a cualquiera de los dos lados de la identificación de polarización. Sigue a animar a los bochornosos y poner maromas para corregir e interpretar los desatinos desatotados a la presidencia. O bien, para cantar en el coro de la crítica, cada vez más, pasando a los problemas que se designó a los simpatizantes del gobierno. Voy a tratar de no hacer a nadie, aunque, por supuesto, que tienden a ser más importante que la adulación de nuestros actuales funcionarios estatales (en una tendencia en la que, creo, debe ser generalizada y a la vista de cualquier tipo de gobierno es una monarquía parlamentaria).
En primer lugar, este año se ha demostrado que el mismo Andrés Manuel y por el resto de su vida. Es un hombre de izquierda, por los desamparados, y tratando de que la implementación de programas sociales para la lucha contra la pobreza y reducir las desigualdades sociales. Andrés Manuel tiene toda una vida para afinar el diagnóstico, lo que es correcto para el bien de todos, primero los pobres. Pero la izquierda ha cambiado, y cada vez más, el caudillismo, en lugar de un estatista de la democracia social. Fuera de la oposición, y ya en el gobierno, por lo que si se siente incómodo con las instituciones, por lo que se cree que son el resultado de los gobiernos neoliberales de los que le precedieron. Su pensamiento es más negativo que positivo: lo sabemos, porque él ya ha demostrado que no le gusta, y que las instituciones se quiere derribar. Sin embargo, aún no se ha preocupado por establecer las bases para que las nuevas instituciones que se substituiriam de las anteriores. Esto es peligroso para nuestra joven democracia, no se puede dejar de visitar una de sus instituciones. Estas son: la defensa de los ciudadanos, en contra de cualquier principio de autoridad con el actual presidente de la república o de los que te siguen a ti.
En segundo lugar, este año, muestra claramente populista Andrés Manuel. A pesar de que el término que a menudo tiene una connotación negativa, que el populismo puede ser una herramienta de gran alcance para salvar la brecha entre la ciudadanía y el gobierno, para transformar poco a poco en la democracia, en un participativa y deliberante. Sin embargo, el populismo del presidente, que es el que se produce en el contexto de los medios de comunicación social de la bendición». Nuestro presidente, que gobierna con un solo ojo, siempre mirando a la encuesta de seguimiento. Que se siente fascinado por el más famoso el de la izquierda. Se puede sacrificar el diseño y la herencia, para que no aumente la aceptación de la actual, entre el público en general. Lo que le llevó a cometer el error de sombras y de expulsar a los especialistas de los centros vitales de la sociedad. Para el presidente, las personas sabias son las más sabias de lo que nuestras mujeres y nuestros hombres de ciencia, por ejemplo). Por tanto, el gobierno no tiene un plan detallado para el logro de sus objetivos, muchos de ellos son dignos de elogio. Se rige de acuerdo a lo que la intuición y, en el supuesto de sentido común, y se establecieron en ella, y no por el conocimiento del que disponemos. Por lo tanto, también se ve perturbado por parte de las instituciones dedicadas a la medición cuantitativa de los efectos de las medidas del gobierno. El Coneval ha sido, este año, el primero en el sacrificio de la estrategia cuestionable.
Por último, en este año, se muestra claramente en el trastorno bipolar, Andrés Manuel. Esta bipolaridad es una consecuencia natural de las dos características anteriores. Por un lado, vemos a un gobierno socialista en sus diagnósticos, sus preocupaciones e inquietudes, y por el otro lado, hacia un gobierno más neoliberal que el salinista, en la forma en que la búsqueda de sus objetivos. La austeridad de la república, mantener la disciplina fiscal y la reducción del aparato burocrático del Estado, y su negativa a aumentar, y la creación de nuevos impuestos y, en su estrategia, en particular de la reorientación de los gastos son las medidas neoliberales. Claro que, para la implementación de los programas sociales ambiciosos, a los que buscan en la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales, el gobierno necesita dinero en efectivo. Para conseguir el dinero necesario para su puesta en práctica, existen tres formas principales: la reforma de los impuestos, préstamos, o el desvío de los gastos. Piense en esto por un momento: si usted quiere ampliar su casa, usted necesita el dinero en efectivo. El dinero se puede conseguir en busca de un trabajo mejor que el que menos se paga es la mejor), pedir un préstamo a un banco (inordering «usted»), o el gasto de una manera diferente a lo que se dedica ahora. La segunda opción implica que se parar de gastar en cosas en las que te encuentras no es necesario, usted puede no darse los lujos de los que se disfruta de ello, y que también tendría que apretar la correa a los gastos necesarios, pero que no permita que se tiene el caudal que se requiere para hacer una extensión de su propia casa. De Esta forma neoliberal de pensar en la tierra, que es a lo que Andrés Manuel ha elegido. Es por ello por lo que el gobierno del que él es el trastorno bipolar. Al fondo, el socialista, y de la forma neoliberal. Un socialista, consistente buscan un puesto de trabajo mejor, o que buscan un préstamo a un banco. A nivel de todo el estado, se buscan recaudar impuestos progresivos (recauda más impuestos a los más ricos), el diseño de nuevos impuestos, como el impuesto sobre la riqueza o el patrimonio), o con préstamos. La última opción, por lo general no le gusta a nadie, pero como Jorge Castañeda, precisamente, señaló que, si hacemos una comparación histórica de la deuda mexicana, el día de hoy, nuestro país se encuentra en la sub-deuda.
Por la misma razón, el diagnóstico es triste: yo no creo que el objetivo del gobierno, que comparto en su mayor parte, se pueden obtener. Yo no lo veo un México con menos pobres, menos desigualdad y con una democracia más sólida, madura y funcional. La única manera de que «el loco», aquella en la que el personaje de Beatriz Gutiérrez llena de amor, en el mundo de Epigmenio Ibarra, se va a empezar a escuchar, y no es de nadie: y los especialistas de la compañía. Más allá de eso, lo que se puede sacrificar su popularidad momentánea, por su legado histórico, en el que se nos ha dicho que su mayor aspiración.)
No es, por su proximidad, con un muy buen año.
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