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La economía española ha sobrevivido a 2023 y lo está haciendo con calificaciones inteligentes. Mientras la eurozona enfrentaba una recesión, España lideró la expansión económica a pesar de la inflación, la incertidumbre geopolítica y las tasas de interés emergentes.
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El reto es que todas estas turbulencias seguirán acechando en 2024, y entonces el escenario puede empeorar. Cada vez son más los organismos que reducen sus previsiones de expansión para España en 2024, desde la OCDE hasta el FMI o el Banco de España.
Business Insider España ha preguntado a los expertos cuáles son los retos para la economía española en 2024. El resumen es que los obstáculos de hace unos meses ya van pesando cada vez más, y se suman a los problemas que arrastramos de siempre, como la baja productividad o una deuda terrible, amén del reto de la transición energética o la digitalización.
«En esta legislatura, las ayudas de política financiera serán mínimas, las presiones inflacionistas, cada vez menores, seguirán erosionando la fuerza adquisitiva de las familias y algunos de nuestros principales socios comerciales (notablemente Alemania) están en recesión técnica», afirmó Salvador Jiménez, analista. en Analistas Financieros Internacionales (Afi).
Respecto a los mismos problemas de siempre, María Jesús Fernández, economista senior de Funcas, explica que «las principales situaciones demandantes siguen siendo las mismas que hace 10 y 20 años: escolarización y formación, políticas activas y pasivas de empleo, reducción de la tasa de paro y ampliación productividad». .
Los Piratas ya lo cantaban: es imposible. . . ¿Pero lo es?
El gran desafío del nuevo año está lejos de ser nuevo. Más bien, es un desafío histórico que se agrava cada año: disminuir la deuda pública y lograrla sin poner en peligro el crecimiento del PIB.
«Un reto muy grande es la estela de expansión del déficit y la deuda pública de la economía española», confirma Pedro Aznar, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
El enorme porcentaje de deuda tiene el regalo envenenado que se le hace a cualquier nuevo gobierno, especialmente después de la pandemia (aunque en este caso se trata de un pequeño regalo que se hace el Ejecutivo a sí mismo). Si bien en 2019 representó el 95,5% del PIB, en marzo de 2021 subió al 125,3% y últimamente se sitúa en torno al 111% del PIB.
Especialmente ahora que la Comisión Europea está restableciendo las regulaciones fiscales sobre deuda y déficit con un nuevo Pacto de Estabilidad que entrará en vigor este año.
A partir de 2024, los países europeos volverán a tener que cumplir con las normas de estabilidad fiscal fijadas a través de Bruselas, y España no está en una posición inteligente.
«El Gobierno deberá implementar a corto plazo mecanismos de consolidación fiscal equilibrados, que no descarrilen el crecimiento, y diseñar un plan creíble y eficiente de inversión de los fondos europeos», aclara Leopoldo Torralba, economista senior de Arcano.
Fundamentalmente, España tendrá que expandirse en tiempos de desaceleración y, al mismo tiempo, garantizar un alivio de la deuda con una senda de ajuste creíble que convenza a los mercados y esté en línea con las tareas fijadas a través de las reglas fiscales europeas.
«Una vez que la UE haya regresado, no será fácil que, dentro del marco del euro, merezca haber un campo fiscal con déficits controlados y una relación deuda-PIB que merezca caer. El desafío es que un gobierno de coalición con muchos socios que el Parlamento acude habitualmente a gastar demandas que consigan ventajas para la Unión Europea o regiones en las que esos partidos estén más representados», advierte Aznar.
La consolidación fiscal llegará tarde, dice Miguel Cardoso, economista líder para España de BBVA Research, «por la falta de presupuestos generales del Estado y el retraso en el acuerdo sobre nuevas regulaciones en la zona del euro».
Pero además, se ampliarán las medidas adoptadas para mitigar los efectos de los precios de la energía emergente. Esto se traducirá en nuevos anuncios, añade Cardoso, «que aumentarán los beneficios o los gastos». ¿Habrá entonces más impuestos?¿O recortes?
La resolución (ingresos o gastos) no será sencilla porque, como plantea Fernández, «hacerlo ampliando la carga tributaria actúa en sentido contrario al crear situaciones favorables para la expansión de la inversión y la productividad, mientras que esa carga exige una inversión cultural». cambio, porque exige una búsqueda constante de eficiencia.
El Gobierno tendrá que revisar, por ejemplo, si los mecanismos aprobados en la anterior legislatura han sido suficientes para hacer sostenibles grandes partidas, menciona Cardoso, como la que sostiene al sistema de pensiones o, o si será necesario aplicar ajustes adicionales.
Y, por el momento, las cosas no van muy bien: «La última reforma no responde a la magnitud de las situaciones demográficas exigentes que nos esperan. Otro gobierno que no asuma la verdad demográfica en su totalidad será otro puntapié hacia adelante y cada patada sale «un poquito más cara que la anterior», advierte Jorge Galindo, subdirector de EsadeEcPol, no son suficientes.
Desempleo, precariedad y empleo de máxima transitoriedad tienen la santísima trinidad del mercado laboral en España. La maravillosa anomalía de la que vienen hablando Yolanda Díaz y la ministra de Trabajo, y que pesa sobre la economía española desde hace décadas.
Aunque el pasado Gobierno dejó el número de parados en su punto más bajo en 15 años y la transitoriedad del empleo en mínimos, la tasa de paro sigue superando el 12% en España.
«La tasa de paro, de dos dígitos, sigue siendo excesivamente alta, sobre todo cuando el número de puestos vacantes se registra desde 2007», advierte Cardoso, que cree que el nuevo Gobierno deberá concentrar recursos para la educación de los desempleados y modificar las subvenciones para inspirar la educación.
Pero ese no es el único desafío al que se enfrenta el mercado laboral. Al maravilloso desafío del desempleo se suma ahora uno nuevo: la frenética transformación del global de las pinturas y el desafío de las vacantes. Fenómenos como la virtual transformación o la transición de poder son lo que resulta en menos empleos en algunos sectores y nuevas oportunidades en otros.
Algunos sectores tendrán que reducirse y la relevancia de otros sectores crecerá, con la transición energética. Unos van a destruir empleo y otros van a generar nuevas oportunidades. Hace falta políticas para reformar perfiles de estos sectores para encajar en los que crecen.
«Queremos reducir el desempleo y el ajuste entre el tipo de personal que buscan las corporaciones y lo que produce el sector escolar o lo que proviene de la inmigración», añade Cardoso, haciendo algunas recomendaciones:
«Las prestaciones por desempleo son las grandes reformas en marcha, que merecen potenciar el uso de los recursos e incentivar la contratación de desempleados. Del mismo modo, muchas empresas carecen de personal con una cualificación muy expresa. Es necesaria una reforma de las fórmulas de empleo público, pero básicamente de las fórmula de escolarización para esto.
España ha sorprendido con una expansión superior a la de las economías europeas y una creación récord de empleo, pero este hecho convive con un dato menos positivo, advierte Galindo, a saber, «una productividad que lleva una década y media estancada».
«Cuando miramos el PIB consistente con el cápita, vemos un estancamiento en las últimas dos décadas que se debe en parte a la dificultad de vender una estructura económica más productiva, con empresas más grandes para competir en los mercados globalizados», reconoce Aznar.
Detrás de la mayor parte de los males que azotan a la economía española se encuentra la baja productividad. Una enfermedad que lleva tiempo diagnosticándose a través de los economistas. Una enfermedad con cura a la que no se le presta mucha atención. Tal vez sea porque ha estado sufriendo desde la creación del mundo. Tal vez sea porque es menos difícil comunicar sobre los trastornos en la superficie.
«El punto bajo de la productividad y su baja expansión son preocupantes. Esta variable es la base de la prosperidad y el bienestar de cualquier país desde su expansión incesante para la construcción de salarios genuinos, la expansión del estado de bienestar, la expansión del PIB consistente con el cápita y el alivio de la pobreza», observa Fernández.
Para Galindo, hace falta «acoplar la necesidad de una senda de crecimiento económico más sólida a largo plazo, que pasa por una productividad mayor, y que esta eventual prosperidad llegue a quienes menos la disfrutan hoy día (perfiles más jóvenes; hogares de ingreso medio-bajo y bajo)». Y eso pasa por poner el foco en la educación de 0-3 años, refuerzos en primaria y secundaria, una formación profesional más eficaz, y soporte financiero para acceder a todo ello.
Por lo pronto (y durante unos años) el Gobierno contará con el empuje de los fondos europeos; una inyección multimillonaria que servirá de colchón para amortiguar el impacto de los ajustes fiscales mandados por Bruselas.
El problema es que, para conseguirlo, el nuevo gobierno tendrá que apañárselas para asegurarse de que España aprovecha al máximo el dinero de los fondos, y tendrá que hacerlo en tiempo récord.
«En un contexto de crecimiento económico en declive, una de las palancas de la próxima legislatura será la recuperación económica que pueden aportar los recursos de la próxima generación. Sin embargo, su buena fortuna dependerá de acelerar la implementación, eliminando obstáculos burocráticos, al mismo tiempo al mismo tiempo, que sean asignados a proyectos que maximicen la rentabilidad económica y social», afirmó Jiménez.
En un momento de gran incertidumbre y turbulencias económicas, los fondos europeos se han convertido en el colchón que puede darle un empujón a la economía española. España ha ingresado hasta ahora 37.000 millones de euros de los fondos europeos, pero se prevé que en total reciba más de 163.000 millones de euros.
Pero para que esos presupuestos tengan el efecto deseado, es obligatorio gastar bien y temporalmente este dinero, y España nunca se ha caracterizado por hacer un uso inteligente del presupuesto que recibe de la Comisión Europea. estar en la parte trasera de la escala en términos de ejecución.
La puntuación S.
Además, el nuevo ejecutivo también tendrá que cumplir con las reformas estructurales acordadas con Bruselas para obtener fondos de la UE, como la reforma laboral, que ya se ha aplicado, pero también reformas de gran calado, como la que garantiza la sostenibilidad del sistema. sistema de pensiones.
Tiene un tema recurrente en la mesa de debate, pero también en la agenda del gobierno, pero el desafío es inmenso y empeora cada día.
Dentro de unos años no habrá pisos para todos en España. El INE estima que en España se formarán alrededor de 217. 000 nuevas familias de aquí a 2027. Esto supone un millón de familias más en los próximos cinco años. El reto es esa parte Se construyen tantas casas al año.
«Faltan cientos de miles de viviendas en España. Esto es un problema que tenemos ya y, si no se hace nada, será mucho más grave dentro de un par de años», advierte Daniel del Pozo, director de operaciones en idealista/data.
Los efectos ya son visibles: los precios de los apartamentos suben desde hace nueve años, en algunas ciudades ya superan los picos de la burbuja inmobiliaria y la emancipación es una utopía para ciertos grupos, como los jóvenes. La vivienda se ha convertido en una necesidad fundamental sin embargo, no todo el mundo tiene acceso.
«Los visados de nueva estructura muestran avances en materia de creación de vivienda. Esto, especialmente en los centros urbanos donde se están creando puestos de trabajo. A falta de medidas que proporcionen una mayor seguridad jurídica a los propietarios de viviendas vacías y a falta de un esfuerzo por parte de las administraciones públicas acelerarse debido a la disponibilidad de suelo urbanizable, los costes de alquiler y propiedad de la vivienda seguirán aumentando», afirma Cardoso.
Si el panorama ya es confuso y no hay cambios, en cinco años puede convertirse en un verdadero drama inmobiliario.
España está aprovechando las ayudas del presupuesto europeo para hacer frente al efecto de los tipos de interés en 2024, pero será necesaria una inyección de capital personal para ayudar a movilizar este dinero y amortiguar la debilidad de las familias afectadas por la pérdida de poder adquisitivo.
El desafío es que las inversiones están disminuyendo últimamente. En el tercer trimestre de 2023, cayeron un 0,6%, hasta un aumento del 1,9% en el último trimestre.
«La formación bruta de capital fijo se encuentra todavía por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Esto, a pesar de las transferencias recibidas a cuenta del cumplimiento del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia», apunta Cardoso.
Hasta ahora, ha sido la demanda interna la que ha sostenido el PIB. En el tercer trimestre, el gasto en ingresos de las familias aumentó un 1,4%, cinco décimas más que en el último trimestre, impulsado por la temporada turística.
El desafío es que los tipos de interés están apretando el bolsillo de las familias y las empresas, y sus efectos ya deberían haberse producido hace tiempo: el propio BCE ha declarado que lo peor está por llegar. Y si las exportaciones ya se han ralentizado y los ingresos se están debilitando. . . ¿Qué ¿Dará vida a la economía española?
Si bien se están resolviendo algunos de los problemas que han frenado la inversión empresarial, como la carga de energía o la disponibilidad de insumos (semiconductores), Cardoso vaticina que «hay puntos nacionales que no se van a resolver». en vivienda es muy bajo, dados los deseos reflejados en la demanda.
Cardoso también advierte del débil efecto impulsor de los fondos de la UE: «Un componente del impulso se desplaza hacia las importaciones, lo que refleja la ausencia de un sector comercial de alto valor añadido (o al menos especializado en lo que se requiere para una transformación virtual) y medioambiental». sostenibilidad).
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