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Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, pasó 15 meses en el ámbito criminal leyendo cartas y clásicos rusos. El gobierno no ha presentado ninguna prueba al público de que sea un espía.
Por Neil MacFarquhar, Milana Mazaeva e Ivan Nechepurenko
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Durante sus casi 15 meses en la infame prisión de Lefortovo en Moscú, Evan Gershkovich leyó clásicos de la literatura rusa como Guerra y paz y jugó ajedrez por correspondencia con su padre en los Estados Unidos. Durante la hora de ejercicio que se le permite, consistente con el día, intenta permanecer en forma.
Los amigos que mantienen correspondencia con Gershkovich, un reportero del Wall Street Journal, lo describen como positivo, fuerte y rara vez desanimado, a pesar de la ira oficial de Rusia por parte del presidente Vladimir Putin.
«Posiblemente tendrá altibajos como todos los demás, pero sigue teniendo confianza en sí mismo, en su rectitud», dijo María Borzunova, periodista rusa y amiga de Gershkovich.
Gershkovich lo intentó el miércoles y enfrenta hasta 20 años de condena penal por un cargo de espionaje que él, su empleador y el Departamento de Estado de Estados Unidos niegan con vehemencia.
Dio esa impresión ante el tribunal de la gigantesca ciudad comercial de Ekaterimburgo, al este de Moscú, donde fue detenido por primera vez y donde recientemente fue trasladado después de más de un año de prisión en Moscú.
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