Cómo come un nutricionista para mantenerse sano sin obsesionarse con la comida

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Quieres comer sano pero también disfrutar de la comida. Lo que muchas veces parece incompatible. Lo primero te lleva a pensar en coles de bruselas al vapor y lo segundo en una hamburguesa con todos los extras posibles.

Se suele decir que en el equilibrio está la virtud. Ahora bien, cada vez que inclines la balanza hacia el lado de lo saludable te estarás asegurando probabilidades de vivir más años sin riesgo de enfermedades. La comida basura mata y comer sano no tiene que ser lo que piensas.

Para comprobar esto segundo puedes inspirarte en los que más saben de ello. Maya Vadiveloo estudia los alimentos. Como dietista y profesora asociada de nutrición en la Universidad de Rhode Island.

«Es evidente que paso mucho tiempo pensando en la comida», le dice a The New York Times, «pero como madre soltera de una niña de 8 años, trato de dar ejemplo de equilibrio y risa, más que de perfección y Rigidez. Añade.

En dicho medio ha explicado cómo logra el equilibrio entre salud y placer en lo relativo a la dieta.

La Dra. Vadiveloo admite que tiene zanahorias, rodajas de pepino o palitos de apio a mano para un refrigerio rápido. Le permite lograr su propósito de comer al menos cinco porciones de culmin y verduras al día, sin complicar su tarea.

Pero también tiene caprichos. Por ejemplo, no se priva de los pretzels con sal y queso fundido, que pide cuando sale. «No es una comida equilibrada», admite al medio, pero es cualquier cosa que disfrute de vez en cuando sin una pizca de culpa.

Privarse de los alimentos favoritos puede ser contraproducente, por ello los nutricionistas animan a ser complaciente de vez en cuando. Lo que permite no abandonar una dieta o hace que comer sano el resto del tiempo sea más llevadero.

«A veces, el simple hecho de permitirse cualquier cosa hace que se adhiera a un modelo más saludable», dice.

Cuando tiene ganas de darse un capricho, Vadiveloo se pregunta qué es exactamente lo que está haciendo en ese momento.

Esto hace posible diferenciar el apetito genuino de la glotonería, la preferencia o incluso el estrés emocional. ¿De verdad tienes hambre? Si la respuesta es sí, comience con cualquier cosa nutritiva, como mezclas de frutos secos, yogur, fruta o zanahorias pequeñas, aconseja.

Si todavía anhelas algo más, pregúntate: ¿Necesito algo dulce, salado o frío? Descubrió que identificar el anhelo expreso y satisfacerlo es más efectivo que mirarlo, dice.

Reconoce que compra procesados en el supermercado, pero nunca sin mirar antes la etiqueta de ingredientes.

Cuando se trata de panes y cereales para el desayuno, «busque los que tengan granos totales como primer elemento y al menos 3 gramos de fibra y menos de cinco gramos de azúcar por porción». A la hora de comprar yogur para su hija, ella lo elige sin azúcar añadido y lo endulza en casa con miel y vainilla.

También se centra en examinar la cantidad de sodio y escoger los productos que aportan menos sal.

Lea más sobre Cristina Fernández Esteban, de este artículo.

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