La composición del Comité de Expertos, desvelada por el diario El Mundo, ha dejado claro, aparte de un gran éxito para Francisco Rosell, algo que muchos nos temíamos. A la vista de nombres y biografías, no queda lugar a dudas de que Pedro Sánchez ha creado ese Comité de Expertos para que se cuadre disciplinadamente y se ponga a sus órdenes, respaldando los objetivos políticos del sanchismo al margen de las conveniencias sanitarias.
Por eso Sánchez y sus acólitos han mantenido en secreto sus nombres, vulnerando la legislación vigente. De la misma forma que se ha inventado escritos de apoyo de varias Universidades, el presidente se ha asegurado que el Comité de Expertos, al que ha apelado reiteradamente, diga lo que a él le conviene porque lo tiene a sus órdenes.
La reacción de muchos medios de comunicación y de algunos sectores políticos ha sido fulminante. Ya está bien de trampas y de engaños. Sin negar la calidad científica de algunos de los miembros del Comité, ha quedado clara la pretensión de Pedro Sánchez: desde el primer momento ha pretendido la prórroga indefinida del estado de alarma, con la correspondiente acumulación de poderes. El pueblo español está en manos de un César de alpargatas que no vacila en el engaño y que acumula incontables horas de televisión, al estilo venezolano, con el pensamiento puesto en las elecciones. Tengo mis dudas de que Inés Arrimadas acertara al mantener el estado de alarma. De lo que sí estoy seguro, a pesar de lo que afirman algunos comentaristas, es de que Pablo Casado acertó al abstenerse. No podía seguir apoyando el estado de alarma y tampoco debía perder la serenidad que se exige a un partido como el PP, alternativa de poder.
El Comité de Expertos va a sufrir a partir de ahora un marcaje implacable. Está condicionando la vida de los españoles al servicio de los propósitos políticos de Pedro Sánchez.