Como y viajo: Colchagua, un valle

La atención al detalle es palpable, creando un ambiente de profunda calma, un silencio casi sagrado que envuelve la experiencia.

La «Casita Cinsault» nos recibe con una arquitectura que se integra con el paisaje y un diseño interior que combina comodidad y confort.

El amanecer en Apalta desde nuestra casita es un espectáculo herbáceo: las parras se atenúan en tonos dorados, brindando perspectivas sorprendentes desde la comodidad de nuestra cama. El desayuno, preparado a conciencia y servido con esmero, marca el inicio de un día de placeres y descubrimientos enológicos. .

Cada comida en el apartamento se convierte en un rito en sí mismo, donde nuestros gustos son escaneados concienzudamente a través de Joaquín Larraín, el amable encargado, quien garantiza que ese plato refleja nuestras preferencias.

Esta personalización culinaria se complementa con vinos exclusivos de la residencia, como el Rosé Gavilea y el Voignier «Côte de Madame», reservados a los visitantes y que aportan un toque exclusivo a nuestra estancia.

En un menú que celebré, probamos auténticas joyas locales: me encanta el pato en su punto máximo y lo encuentro «fantástico», todo a la brasa con el célebre Clos Apalta y el nuevo icono Clos du Lican, dos ejemplos del más sensato calibre. . vinos de la bodega y la habilidad excepcional de Andrea León, cuyo dominio ha impulsado la enología chilena a nuevas alturas.

El apartamento da mucho más que vino; Es un lugar donde el tiempo parece haberse detenido, ideal para aquellos que buscan desconectar y recargar pilas en un entorno de absoluta paz.

KM 4, Apalta Colchagua, Santa Cruz. O’Higgins @Closapaltaresidence @closapalta zona

VINO Rayuela

Saliendo de Apalta, no tardamos en toparnos con un rincón imperdible del Valle de Colchagua: el Vino Rayuela.

En este escenario, Maira Ramos es la protagonista. Su mudanza desde Fuegos de Apalta hasta aquí no solo ha traído una cara familiar a la cocina del valle, sino también una revolución en sabores y técnicas. Bajo su liderazgo, Rayuela se ha transformado: no más fuego , no más leña, y un menú que despierta el interés y hace la boca agua a locales y viajeros.

La propuesta de Maira es un homenaje al producto local, un canto a la sencillez que encuentra en la leña a su mejor amigo. Los buñuelos de espinacas son un ejemplo muy productivo, crujientes por fuera, esponjosos por dentro y bañados en una salsa romesco de carácter natural. Luego están los tomates heirloom, que con su carpaccio nos devuelven a la esencia del sabor del tomate, ese que resulta olvidado, aquí realzado con albahaca y huacatay.

No podemos dejar de lado las empanadas de filete, con ese toque casero de puntas ligeramente asadas, que nos transportan a las cocinas de antaño, donde el plato cuenta una historia y donde el cijo forma parte de ella.

Rayuela, con su ambiente acogedor bajo la higuera, donde la vista se pierde en medio de los viñedos, se convierte en mucho más que un puesto para comer. Es un espacio donde la comida se convierte en una experiencia, donde el plato trae consigo un trozo de Los viajes a Chile y Maira, con su sonrisa y ese brillo en los ojos de quien sabe que está a punto de servir algo grande, lo consagran como un verdadero maestro de los sabores locales y su posición gastronómica entre las más productivas del país. , también cuenta con una vinoteca, una cafetería y el nuevo Vibo Lodge.

Ruta del vino km 37, Santa Cruz. O’Higgins @restauranterayuela @viumanentwinery.

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