La elección de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos fue un condimento para Joe Biden, el candidato presidencial demócrata. En una campaña taciturna, amordazada por la pandemia de Covid-19, el nombramiento de Harris, que aspira a ser el primer vicepresidente del país y el primer usuario negro en el poder, fue noticia. Esto también se sintió en las encuestas: la elección provocó entusiasmo en distritos clave para Biden, como el voto negro y los moderados e independientes, que vieron a Harris como una opción más moderada que otras que Biden imaginó.
Donald Trump, quien tiene una reelección complicada, ha optado por difuminar la historia de Harris con una estrategia que ha utilizado en el más allá que apela a sentimientos racistas y antiinmigrantes: la elegibilidad de Harris para el puesto de hija de inmigrantes.
«Escuché que no cumplió con los requisitos», dijo el presidente de Estados Unidos en una convención de noticias el jueves. «No sé si eso es cierto», agregó, antes de cerciorarse de algo «muy grave» y que investigaría.
Harris, hija de inmigrantes de Jamaica e India, nacida en Oakland, California en 1964. La Constitución de los Estados Unidos establece en la 14a Enmienda que «todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sujetos a su jurisdicción son ciudadanos estadounidenses».
Es difícil que Trump no sea consciente de esto. Es más realista que el presidente utilizó el hecho de que los padres de Harris eran inmigrantes para poner en duda la nueva estrella del Partido Demócrata, especialmente entre los distritos que ven un riesgo para una mujer negra y la hija de extraños.
Trump se opuso a un artículo de opinión en «Newsweek» a través de John Eastman, un abogado conservador que argumenta que la 14a Enmienda no otorga la ciudadanía a los estadounidenses nacidos (antes de que Trump lo mencione, un miembro de su cruzada lo compartió en Twitter). La doctrina de la Corte Suprema y la mayoría de constitucionalistas estadounidenses argumentan lo contrario: el texto constitucional establece que nacido en Estados Unidos es ciudadano estadounidense. Harris, cuya elegibilidad para el puesto de vicepresidente – o, en el futuro, presidente – de los Estados Unidos está fuera de toda duda.
Algunos miembros de la Casa Blanca han intentado hacer malabares sin contradecir al presidente. Su yerno, Jared Kushner, se disculpó y dijo que no había tenido la posibilidad de leer el artículo de opinión, pero que Harris «está ahí».
Una fiel mejor amiga del presidente, la senadora Lindsay Graham, esta vez le dio la espalda a Trump. En un mensaje en Twitter, argumentó que Harris «es un ciudadano estadounidense inequívoco».
La cruzada de Biden reaccionó con furia a las palabras de Trump. «Él, el líder nacional de la espantosa y racista moción sobre el nacimiento de Barak Obama e intentó incitar el racismo y romper nuestro país todos y cada uno de los días de su presidencia», dijo un portavoz en un comunicado. Es una referencia a la conspiración que Trump ha promovido durante años sobre el supuesto nacimiento de Barack Obama en Kenia, que lo descalificaría como presidente. Defendió esta teoría, que todo el aterrizaje en la política país de Trump, desde 2011, cuando dijo que «posiblemente revelaría mi impuesto volver cuando Obama muestre su partida de nacimiento» (Obama presentó su partida de nacimiento – nació en Hawai en 1961, pero Trump aún no ha presentado sus impuestos).
Poco antes de las históricas elecciones de 2016, Trump continuó diciendo que Obama «nació en Estados Unidos, punto» y acusó a su entonces rival Hillary Clinton de vender la teoría. Trump ya ha hecho algo similar con Ted Cruz, un rival nacido en Canadá en las primarias republicanas, padre cubano y madre estadounidense.
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