Miércoles 25 de marzo. Hospital Universitario de Torrejón, Madrid. El traqueteo de las camillas es incesante y los teléfonos no paran de sonar. Un mar de sanitarios cubiertos en plástico trabaja sin descanso y a contrarreloj, afanándose para mantener con vida a todos esos pacientes cuyos pulmones han dicho basta. Son los momentos más aciagos de la pandemia de coronavirus en España. Las cifras de muertes y contagios crecen exponencialmente de un día para otro, pasando de decenas a cientos y de cientos a miles ante la impotente mirada de quienes combaten en primera línea al ‘bicho’.
Gabriel Heras (Madrid, 1979) es uno de ellos. Este intensivista de 41 años, empeñado en hacer de las frías Unidades de Cuidados Intensivos un lugar mejor a través de su proyecto HU-CI, no da crédito a lo que está viviendo y, en un momento dado, en medio de esa interminable guardia de 24 horas, piensa: «Vamos a morir». Cosas del destino, tras acabar ese día, derrengado como el resto de sus compañeros, Gabriel decide someterse al test PCR por una tos que se ha enganchado a su laringe. Da positivo.
Pese a que sus amigos y familiares le aconsejan descanso, Gabriel necesita desprenderse de la inconmensurable montaña de vívidos recuerdos y emociones que atenaza su espina dorsal. En primera línea (Península, 2020), es el fruto directo de tres semanas de terapia frente al coronavirus y también frente al folio. Un relato escrito con sangre, sudor y lágrimas que acerca al gran público el día a día de todos esos héroes involuntarios que se han jugado literalmente la vida para salvar la de los demás durante la pandemia.
Cuando yo era un niño que soñaba con ser un héroe?
Que va. Para mí los verdaderos héroes en esta pandemia son los familiares de los pacientes, que han estado relegados a un segundo plano y sin poder despedirse de sus seres queridos.
¿Qué siente cuando se lo llaman?
No me gusta. Somos personas que trabajamos para personas en el sector servicios y queremos hacer nuestro trabajo en las mejores condiciones posibles. La gente se piensa que por el hecho de ser médico tienes superpoderes y eso es peligroso porque no los tenemos y, además, hay cosas que no tienen solución.
En el libro anima a naturalizar la muerte, a dejar de comportarnos como seres inmortales ¿Ha tenido que despedirse de muchos pacientes debido al coronavirus?
La tasa de mortalidad en mi unidad ha sido muy parecida a la de China o Italia: en torno al 40-50 %, cuatro veces más de lo normal. Esto no era una simple gripe.
«Pienso que tenemos que construir las capas de una cebolla, para que no disfrute de la emoción, pero eso es imposible. Estamos en contacto con el sufrimiento de las personas, todos los días, y eso también influye en la forma en que nos relacionamos con nuestros
¿Se hace duro incluso para alguien como usted, acostumbrado como está a ver la muerte tan de cerca?
Se piensa que tenemos que construirnos capas de cebolla para no contagiarnos de las emociones, pero eso es imposible. Estamos en contacto con el sufrimiento de la gente a diario y eso también influye en cómo nos relacionamos con el nuestro. No había día que no hubiera un compañero que se rompiera y se pusiera a llorar porque la situación ha sido absolutamente desconocida para nosotros. He visto a sanitarios muy veteranos doblar la rodilla.
Se sufrió mucho en escribir el libro? ¿
Sí. Me ha permitido canalizar mis emociones y detenerme a pensar en todo lo que estábamos viviendo. Si no lo hubiera escrito habría acabado chalado con algún trastorno psicológico porque asumir todo lo que hemos vivido es muy duro.
¿Dónde está la esperanza en medio de tanta muerte.
En el trabajo que habíamos hecho previamente. A pesar de que el coronavirus ha tirado por tierra los seis años de trabajo previo (la humanización de la sanidad), ha puesto de manifiesto que esto hay que hacerlo sí o sí. En todo este tiempo los profesionales sanitarios han estado trabajado en contra de lo que sentían. A ninguno le gusta, seguro, que los pacientes mueran solos o decirles a los familiares que no pueden pasar, o trabajar en malas condiciones, etc. Siempre digo que muchas gracias al ‘bicho’ porque ha sido el mayor acelerador de la humanización.
En algún sueño recurrente?
Ir a la playa, recoger a mi chica en Granada, bajarnos a Málaga y practicar nuestro deporte favorito, que es pedir unos espetos y tomar unas cañas. Cuando me levantaba por la mañana solía frotarme los ojos pensando en si lo que estaba pasando era verdad.
¿Se ha visto en la tesitura de tener que elegir entre pacientes con coronavirus porque solo podía a atender a uno?
Yo no. Pero la realidad es que los intensivistas elegimos si un paciente tiene criterio de ingreso todos los días. Puedes tener 80 años, gozar de una buena calidad de vida y padecer un problema fácilmente resoluble. Sin embargo, si tienes un cáncer en fase terminal, aunque seas un niño, no voy a poder ayudarte. La distribución de la crisis ha sido muy asimétrica, con cuatro comunidades muy castigadas, Madrid, Cataluña, y las dos Castillas. Lo que para mí no tiene ningún sentido es que haya habido profesionales que han tenido que tomar ese tipo de decisiones cuando en otras regiones había poca presión asistencial.
Si esto fuese una guerra, el virus, el enemigo y ustedes, soldados ¿Han contado con las defensas adecuadas?
No en todo momento. Nosotros, al principio sí, porque en mi hospital fuimos los primeros, pero cuando se reventó el mercado… Al principio los compañeros no nos creían. Intentamos contratar gente de otros hospitales, pero nadie quería venir. Después solicitamos trasladar a pacientes que necesitaban circuitos de circulación extracorpórea y nos decían que no, que no se querían contagiar. No nos lo podíamos creer. La gestión estuvo basada en el egoísmo y me parece hasta punible como denegación de auxilio en toda regla. La sanidad pública la hacen las personas y hay personas buenas y malas, como en todos lados.
¿Por qué cree que España es el país del mundo con más sanitarios infectados?
Creo que no se han hecho bien las cosas. Hay que hacer una profunda reflexión. Si tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, como nos venden, ¿qué pasa?¿qué tenemos a los profesionales más tontos? Incluso han llegado a insinuar que nos hemos infectado por nuestra culpa.
«La estrategia de España ha sido la de la improvisación y la de la resolución de problemas según han ido apareciendo»
Hasta ahora, la autocrítica del Gobierno ha pasado por cargar contra los recortes del anterior Ejecutivo…
España siempre es el país de los balones fuera. No puedes hacer autocrítica criticando a otro. Ha habido cosas que se han hecho mal. Y lo más sangrante es que teníamos modelos, como el japonés o el coreano… La estrategia de España ha sido la de la improvisación y la de la resolución de problemas según han ido apareciendo. En cambio, otros países tenían una doble estrategia: contención y detección masiva de casos. Lo teníamos ahí delante. Si la rueda está inventada no perdamos tiempo inventándola. Igual había que tomar medidas impopulares, pero es que nos estamos jugando la vida.
¿Tuvo guardia el 8M?
Los que no. 9.
Recuerda que si de lo que se ha tratado en el hospital en ese momento?
Que nos íbamos a cagar. Aunque en el resto de hospitales todavía no eran conscientes, nosotros ya estábamos viendo cosas serias. Me pareció alucinante escuchar a Pedro Sánchez decir “¡viva el 8M!”. Alucinante. Ni viva el 8M, ni el Liverpool-Atleti, ni el mitin de Vox, ni ningún evento donde se haya congregado gente. Es un insulto a la inteligencia de todos los españoles. Si estamos en pandemia y hay que tomar medidas de contención se toman. Y tampoco tiene mucho sentido que anuncies el estado de alarma un viernes y esperes al lunes para cerrar el país.
¿Qué se dice ahora con la desescalada?
Estamos todos acojonados. Si ahora mismo hay un rebrote de la misma intensidad no sabemos qué va a pasar porque estamos súper cansados. Nos da pavor. Si ocurre en septiembre u octubre, como se rumorea, probablemente estemos preparados, pero ahora necesitamos descansar, tanto física como emocionalmente.
«Cuando Fernando Simón dijo que se estaban haciendo test a todos los allegados de los sanitarios positivos dejó de ser médico y se convirtió en político»
¿Qué opina de la gestión de Fernando Simón?
Para mí el día que dijo que cuando un profesional sanitario cae infectado se hacían test a todos sus allegados dejó de ser médico y se convirtió en un político. Pensaba que iba a dimitir al día siguiente, pero, qué va. Simplemente se desdijo. Una de dos, o estaba mal informado o le dijeron lo que tenía que decir. No quiero juzgar a la persona, pero el hecho es que es día mintió. Y me encantaría tomarme una cerveza con él para que me contase porqué.
Ellos están siendo probados en la actualidad?
Creo que sí. Después de estar enfermo me reincorporé al hospital y pasó un mes hasta que me hicieron la prueba serológica. La gestión ha sido muy irregular y muy diferente en función de donde estuvieras trabajando.
¿Cuál es el mejor y el peor momento que recuerda?
Para mí el peor momento fue cuando nos rechazaron pacientes en otros centros y el peor, en general, que la gente se haya muerto sola. El mejor cada vez que extubábamos a un paciente y le dábamos un alta. Lo celebrábamos saltando de alegría, como si fuera el gol de Iniesta en el Mundial.
¿Qué lecciones debemos extraer?
Primero, que tenemos que estar atentos. Si hubiéramos prestado atención a China a finales de diciembre habríamos contado con dos meses preciosos para prepararnos. Por otro lado, la gestión tiene que estar basada en el altruismo y en el bien común. Tal y como hemos las cosas, protegiendo, primero a nuestra familia, luego a nuestro hospital, después, a nuestra comunidad y, por último, al país, hemos tenido unos resultados catastróficos. Todo está interconectado. Nadie pensaba que lo que ocurrió al principio de la pandemia en China generaría 50.000 muertos en España. También he aprendido que cuando no tienes estrategia estás abocado al fracaso. Y, por último, que la humanización de la asistencia sanitaria es el camino y nadie puede mirar ya hacia otro lado. Si el estado del bienestar es salud y educación quiero que mis impuestos vayan ahí.
¿Saldremos más fuertes?
No. Saldremos, porque la vida sigue. Si no somos capaces de aprender de este guantazo estaremos peor que al principio.
Esta es la opinión de los internautas, no de El Imparcial
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