Crise: oportunidade para o governo de López Obrador

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador enfrenta una crisis de fondo, una que lo pone a prueba de la misma forma que el terremoto del 19 de septiembre de 1985 y su secuela pusieron a prueba al régimen de Miguel de la Madrid.

El gobierno de De la Madrid pareció “pasmado” las primeras horas después del sismo y la sociedad civil llenó el vacío, se organizó para encabezar rescates y reunir víveres y medicamentos. Para cuando el gobierno reaccionó había perdido la iniciativa y muchos mexicanos la fe en su presencia.

El impacto se pudo ver en la respuesta de la ciudadanía al terremoto del 19 de septiembre de 2017. Para cuando la policía, el ejército y los servicios de emergencia salieron a la calle, la sociedad civil estaba ya en acción y a pesar de una relativa rapidez llegaron a acompañar, apoyar, y a veces organizar.

López Obrador es todavía el líder indiscutible para una gran parte de la población. Pero su papel está comprometido por una serie de gafes, reflejada por un lado en los públicos forcejeos por el control de Morena, el movimiento que se convirtió en gobierno sin haber llegado a ser partido; y por otro los innecesarios roces con el feminismo, su desafortunada respuesta a la emergencia del coronavirus y su tendencia, también, a no asumir responsabilidades o empeñarse en decisiones erradas.

No se trata de cubrir a sus predecesores. Aún los partidarios del gobierno anterior lo culpan por haber propiciado su derrota y abierto el camino para el actual régimen. Y si han de investigarlos y acusarlos pocos, si acaso, harán algo mas que demandar que sea con acciones conforme a ley. Pero este momento no es de hallar culpables para problemas que ahora estallan. Es el momento de asumir responsabilidades y enfrentar.

Y por eso es que el gobierno parece estar «sorprendido».

La crisis de salud pública que enfrenta el mundo no es un complot conservador en su contra, como tampoco lo fueron el día mundial de protestas contra el feminicidio ni el desplome de los precios del petróleo, una cuestión de izquierda o de derecha. Son señales de un nuevo paradigma mundial: los presidentes y sus gobiernos ya no son juzgados por ser “de izquierda” o “de derecha”, sino porque funcionan o no funcionan, porque cumplen con sus promesas o no. Y este gobierno se está quedando corto.

Más allá de los problemas internacionales hay otros, locales, que por la ubicación de México tienen un impacto externo, en especial seguridad con sus vertientes de migración y narcotráfico. Si se añade una problemática política energética, una creciente desconfianza de los capitales nacionales y extranjeros, un régimen legal con decisiones ad-hoc, el resultado es un coctel conflictivo.

Irónicamente la crisis del coronavirus le ofrece una oportunidad de hacer “borrón y cuenta nueva”. Desde prescindir de algunos funcionarios que se han convertido más en obstáculos que en ayuda hasta un cambio de políticas, sin abandonar necesariamente su reclamo populista.

POR JOSÉ CARREÑO [email protected] @CARRENOJOSE1lctl

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *