«Vendrán y dirán: ‘¿Por qué estoy mirando esto, por qué es arte? Ni siquiera es lindo’ -señaló Kapoor en 2014 en una entrevista con The Times of India, al ser consultado por la posible recepción de su trabajo-. No muy seguido nos encontramos con algo que no entendemos, que nos lleva a preguntarnos qué es. Ese tipo de cuestionamiento te hace pensar distinto, provoca algo de discusión.»
No esperaba tanto desorden. La pieza fue atacada varias veces con grafitis ofensivos, hasta que el artista decidió dejarlos como testimonio del antisemitismo. Eso le valió una demanda judicial por mostrar en público «material antisemita». Aún así se negó a removerlos, y cubrió algunos de ellos con láminas de oro.
Más allá de las peleas anecdóticas, lo cierto es que este último logra producir el perturbador efecto de estar ante un agujero negro dispuesto a tragarlo todo. «El vacío tiene muchas presencias. Su presencia como miedo se relaciona con la pérdida del yo. La idea de ser consumido en el cuerpo, en la cueva, en el útero -dijo en una conversación con Homi K. Bhabha-. Siempre me he sentido atraído por una idea de miedo, hacia una sensación de vértigo, de caer, de ser empujado hacia el interior.»
«Lo único que la obra de Anish no es, es zen ni tranquila. Son piezas muy disruptivas. Cuando ves la pared blanca como si estuviera embarazada, parece muy plácida, silenciosa, pero es una cosa que está al borde de explotar. Todas están en ese límite entre lo que casi es y lo que ya es. En el punto de transformación.»
«Un espejo parece la cosa más aburrida y plácida, pero cuando llegás a un espejo de Anish te ves a tí mismo transformado. Descubre una dimensión tuya que un espejo normal no te da», señala Dantas sobre esta obra, más parecida a los volúmenes espejados creados por otras dos estrellas del arte contemporáneo global: el argentino Tomás Saraceno y el danés Olafur Eliasson.
«La escultura de Anish no existe sin el espectador -agrega Dantas-. Solo la entendés cuando sos parte de ella, no cuando la ves en fotografías. Es muy inclusiva, en el sentido de traer al espectador dentro de la obra y ponerlo en el contexto donde está el punto de transformación, que es su propio cuerpo.»
En esa experiencia sensorial juegan un rol clave los colores de algunos de los diversos materiales empleados por Kapoor. Como la montaña de pigmento rojo que instaló para crear Destierro en el Parque de la Memoria, contrastada con una excavadora pintada de azul eléctrico. Otra de las obras de esa muestra, Imagina el azul, consistía en un montículo más pequeño de pigmento, iluminado de una manera intermitente que provocaba cambios en la percepción del color.
¿Por qué el tema del origen es tan importante en la obra de Kapoor? «Porque ese es el tema de la humanidad -responde el curador-. Nos conectamos con algo nuestro que estamos perdiendo cada vez más, en un tiempo de aceleración total. El arte puede cambiar los tiempos de las personas, tiene esa potencia de transformación.»
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