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El lehendakari quiso ayer dar por zanjado el conato de crisis con el PSE. Los dos socios de Gobierno han mantenido estos días varios encontronazos públicos por las críticas del lehendakari a la gestión de la crisis sanitaria por parte de Pedro Sánchez. Afirmó que las «diferencias» son «normales» dentro de un Ejecutivo de coalición. Eso sí, aseguró que mantendrá su «tono, «crítico pero constructivo», con el presidente del Gobierno.
Los rifirrafes en el seno del Ejecutivo vasco desde que se decretó el estado de alarma han sido diversos. El último, por el reparto de mascarillas. Durante varias semanas ambas administraciones defendieron la misma postura: no era necesario su uso. El mensaje era que lo más importante para frenar los contagios era mantener las distancias y una correcta higiene personal. Pero a finales de la semana pasada el Gabinete de Sánchez cambió de opinión y anunció que comenzaría a repartirlas por diferentes puntos. La decisión cogió con el pie cambiado al Ejecutivo vasco. La consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, acusó a Sánchez de «especular» y «dificultar el autoabastecimiento», mientras que el lehendakari cargaba contra el Gobierno central por tomar decisiones de forma «unilateral» y aseguraba que su gestión de la crisis sanitaria «no es asumible».
Llovía sobre mojado -el cierre de la industria también soliviantó a Urkullu- y las críticas dejaban sin duda en un lugar complicado al PSE, como socio de Gobierno. La propia líder de los socialistas en Euskadi, Idoia Mendia, pidió a los representantes del PNV que «rebajasen el tono de las críticas no justificadas a la actuación del Gobierno de España» y dejasen atrás «el reproche de brocha gorda». Este último emplazamiento también lo realizó la titular de Trabajo y Justicia, María Jesús San José, en un momento nada baladí. La consejera socialista se pronunció en este sentido en la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno. A su lado estaban Josu Erkoreka y Nekane Murga.
Durante su comparecencia de ayer tras presidir la reunión del comité asesor del plan de protección civil ante el Covid-19, Iñigo Urkullu quiso quitar hierro al asunto. Comentó que en la conferencia de presidentes autonómicos hay varios ejecutivos de coalición, «y es normal que existan discrepancias». «Otra cosa es que tengamos un programa de gobierno común», puntualizó. El lehendakari defendió que entre socios quepan «opiniones distintas». «Las diferencias se hablan y se resuelven en el Consejo de Gobierno, como se ha hecho en esta ocasión. Estamos de acuerdo en el trabajo y colaboración en la lucha contra el Covid», quiso zanjar.
Pero Urkullu no cree que su postura hacia Pedro Sánchez deba variar un ápice. «Intento hablar en un tono constructivo. Puede ser que exista crítica, pero siempre en materia de autogobierno», señaló. Dijo respetar la opinión de todo el mundo -en alusión a las palabras de Mendia-, pero aseguró que mañana irá «como siempre» a la conferencia de presidentes. «Puede haber aspectos críticos, tanto en el fondo como en la forma, pero también una reiterada voluntad de colaboración. Desde el primer día», apostilló.
El lehendakari también se refirió ayer a la propuesta de Pedro Sánchez de reeditar los Pactos de La Moncloa de 1977. Aseguró Urkullu desconocer «el ‘time in’ del presidente del Gobierno»: «Ni sé si su intención es reunirse con los partidos, con los agentes sociales o con las instituciones». El jefe del Ejecutivo autónomo, que reconoció que en la última reunión telemática con los presidentes autonómicos Sánchez «no adelantó nada sobre el contenido» de su propuesta, remarcó que «la situación actual no es equiparable con la del 77, cuando no existían las autonomías». «Estamos en un Estado compuesto y complejo. Cualquier acuerdo de Estado debería ser desde el respeto y reconocimiento mutuo. Entiendo que sería un plan de reconstrucción económica», concluyó Urkullu.