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SANTIAGO, 18 Nov. (Agencia Uno/EP) –
El mandatario chileno, que reaccionó inicialmente declarando el estado de emergencia, acabó pidiendo perdón por no saber escuchar las demandas de la ciudadanía, anunciando una «agenda social» para colmarlas y remodelando el Gobierno para llevarla a cabo.
Sin embargo, Piñera se ha resistido hasta el último segundo a la idea de cambiar la Constitución. Finalmente, la semana pasada el proceso se puso en marcha y los partidos políticos de Gobierno y oposición llegaron a un histórico acuerdo para redactar una nueva Carta Magna.
El papel de Piñera ha sido muy criticado porque envió al núcleo duro de su Gobierno y dejó las negociaciones en manos de sus emisarios y los partidos, encargándose solamente de los contactos internos en la coalición gobernante, Chile Vamos.
Así, el 71,6 por ciento de los interrogados cree que el rol de Piñera en las negociaciones para la nueva Constitución fue malo o muy malo.
Para los encuestados, el proceso constituyente es fruto de las protestas, en un 63,1 por ciento, de las organizaciones y movimientos sociales (21,7), del Congreso y los parlamentarios (15,1), del Gobierno y sus ministros (13,7) y del presidente (10,7).
Sobre la necesidad de redactar una nueva Constitución, el 82,3 por ciento está de acuerdo. Así, en el plebiscito previsto para el próximo mes de abril, el 81,1 por ciento ha dicho que votaría a favor del cambio constitucional.