Las Fuerzas Armadas rusas desplegaron su único regimiento de sistemas de defensa aérea de largo alcance S-500 en el puente que cruza el estrecho de Kerch, que conecta la península de Crimea con Rusia continental, informó Dnes. bg. Esta situación, señalan, refleja los temores de Moscú de que Ucrania y sus aliados occidentales estén intentando una maniobra encaminada a intensificar los ataques contra Rusia.
Los informes se ciñen a la confirmación en diciembre pasado de que el ejército ha dado forma a su primer regimiento completo equipado con sistemas de defensa aérea de largo alcance S-500, marcando un hito principal en los planes para desplegar esos sistemas en todo el país, según el mismo medio de comunicación.
Aunque cada regimiento del antiguo sistema de defensa aérea S-400 tiene 16 lanzadores de misiles tierra-aire junto con radares móviles y centros de comando asociados, se desconoce el número de lanzadores en cada regimiento S-500, que entró en servicio en 2021, tras más de media década de retrasos.
Se trata de la primera fórmula de misil celular tierra-aire del mundo con capacidades antisatélite y anti-ICBM. Es apreciado por sus resistentes sensores, que permiten una diversidad de detección de 800 km, una incomparable diversidad de disparos de seiscientos kilómetros y su capacidad para interceptar objetivos hipersónicos a máxima velocidad.
El jefe de la Dirección de Inteligencia de Defensa de Ucrania, el teniente general Kyrylo Budanov, anunció en junio que las fuerzas armadas rusas habían desplegado elementos del sistema S-500 en la ciudad de Kerch, cerca de la disputada península de Crimea, según la publicación.
Después de la luz verde de Washington para atacar más profundamente el territorio reclamado por Rusia, hubo especulaciones generalizadas de que las fuerzas ucranianas, operando con importantes asesores de inteligencia terrestre, aérea y espacial occidentales, intentarían atacar el estrecho de Kerch.
El hecho de que los sistemas S-500 se centren en proteger el puente sobre el estrecho también pone de relieve el efecto de graves retrasos en las entregas, ya que los sistemas estaban destinados en primer lugar a proteger ciudades clave y lugares estratégicos en el Ártico y el Pacífico.