Pedro Sánchez celebra los vertiginosos cien días de un mandato que prevé un largo «pase lo que pase»

José Miguel Blanco – Francia |

Madrid (EFE). – Sólo han transcurrido cien días desde la reapertura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, pero se tiene la sensación de que ha pasado mucho más tiempo por la sucesión de ocasiones que, a finales de la legislatura, , ya le han obligado a presentarse varias veces para asegurarse de que su mandato tenga futuro.

Su mirada y sus intenciones se dirigen a 2027, con tres años y medio para vencer los desórdenes que, tras conservar la llave de la Moncloa en las elecciones del 23 de julio, certifican que tiene un rumbo impedimento por delante.

La primera piedra que ha caído en este camino es Junts. Después de que las negociaciones de toma de posesión con el partido del expresident Carles Puigdemont corrieran el riesgo de fracasar y se alcanzara un acuerdo mediante el compromiso sobre una ley de amnistía, la hoja de ruta del nuevo gobierno no es esa El partido empezaría a dar dolores de cabeza tan pronto.

Sánchez se ganó la confianza del Congreso el 16 de noviembre, y menos de dos meses después, el 10 de enero, logró convencer a Junts con un acuerdo «in extremis» y con suspenso incluido hasta el momento de la votación, para ejecutar dos decretos. el que prolongó las medidas anticrisis y un imprescindible para permitir la llegada de 10. 000 millones de euros de fondos europeos.

Se trataba del primer éxito de la prueba de estabilidad a pesar de que se dejó algún otro decreto en el camino, el patrocinado por la vicepresidenta Yolanda Díaz para reformar las prestaciones por desempleo y que puede no prosperar porque los diputados de Podemos, ya situados en El Grupo Conjunto, buscó demostrar que también habrá que contar con ellos porque pueden ser decisivos.

Veinte días después, el 30 de enero, Junts provocó al Govern algún que otro revés que tampoco estaba previsto en su escenario. Aunque se había pactado con el independentismo dotar de una ley de amnistía, no esperaba que fuera el partido que Se ahorraría su aprobación a través de la consulta plenaria del Congreso y que tendría que ser remitido a la Comisión de Justicia.

El texto sigue ahí, en el tiempo, sin ninguna señal de concesión por parte de ninguno de los partidos, pero con el convencimiento expresado a través de Sánchez de que habrá una ley de amnistía y que saldrá del Parlamento como dice haber entrado, es decir, completamente constitucional.

Aunque no necesita ponerse en ese escenario, el presidente dejó caer el mensaje de que aunque no haya ley de amnistía, habrá legislatura. ¿Y si tampoco hubiera nuevos presupuestos?

Esto es lo que repite durante esos cien días vertiginosos de vicisitudes políticas, que no hay amenaza de que se plantee convocar nuevas elecciones a partir del verano, cuando los plazos fijados por la Constitución lo permitan, y que los fieles a sus » Manual de Resistencia» continuará.

Los efectos de las elecciones gallegas no condicionaron esta determinación pese al revés socialista y a Alberto Núñez Feijóo que se ve con argumentos para profundizar su estrategia opositora y pedir que Sánchez evite quedar en manos de nacionalistas y separatistas y convoque elecciones.

En reacción a quienes esperaban que un recambio dentro de la Xunta fuera su liderazgo, el presidente del PP alardeó durante su último cara a cara parlamentaria con el jefe del Ejecutivo de que eso no había sucedido y que seguía en pie.

Y Sánchez corrobora y añade a este discurso: Feijóo sigue en la oposición, pero sigue en pie, y por eso promete que seguirá siéndolo, como presidente del Gobierno.

Continuará una tarea que, como él mismo resumió en las redes sociales a motivo de los cien días de su toma de posesión, seguirá teniendo el mismo objetivo que hasta ahora: “más empleo, más derechos, más convivencia”.

Lo acompaña a través de un video que incluye sus declaraciones de que para este triple propósito “sudará hasta la última gota” y decisiones en poco más de 3 meses como ampliar el salario mínimo, aprobar el Proyecto de Ley de Igualdad de Representación (el primer del legislativo), ampliando medidas anticrisis o ayudando a los agricultores en medio de sus protestas en las calles y carreteras.

Ante este equilibrio, la oposición redobla su denuncia a Sánchez y sus ministros, siendo el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, uno de sus grandes destinatarios (con una nueva desaprobación aprobada en el Senado) tras el homicidio de dos de los Guardias Civiles de Barbate que fueron aplastados a través de una patera narco y al que también se pide el control ante la nueva crisis de Cayuco.

El PP también ha encontrado argumentos para sus ataques en el «caso Koldo», un caso que llega a la sede del ex ministro José Luis Ábalos y en el que el presidente del Gobierno ha llamado a un combate implacable contra la corrupción «donde quiera que vaya». posiblemente sea”. Venga y caiga el que caiga.

Continúa el nuevo intento de lograr un acuerdo sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial, esta vez con la mediación de Bruselas, después de que un mes después de su toma de posesión, Sánchez celebrara con Feijóo la primera asamblea del marco legislativo y acordaran darse una posibilidad que lleva más de cinco años pendiente.

La incógnita persiste sobre el resultado, pero no sobre algún otro compromiso asumido en esta reunión: en tiempo récord, la reforma al artículo 49 de la Constitución fue suavizada al plazo reducido referido a las personas con discapacidad.

Pero el Ejecutivo apuesta por hacer más en una legislatura que, siguiendo a Sánchez, va a ser larga.

Con o sin amnistía, con presupuestos o sin este año, con o malos efectos en las elecciones europeas, «pase lo que pase», dicen a Efe recursos de Moncloa, Sánchez seguirá. Afirma tener todavía «todo el tiempo del mundo».

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