Operación Barbarroja y defensa de Moscú Segunda Guerra Mundial

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En 1941, el Tercer Reich estaba en el apogeo de su poder. Hitler toma la decisión de embarcarse en la conquista de Rusia, para capturar sus recursos y un rival amenazador. La derrota de la Unión Soviética significaría el triunfo definitivo de la Alemania nazi, pero el plan del Führer no resultó como esperaba.

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El alto mando alemán, y especialmente Hitler, despreciaban a los rusos, a quienes consideraban bárbaros. Después de la simple conquista de Francia, pensaron que la dominación de la Rusia europea (hasta los Urales) sólo les llevaría 3 o 4 meses.   Para esta nueva campaña, se planeó una ofensiva en 3 frentes: el frente norte atacaría a lo largo de la costa báltica hacia Lituania y tomaría Leningrado (actual San Petersburgo), en el medio el ejército avanzaría primero hacia Minsk (Bielorrusia), luego se dirigiría hacia Moscú. Finalmente, el Grupo de Ejércitos Sur atacaría Ucrania, donde se ubica el 60% de la industria enemiga, además de su principal fuente de alimentos. Una vez asegurada esta zona productiva, se tomarían la base naval de Crimea y los campos petrolíferos del Cáucaso.

Según especialistas del ejército, uno de los errores de esta técnica fue que al dividir la ofensiva entre varios objetivos reducía sus efectivos. Moscú, que era el eje de comunicaciones ruso además de un vital centro comercial, ha sido objeto de una ataque concentrado, ya que su conquista habría dividido a la Unión Soviética en dos partes, sencillas de atacar por separado.

Uno de los errores del ejército nazi fue que al dividir la ofensiva entre varios objetivos, sus fuerzas disminuyeron.

Por su parte, los rusos no tenían un plan de defensa coherente y no lo tenían ante la inminencia de la invasión. Aunque algunas tropas estaban concentradas en la frontera, apoyadas a través de depósitos de origen, la mayoría de las fuerzas soviéticas estaban dispersas. A medida que los defensores se concentraban en una línea estrecha, corrían el riesgo de ser rodeados y obligados a rendirse.

Un ejemplo del exceso de confianza de los alemanes es que sólo una quinta parte de sus fuerzas llevaban ropa de invierno, a pesar de que la cruzada estaba prevista para diciembre. En ese momento, según los cálculos alemanes, el ejército podría estar atrincherado en la nueva zona oriental. Frontera del Reich marcada a través del Volga.

Sin embargo, el primer revés que Hitler encontró al fijar la fecha de la invasión fue la lluvia. Las inundaciones de primavera habían convertido el territorio en un atolladero, lo que obligó a retrasar la invasión hasta el verano.

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Para la operación, pretendían reunir 3. 400 tanques y unos 4 millones de hombres, frente a 11. 000 tanques rusos y 3 millones de soldados. El bajo número de vehículos blindados alemanes se explica por la escasez de combustible, provocada por el bloqueo aliado a las importaciones de petróleo. La fórmula de envío también adolece de falta de personal; de hecho, a pesar del reclutamiento de miles de camiones franceses, es obligatorio utilizar tracción animal.

La ofensiva comenzó el 22 de junio de 1941 con un bombardeo de artillería contra las posiciones rusas, seguido de un ataque aéreo a través de la Luftwaffe. Entre los objetivos de los bombarderos en picado alemanes estaban los aeródromos enemigos: ese primer día, sólo unos 1. 100 aviones rusos fueron destruidos, ofreciendo indiscutible dosel aéreo los primeros meses de la invasión.

Cuatro días después, el 26 de junio, el general Hermann Hoth llegó a Minsk, capturando a 324. 000 rusos y 2. 500 tanques que pronto se rendirían. Al mismo tiempo, los ejércitos del Norte y del Sur avanzaban de la misma manera, rompiendo el frente ruso. y tomando ciudad tras ciudad. El avance del Ejército Central de Hoth continuó a un ritmo de 32 kilómetros por día, rompiendo la línea de defensa de Stalin y llegando a Smolensk (a 369 kilómetros de Moscú) el 18 de julio.

Un contraataque ruso para proteger la capital acabó en un nuevo desastre: más de 300. 000 soldados de infantería soviéticos fueron rodeados en una nueva maniobra de cerco y a pesar de todo capturados.

El núcleo de la estrategia alemana eran las divisiones acorazadas, que atacaban su famosa guerra relámpago o blitzkrieg: tras un bombardeo inicial destinado a debilitar la línea enemiga, dos grupos de tanques rompieron el frente en otros puntos, atacando las comunicaciones y envolviendo a los enemigos atrapados. , formando una bolsa con el objetivo de capturar soldados enemigos.

 

Los alemanes atacaron en equipos de 50 o 60 tanques en forma de V, a lo largo de un frente estrecho de un kilómetro de ancho. Los cañones antitanques rusos estaban dispersos por todo el frente, por lo que los atacantes sólo tuvieron que lidiar con unos pocos cañones, que fueron silenciados temporalmente. Los puntos fuertemente defendidos, como el castillo de Brest, fueron simplemente rodeados, dominados por la infantería y la artillería que seguían a los tanques. Una vez superadas las líneas enemigas, las divisiones blindadas disponían de una fuerza de reconocimiento compuesta por semiorugas y motocicletas con sidecars, que exploró el país frente a los tanques para decidir la dirección y los objetivos más productivos.

Los obsoletos tanques rusos T26 y BT7 sucumbieron, impotentes, ante la impresionante potencia de fuego y blindaje del enemigo, siendo absolutamente masacrados. Los primeros tanques T34, de moderno y revolucionario diseño ruso, causaron algunos desórdenes a los alemanes, pero su número era demasiado grande. pequeño para impedir el avance.

A pesar de la buena fortuna del ataque a Moscú, el dictador alemán estaba convencido de que Ucrania y Leningrado tenían prioridad, ignorando así a sus generales, emitió la Directiva 33 el 19 de julio. Ordenó los tanques del Ejército Central hacia los otros dos frentes: General Hoth se desplazaría hacia el norte para asegurar el cerco de Leningrado, y el general Heinz Guderian se desplazaría hacia el sur para completar la captura de Kiev, las regiones carboníferas de Ucrania y la conquista de Crimea.

Hitler ordenó a los tanques del Ejército Central dirigirse a los otros dos frentes, ignorando a sus generales.

Esta orden debilitó fatalmente al ejército central, lo que obligó a frenar su avance sobre Moscú, y dio a los defensores de la capital tiempo suficiente para recomponer su ejército con reservas y preparar una formidable defensa frente a la que las fuerzas alemanas acabarían resistiendo. aplastar.

Aunque la captura de Kiev aseguró la rendición de otros 220. 000 rusos, los inagotables recursos humanos del enemigo hacían inimaginable que fueran derrotados en una guerra de desgaste mientras sus líneas de comunicación permanecieran intactas. Además, Rusia ha controlado Para mitigar el golpe a la industria ucraniana, se ha mitigado de manera segura con el traslado de fábricas y personal a través de trenes, desde los espacios amenazados por los alemanes hasta Siberia, lo que ha hecho imaginable continuar con la producción de armas y municiones.

Detrás de la línea del frente, la dura represión policial de los fanáticos de las SS alemanas y los ataques de equipos partidistas organizados a través de la NKVD (la policía secreta rusa), pronto convirtieron la retaguardia en un nido de atrocidades y represalias que impidieron la consolidación del territorio. ya conquistado y ralentizó el envío de suministros.

Con Crimea bajo control y Leningrado fuertemente sitiada, es posible que el ataque a la capital se reanude. Viazma (una ciudad vital en la carretera que une Smolensk con Moscú) fue atacada a través de Guderian el 30 de septiembre y tomada el 20 de octubre con la captura de 500. 000 prisioneros a través de las divisiones circundantes del general Hoth.

Con la implementación de la Directiva 33 se perdieron más de dos meses de tiempo, decisivos para el resultado final de la Operación Barbarroja.

El fatal atraco fue crucial. El 15 de octubre, cuando los alemanes se encontraban a sólo 105 kilómetros de Moscú, un fuerte tifón acompañado de las primeras nevadas convirtió las carreteras en atolladeros en los que era muy improbable avanzar. Gracias a este respiro, los rusos consiguieron traer refuerzos gigantes. desde Siberia hasta Moscú, añadiendo 1. 000 tanques y otros tantos aviones de combate. Al mando de la defensa estaba el capaz general Georgy Zhukov. Con los alemanes estancados, Stalin celebró el desfile de la Revolución de Octubre el 7 de noviembre como en tiempos de paz, lo que ayudó a darle vida a la moral del ejército ruso.

Una fuerte tormenta, acompañada por la caída de las primeras nevadas, transformó en atolladeros los caminos por los que debía avanzar.

En sólo un mes, con el inicio de un clima frío, el suelo se congeló y los alemanes atacaron de nuevo el 16 de noviembre. Siguiendo las mismas viejas tácticas, dos equipos blindados rodearon al enemigo, mientras el ejército principal atacaba de frente. Pero a diferencia de ocasiones pasadas, los invasores se encontraron con un fuerte contraataque ruso, que los hizo retroceder cuando se encontraban a sólo 8 kilómetros de la capital rusa. Un fuerte descenso de las temperaturas el 2 de diciembre puso fin a la batalla, una de las más largas y sangrientas de la Segunda Guerra Mundial, obligando a los mal preparados soldados de infantería alemanes a refugiarse en posiciones fortificadas que sufrirían ataques todo el tiempo. el invierno.

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La Operación Barbarroja abrió un segundo frente para la Alemania nazi en esta sangrienta guerra que duraría hasta 1945 y que se saldaría con millones de muertes entre infantes y civiles, y que terminaría con la victoria de los Aliados frente a las potencias del Eje.

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