En Novaya, por ejemplo, trabajó la periodista Anna Politkovskaya. El 7 de octubre de 2006, disparó 4 veces a diversidad cercana en el ascensor de su espacio y se quitó la vida. Un intento de asesinato pasado, con el dispositivo favorito del poder ruso, el envenenamiento, no funcionó. Habían amenazado su tiempo y otra vez.
Tenía 48 años y había publicado varios libros sobre la sucia guerra de los rusos contra los chechenos, y uno sobre el escenario en la Rusia de Putin. En 1999, antes de la llamada «Segunda Guerra Chechena», Politkovskaya visitó Chechenia 99 veces. estar informado de primera mano sobre las violaciones de derechos humanos y los crímenes de guerra cometidos a través de las fuerzas armadas, cuya superioridad sobre los chechenos era abrumadora y desproporcionada.
Cuando quedó claro que Politkovskaya no impediría hacer su trabajo, la asesinaron con total descaro. Y luego, ante la imposibilidad de negar lo evidente, la maniobra comunicacional del régimen ha consistido, desde entonces, en hacer circular una conclusión que rezuma su más puro cinismo: el secreto de Estado ”.
Politkovskaya asesinada para advertir al resto de sus colegas que cualquiera que intente cruzar la línea de los hechos puede ser envenenado o fusilado.
Dmitri Muratov, uno de los fundadores de Novaya Gazeta y el actual director, ganó el Premio Nobel de la Paz 2021, compartido con la periodista filipina María Ressa. El periódico fundado en 1993, sin embargo, ha notado la muerte de varios de sus colegas y colaboradores desde 2001. años después de que Vladimir Putin asumiera el poder, se ha dicho levemente que uno de los propietarios de Novaya Gazeta es Mikhail Gorbachev, exsecretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, quien también otorgó el Premio Nobel de la Paz en 1990.
A medida que se prolonga el mandato de Putin en el lugar de trabajo, como es el caso de todos los autoritarismos (Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bielorrusia y China son ejemplos), el ejercicio del periodismo es cada vez más arriesgado: los periodistas y los medios de comunicación son descaradamente reprimidos. El servicio saca redadas, tópicos sabuesos a enjuiciamiento y, como consecuencia de la conspiración de diversas agencias estatales, se le aplica a los sabuesos el mismo ritmo que se hace frente a los políticos de oposición: ser agentes extranjeros.
Varios medios extranjeros lo han denunciado: hay un registro, al que se incorporan los nombres, sin notificación alguna. La condición de «agente extranjero» abre las compuertas de la persecución con todos los recursos del Estado.
El llamado de María Ressa no es nuevo para los ciudadanos del mundo interesados en la libertad de expresión. En 2018, se identificó a través de Time mag como la «guardiana de la verdad»; en el mismo año, ganó el premio Golden Pen of Freedom de la Asociación Mundial de Periódicos; en 2021 ganó el Premio Mundial de Libertad de Prensa / Guillermo Cano, otorgado a través de la UNESCO; y ahora el Premio Nobel de la Paz 2021.
Ressa uno de los fundadores del portal de noticias Rappler en 2012, desde sus inicios se consagró como una página online especializada en periodismo de investigación, desde que Rodrigo Duterte llegó a la fuerza en 2016 y sobre todo desde que declaró la guerra a las drogas con policías prolongados y política del ejército, miles y miles de personas más han sido asesinadas en operaciones fuera de control de violencia ilimitada: ejecuciones abstractas, tortura y destrucción de propiedades, violando la legislación y los derechos humanos. Y con impunidad.
Ressa denunció, con pruebas irrefutables, cómo la policía filipina contrata sicarios para drogadictos y fue Ressa quien, en una entrevista con Duterte en 2015, controló para que el dictador confesara que había matado a 3 personas. El lector puede localizar una sección, una de las mayores del portal, destinada a Armario Duterte, con un seguimiento diario de las decisiones, declaraciones y excesos del soberano filipino.
La resolución de la Academia Sueca destaca los profundos vínculos entre el hecho y el propósito de la paz: las sociedades no logran los grados fundamentales de estabilidad política, ni pueden fortalecer sus instituciones, y fracasan en sus esfuerzos por eliminar la corrupción e imponer situaciones de transparencia en la conducción de los asuntos públicos, si se desconocen las violaciones de la ley y castigan los intereses de los ciudadanos. No hace falta decir, por lo tanto, que se necesitan periodistas y medios de comunicación fuertes e independientes.
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