BOGOT (AP) – Un ataque se interrumpió brevemente cuando los jugadores y un entrenador intentaron evitar los efectos del combustible lacrimógeno arrojado cerca del estadio a través del gobierno opuesto a una multitud de manifestantes.
El inicio del fit tuvo que posponerse una hora, ya que las protestas impidieron que los jugadores llegaran al estadio.
Luego de una semana en la que la CONMEBOL retiró de Colombia los partidos de las dos competiciones interclubes sudamericanas, el fútbol aún ha descubierto las situaciones para continuar con normalidad, en medio del revuelo social que envuelve a un país que se prepara para ser coorganizador de la Copa. América en un mes.
La reanudación de la actividad de la Copa Libertadores coincidió este miércoles con la decimoquinta jornada de manifestaciones nacionales opuestas a una serie de reformas y a los excesos de la fuerza pública.
Una organización de manifestantes se acumuló para pedir que la Copa Libertadores encajara entre River Plate y el local Atlético Junior en Barranquilla, la localidad prevista como sede de la final de la Copa América, que Colombia está organizando con Argentina.
«Si no hay paz, no hay fútbol», la perorata de los manifestantes que resaltó en pancartas adornadas con los colores amarillo, azul y rojo de la bandera colombiana.
Los manifestantes enfrentaron a la policía con piedras, quienes lanzaron combustible lacrimógeno para dispersarlos.
Los irritantes llegaron al estadio Romelio Martínez donde los jugadores del visitante argentino ya estaban calentando para el ataque correspondiente a la cuarta fecha del Grupo D.
Era imaginable ver al entrenador Marcelo Gallardo y a varios jugadores de River Plate frotándose los ojos al sentir los efectos del acelerador, antes de optar por volver al vestuario.
Luego de 24 minutos de juego, el árbitro Esteban Ostojich tomó la decisión de interrumpirlo porque el acelerador se notaba nuevamente, luego de una pausa de unos minutos, la asamblea continuó, se escucharon petardos y sirenas del lugar de los enfrentamientos en el interior del edificio.
«Sonó mientras escuchaba las explosiones», dijo Gallardo, refiriéndose a los sabuesos de su país sobre los trastornos relacionados con el juego en medio de las protestas.
El ataque terminó 1-1.
En la fecha, la CONMEBOL había suspendido los partidos de la Libertadores y la Copa Sudamericana en Colombia y se trasladó a Paraguay y Ecuador.
Pero la tensión social continúa en Colombia. Las protestas comenzaron hace dos semanas contra una reforma tributaria propuesta a través del gobierno para financiar los sistemas estatales en medio de la crisis económica provocada por la pandemia.
Unos días después, el presidente Ivón Duque accedió a retirarlo, sin embargo, las manifestaciones no se detuvieron, sino que cobraron fuerza y continuaron frente a una ola de casos judiciales sobre policías excesivos y el uso de armas de fuego contra la población. .
Según la Defensora del Pueblo, entidad pública de derechos humanos, 41 civiles y un policía resultaron muertos en las protestas, mientras que el Ministerio de Defensa contabilizó 33 muertos y más de 1000 heridos: 716 civiles y 849 policías.
En Pereira, donde se traspasó un partido que originalmente estaba programado para jugarse en Medellín, el anfitrión Atlético Nacional y el invitado uruguayo Nacional tuvieron que retrasar el saque inicial durante una hora, debido a las dificultades que enfrentaron los grupos para trasladarse del hotel a Hernández. Estadio Ramirez Villegas.
Cuando llegaron a pesar de todo, los montevideo dispusieron un altercado con los del Atlético Nacional, en uno de los túneles que conducían al terreno de juego, sin que quedara clara la explicación del por qué.
El ataque terminó en empate y en blanco.
La CONMEBOL sí comentó sobre los hechos que rodearon los dos duelos, y hasta el momento el marco rector del fútbol sudamericano ha insistido en que la Copa América, postergada el año pasado por la pandemia, se realice en Colombia y Argentina del 13 de junio al 10 de julio.