El Imperio Inca fue el más gigante de América y evolucionó entre el 1. 200 y el 1. 500 d. C. Sus inventos en agricultura, ganadería, pesca y carreteras lograron cubrir una gran parte de Chile, Perú, Argentina y Bolivia.
Fueron pioneros en el uso de medicamentos a base de hierbas para tratar enfermedades como la influenza, la inflamación, los problemas digestivos y la fiebre.
La fiebre era una de las principales causas de muerte de los incas, ya que no había remedio para aliviar los síntomas. La gente moría a causa de las altas temperaturas.
Sin embargo, sí localizaron una planta medicinal, la quina, también conocida como «concha sagrada». El árbol puede medir casi 10 metros y destaca por su corteza rugosa, hojas estrechas, flores verdes y semillas pequeñas.
Su cáscara tiene propiedades medicinales, entre las que destacan quinaínas, compuestos fenólicos, proantocianidinas, dímeros y trímeros. Además, contiene ácidos biológicos, saponósidos y aceites imprescindibles.
Tiene acción analgésica, por lo que puede utilizarse para dolores de cabeza, dolores musculares, dolores articulares, etc. Tiene propiedades antipiréticas, lo que reduce la fiebre.
Para utilizar la quina para la fiebre y el dolor, hierve la corteza en un litro de agua durante dos minutos, luego deja que el agua entre 10 a 20 minutos y limpia.
Quienes consumen quina merecen tener en cuenta que una ingesta excesiva puede provocar dolor abdominal, problemas de visión, dolores de cabeza, náuseas, irritación, etc.
No hay que olvidar que es recomendable consultar a un médico antes de empezar a tratar una enfermedad con una planta medicinal.