Nunca como ahora, Pedro Sánchez ha demostrado que con tal de amarrar el poder es capaz de todo. No solo de engañar a los ingenuos de Ciudadanos para lograr el apoyo de sus 10 escaños. También lo es de poner en riesgo millones de empleos por contentar a los proetarras de Bildu al comprometerse a derogar la reforma laboral en un abrir y cerrar de ojos y a espaldas de los agentes sociales. Por lograr el aplauso de sus socios de investidura, el PSOE, Podemos y Bildu firmaron un pacto que dos horas después hubo que anular ante la avalancha de reacciones en contra. El cortoplacismo de Sánchez quedó al descubierto.
En medio de la descomunal crisis económica provocada por la pandemia, con el desempleo disparándose más que nunca, Pedro Sánchez aceptó cerrar un pacto para derogar la reforma laboral. Quería contentar a la diputada de Bildu que le había retado en el debate sobre el estado de alarma y demostrar así su compromiso con el progresismo recogido en el pacto de investidura. El presidente se mostró aterrado de perder a sus socios separatistas y proetarras por pactar con Ciudadanos y olvidó que en el Congreso se debatía la prórroga del estado de alarma, no la continuidad de su Gobierno.
Y es que, en su canto del cisne, Arrimadas había acordado apoyar al Ejecutivo en la quinta prórroga del estado de alarma, lo que provocó un auténtico cisma entre los socios de investidura de Sánchez. Rufián amenazó con romper amarras con el Gobierno poniendo en riesgo la legislatura.
De ahí, la ridícula pirueta de Pedro Sánchez al aceptar derogar ipso facto y en su totalidad la reforma laboral. Sin un texto alternativo, sin negociarlo con los agentes sociales o los partidos de la llamada Comisión de Reconstrucción, el presidente del Gobierno estaba dispuesto a tirarse por el precipicio y poner en riesgo la entera economía española con tal de apaciguar a sus socios de investidura.
Tenía que demostrar que él es el presidente de Gobierno más progresista del mundo. Y nada mejor que derogar de un plumazo la reforma laboral de Rajoy. El sainete protagonizado por Pedro Sánchez debería ser la mejor prueba de que nadie puede fiarse de un presidente al que solo le importa amarrar el poder. Y, ese poder ahora depende de los separatistas y los proetarras. De ellos depende el futuro de España; para empezar la reforma laboral, que ya nadie sabe qué artículos se van a derogar, ni cuándo.
Esta es la opinión de los internautas, no de El Imparcial
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