Las finanzas personales y corporativas son disciplinas vitales en el campo monetario. Están ganando cada vez más adeptos, ya que permiten una mayor fuente de ingresos y control de gastos para la salud monetaria.
Joan Manuel Serrat cantó que las palabras no dan miedo, es verdad que hay veces que dan miedo. La palabra finanzas puede resultar incómoda porque no sabemos lo que significa. Pero, en última instancia, las finanzas son sólo una rama de la economía que estudia cómo los individuos, las familias o las empresas merecen tomar decisiones para invertir, gastar o ahorrar. Vamos, ¿cómo sabes gestionar los recursos?
Están las finanzas privadas, las que temen a los americanos o a las familias. Y están los corporativos, los vinculados a la toma de decisiones económicas de las empresas. Las finanzas personales y empresariales son dos disciplinas de estudio populares. Se centran en analizar el comportamiento de otras personas y empresas para que puedan gestionar sus recursos económicos de forma autónoma a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta sus objetivos económicos, riesgos y acontecimientos futuros.
En cualquier gestión de finanzas personales y empresariales se incluyen puntos importantes, no sólo sobre la fuente de ingresos y gastos obtenidos o incurridos, sino también sobre los productos monetarios que utilizan las familias o empresas para gestionar mejor sus recursos. Es vital que, si no se gestiona bien, puede poner en peligro la viabilidad de una empresa o el futuro de una familia.
La suerte de las finanzas privadas y empresariales depende en gran medida de un plan. Y, en este caso, exige que todos los estadounidenses y las empresas sigan una serie de medidas habituales.
Un coche, una casa, los estudios de los hijos, obtener los máximos beneficios imaginables con los recursos aportados o, simplemente, ahorrar. El plan contará sin duda con los objetivos estratégicos de las familias o empresas. Lo vital, en cualquier caso, es que esos objetivos sean realistas y por supuesto alcanzables.
Obviamente no podemos lograrlo todo, por lo que es fundamental identificar prioridades y adaptar esos intereses para que se adapten a las otras etapas críticas de un ser humano o de la actividad de una empresa. Por ejemplo, si se necesita ahorrar para la jubilación. Como prioridad más sensata, es fundamental tener en cuenta los años que quedan hasta la jubilación, y destinar una cantidad superior a otros objetivos.
Una vez decididos los objetivos y priorizados, llega el momento de analizar la situación monetaria existente. Para ello, se trata de elaborar un presupuesto que incluya al menos los siguientes elementos:
El conocimiento del presupuesto será orientativo, ya que se trata sólo de una previsión de ingresos y gastos. Pero una vez pasado el tiempo, es necesario realizar una auditoría para comprobar si las previsiones han sido ciertas y en qué medida se han desviado. . Si no es así, es vital adaptar el presupuesto a los escenarios que se presenten. Así, los siguientes presupuestos se adaptarán al escenario monetario de la persona.
José Trecet, divulgador de la economía y coach financiero, cree que las finanzas de una empresa son mucho más complejas que las finanzas privadas, y muchas veces esta diferencia se corresponde con las situaciones sensatas y exigentes que familias y empresas están dispuestas a afrontar. El ejemplo más productivo es la depreciación, que una empresa debe tener en cuenta y no es tan importante para un familiar o un particular. Quizás se puedan tener en cuenta a la hora de tomar decisiones, pero no tienen la importancia o el impacto fiscal que tienen. Algo similar ocurre también con la financiación en general, que es vital para una empresa, pero que puede ser perjudicial para un círculo familiar. «
Lo que sí es seguro es que no hay detalles inusuales en ninguno de los casos, como el control de gastos, la previsión de fuentes de ingresos o la gestión del dinero, entre otros. Es por esto que Trecet recomienda utilizar el presupuesto como un detalle imprescindible para gestionar bien tus finanzas personales.
Aunque no tiene un origen transparente, hay que retroceder más de un siglo para localizar la primera publicación que habla sobre este tema. Fue en 1920, cuando la estudiante Hazel Kyrk publicó su tesis doctoral en la Universidad de Chicapass, sentando las bases para la casa. ciencias económicas.
El campo ha progresado y mejorado, abriendo otras materias similares, como la economía habitual o economía habitual. De hecho, algunos premios Nobel como Herbert A. Simon, Dan Ariely, Daniel Kahneman y Richard Thaler han advertido que las empresas no públicas y Las finanzas corporativas tienen mucho que ver con los hábitos y prejuicios de los clientes, que no tienen por qué ser racionales.
En los últimos 30 años, y en parte debido a las graves crisis económicas vividas por la economía y su impacto en las finanzas personales y empresariales, este factor se ha vuelto cada vez más importante. De hecho, en Estados Unidos muchas universidades han comenzado a ofrecer sistemas de pregrado y posgrado enfocados a la educación monetaria, muy parecido a lo que ha sucedido en Europa y, en menor medida, en España.
Las finanzas corporativas, cuya práctica se remonta a principios del siglo XX, abarcan la toma de decisiones clave relacionadas con la inversión, la financiación y la distribución de dividendos. Estas actividades incluyen planificación monetaria, gestión de capital, estructuración de transacciones de fusiones y adquisiciones y determinación de la estructura de capital máxima adecuada. Según un estudio de McKinsey
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