Rubén Limas: el Gobierno de Emergencia Nacional

En tiempos de desinformación y post – verdad, el comunicar adecuadamente es sumamente difícil. Los aparatos de propaganda del régimen no descansan en manipular emociones, alimentar prejuicios y difundir mentiras con la clara intención de desdibujar a la alternativa democrática. No hay opciones, frente a la manipulación, la alternativa no es el silencio es, alzar la voz clara y contundente en favor del pueblo.

Ahora bien, todos debemos evaluar la dicotomía en que nos encontramos. Por una parte, tenemos un gobierno de facto que logró esa fisonomía a partir de enero de 2019. En ese instante, fue evidente para el mundo que, no habiéndose celebrado elecciones libres y justas, Venezuela no contaba con presidente electo y, por tanto, conforme a la Constitución vigente, debió recibir el poder el presidente de la Asamblea Nacional bajo su condición de presidente encargado. De allí el recrudecimiento del aislamiento internacional, porque las Democracias no reconocen gobiernos de facto. No cabe el manoseado principio de la “no intervención en asuntos internos” dado que no se trata solo de un gobierno pésimo, corrupto e ineficiente como el que se inauguró en 1999 con Hugo Chávez a la cabeza (al menos ese gobierno contó con legitimidad de origen aunque perdiera la legitimidad de ejercicio), en esta oportunidad, se trata de sector, que con uso o amenaza de la fuerza, secuestró al país y sus instituciones sin que medie la voluntad libre de sus ciudadanos.

Cuando ese gobierno de facto recibe sanciones internacionales por otros gobiernos soberanos, esos gobiernos dan soporte a esas decisiones en el entendido de que a un secuestrador nunca le interesará el bienestar de sus víctimas. Al momento en que a Nicolás Maduro se le dé acceso a fondos internacionales, los gastará, antes que en alimentos y medicinas, en armas y corrupción. ¡Eso es lo que antes de las sanciones ocurría!

Claro, usted verá en los medios de comunicación en manos del régimen, discursos de paz, llamados genéricos a diálogo, cadenas de oraciones, pegajosos jingles que confunden a Venezuela entera con el PSUV. En ese instante, usted está viendo a Jorge Rodríguez haciendo lo que mejor sabe hacer: Propaganda de Guerra. Los efectos sanitarios y económicos de la pandemia se suman a la ineficiencia crónica de ese gobierno aislado. No hay hueso bueno, reto a alguien que nos diga: ¿Cuál servicio público funciona bien? ¿El agua, el gas, la seguridad ciudadana, la salud, la educación, la vialidad…? Solo uno. ¡Ninguno!.

Es allí donde debemos hablar de la constitución de un Gobierno de Emergencia Nacional. La Asamblea Nacional y la comunidad internacional insisten en que antes que un golpe de Estado, una invasión, una “acción quirúrgica”, un meteorito, un tsunami o la llegada de los marcianos, la salida para Venezuela es la conformación de un nuevo gobierno en el cual, de forma paritaria, personas ligadas al gobierno de facto y personas ligadas a la alternativa democrática, formen un Consejo de Estado y puedan estos, a su vez, nombrar a una persona de consenso para restituir progresivamente la normalidad institucional al país, poner fin a las sanciones y lograr, en el marco de la emergencia sanitaria, el acceso a financiamiento internacional y la recepción masiva de ayuda para responder a la crisis humanitaria compleja. Aquí no hay mucha ciencia, es simple sentido común.

Donde si entra la ciencia es cuando hablamos con politólogos, profesionales que estudian con soporte en el método científico los fenómenos relacionados al poder, muchos de ellos dan cuenta en sus hallazgos de la siguiente formulación: Desde la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI las transiciones políticas exitosas de la dictadura a la democracia tiene en común 1) un acuerdo político entre la coalición dominante o parte de ella con la alternativa democrática, 2) el restablecimiento de la libertad de expresión, opinión y libre asociación con fines políticos, 3) la celebración de elecciones con garantías elementales de competitividad, confiabilidad y credibilidad. ¡He aquí nuestra dicotomía! elegir un rumbo corresponde a los venezolanos. Perdura eternamente el gobierno de Facto o comenzamos el camino de un Gobierno de Emergencia Nacional. No hay espacio para nada intermedio, ni para salidas mágicas. Henry Ramos les dijo a los Diputados del PSUV en  la Asamblea Nacional una verdad incuestionable “No tengas miedo a la transición, ten miedo a permanecer en el poder sin apoyo popular”, porque ello si nos puede llevar a un conflicto social de consecuencias irreparables.

Rubén Limas

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