Pedro S?nchez no para de decretar Estados de Alarma tras comprobar que el coronavirus no es una gripe normal, pese a las advertencias de la OMS y de todos los expertos sanitarios salvo los de Moncloa. El primer día que decidió erigirse en el mando único, el presidente del Gobierno explicó que la situación requería el confinamiento de los españoles en sus casas. El problema es que ni sabía lo que decía.
Según el diccionario de la Real Academia Española, confinar significa desterrar a alguien, señalándole una residencia obligatoria o recluir algo o a alguien dentro de límites. Y confinamiento equivale a pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente, en libertad, en un lugar distinto al de su domicilio. Definición que debería hacer pensar al Gobierno sobre su eslogan quédate en casa, cuando en realidad la palabra dice en un lugar distinto al de su domicilio. La definición de la RAE, no obstante, deja claro que se trata de una reclusión.
En efecto, el presidente del Gobierno se siente muy orgulloso de su gestión en la crisis sanitaria y es capaz de justificar que España se haya convertido en el primer país del mundo en número de muertos por millón de habitantes. Ya veremos el resultado cuando esto acabe, dijo en su último sermón. Al tiempo, TVE y las televisiones amigas bombardean cada día con extensas crónicas sobre la imparable letalidad que sufren los Estados Unidos de Donald Trump o el Reino Unido de Boris Johnson, sin haber contado todavía a sus espectadores la noticia del vergonzoso récord de nuestra nación.
Pedro Sánchez también encontraría una excusa si alguien advirtiera del error de emplear la palabra confinamiento. Porque él jamás se equivoca. Dirá que la culpa es de los académicos o de la crispación del PP. De todos modos, conviene saber que lo que ha decidido el Gobierno, según la RAE, es recluirnos como condenados para cumplir la pena. Será la pena de tener a Pedro Sánchez de presidente del Gobierno, el que peor ha gestionado la crisis del covid-19 en todo el mundo.
Esta es la opinión de los internautas, no de El Imparcial
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