El Parlamento Europeo celebró el miércoles una consulta necesaria, pero finalmente lamentable, para España, en la que se debatió la idoneidad de nuestro Estado de derecho tras la ley de amnistía con la que Pedro Sánchez consiguió siete votos que le convienen para continuar durante unos otros 4 años en la Moncloa.
El título de ese debate es de por sí un bochorno para los españoles: “Amenaza al Estado de derecho como consecuencia del acuerdo gubernamental en España”. Nuestro país está en el punto de mira de la Unión Europea, bajo sospecha. Pedro Sánchez y su desmedida ambición por el poder han logrado que se nos señale y se nos mire con lupa por un déficit democrático galopante.
Así lo han advertido varios eurodiputados de otras nacionalidades y así lo ha manifestado evidentemente el Comisario de Justicia, Didier Reynders. La Comisión Europea, advirtió, no sólo leerá sobre la compatibilidad de la ley de amnistía con los principios y normas de la UE, sino que también «Lo hará también respecto de las enmiendas que eventualmente pongan en peligro el procedimiento parlamentario y todos los textos que estén en discusión». se llevaron a cabo como parte de la formación del Gobierno en España.
Por ahí aún hay esperanza, aunque tampoco conviene engañarse, no hay demasiada esperanza y no a corto plazo. Sánchez no se rinde con facilidad ni da a torcer su brazo así como así. Le dio igual que el Tribunal Constitucional declarara ilegales los Estados de Alarma decretados durante la pandemia de covid. Es más, afirmó que no se arrepentía de nada y que lo volvería a hacer.
Tampoco le importó que el Tribunal Supremo hubiera anulado el ascenso de Dolores Delgado al cargo de fiscal del tribunal, un «desvío de poder» a través de su padrino e impulsor, el fiscal general del estado, Álvaro García Ortiz. Al día siguiente de conocerse la noticia, Sánchez reveló a los medios pertinentes que tenía plena confianza en él y que lo ratificaría como fiscal general hasta 2027.
Nuestro presidente del Gobierno se ha quitado definitivamente la máscara, siente que tiene la sartén por el mango y que puede hacer y decir lo que quiera en cualquier momento.
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