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Recuerdo que me
O Jornal Aragão
Algunos expertos se preguntaban este fin de semana si el tacticismo no sería la virtud suprema del estadista: la mirada retrospectiva daría sentido a lo que en su momento era pura improvisación. Es una reflexión interesante, aunque en algunos casos parecía una justificación de Pedro Sánchez, a quien se comparaba con grandes líderes del pasado. Ciertos parecidos son innegables. La similitud entre Lincoln y Sánchez, por ejemplo, es irrefutable. Los dos son altos.
The Economist de esta semana permite señalar otros parentescos. El semanario alerta de que Boris Johnson pretende restringir el poder y la independencia de los jueces británicos. En septiembre del año pasado, el Tribunal Supremo canceló un intento gubernamental de suspender el Parlamento durante las negociaciones del brexit. La nueva fiscal general, Suella Braveman, poco antes de ser nombrada, criticaba a los jueces por «entrar en un terreno inherentemente político, para el que una respuesta legal es totalmente insuficiente».
Con la excusa de evitar la judicialización de la política el gobierno quiere aumentar el control político sobre los jueces. The Economist recuerda que «un sistema judicial independiente es un freno esencial a la tendencia de las mayorías de maltratar a las minorías y a la tendencia del ejecutivo hacia el autoritarismo».
El semanario también habla de un primer ministro imperial. Otros líderes británicos tenían contrapesos en su gobierno: Blair con Brown, Thatcher con Howe y Lawson, que acabó con ella al final. Johnson no tiene nada parecido: su único compañero poderoso de gobierno es su principal asesor, Dominic Cummings, «a quien puede despedir cuando quiera».
The Economist critica el gusto por la venganza de Johnson y las presiones a los periodistas, pero considera que la concentración del poder puede tener sus ventajas: evitar disfuncionalidades y abordar un objetivo claro y difícil, el brexit, en un momento de desafección política. El gobierno de Sánchez es de coalición, hay disfuncionalidades y su principal proyecto es que Sánchez se mantenga en el poder, ya veremos luego para qué. Pero resulta sorprendente la coincidencia de métodos entre un frívolo oportunista políticamente incorrecto y un oportunista frívolo políticamente correcto. Quizá sea cosa de la época, aunque uno sea un licenciado por clásicas en Oxford y el otro tenga, como escribió Ben Johnson, poco latín y menos griego. La frase se refería a Shakespeare, pero, como confirmaría cualquier filólogo de partido, el Bardo también guarda algún parecido con Pedro Sánchez: a los dos los obsesiona el poder y hay bastante especulación sobre la auténtica autoría de sus obras. H @gascondaniel
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