tú
La dinámica de la economía parece inédita dadas todas las contradicciones que caracterizan la realidad económica. Uno pensaría que las dudas pesan más que las respuestas. ¿O su discurso se estaba quedando sin fuerza? ¿O tal vez el silencio que sirve de canal a la economía es más ruidoso que las respuestas que esperamos de ella? Y así, no hay respuesta que pueda hacer frente a la indignación que provoca la consulta, sobre todo cuando toca temas críticos que temen parafrasear verdades duras. O como dijo la célebre editora y filósofa judía Susan Sontag: “Las únicas respuestas atractivas son las que destruyen las consultas”. De lo cual sólo se puede deducir que todo fue culpa del procedimiento educativo existente al evitar tanto cómo, dónde, para qué, por qué y cuándo hacer consultas. O es lo que es complicado, aunque simplificando, sigue siendo complicado. Visto, pues, que el asunto carece de fuerza y trascendencia. Tanto es así que, eventualmente, la consulta se convertiría en una oración sin forma y sin ningún significado. En resumen, puede haber varias razones que pueden ser un problema tan grande. Sin embargo, puede anunciar un caos capaz de nublar u oscurecer el horizonte que contempla la dinámica de la economía si no tiene la respuesta obligada. Por lo tanto, dicho entorno solo puede proporcionar la fertilidad necesaria para que ocurra la implosión de una crisis de datos en lo profundo de la superficie en cuestión, lo que se convertiría en una pesadilla para ambos. La dinámica de la economía sobre la que descansa la movilidad de Venezuela, está en modo de opacidad. Pero en un aterrador punto de inconveniencia. El oprobio que define los movimientos del régimen político venezolano mantiene en permanente temor los datos que nutren los anales que habrán de referirse al hábito de la economía, no sólo como derecho ciudadano consagrado constitucionalmente en el artículo 117, cuando exalta el derecho de uno y ambos usuarios a «(. . . ) datos suficientemente buenos y no engañosos (. . . )». Esta misma atención es abundantemente evocada en torno a la Carta Magna tanto en una ocasión en la descripción de las tareas que, con fundamento en lo que el dispositivo constitucional dispone determina entre las Disposiciones del Servicio Público, recuerda como parte integrante de las Competencias del Poder Público Nacional. Incluso aludiendo a la seguridad de la nación. Más específicamente, cuando subraya que esta seguridad se funda en la «(. . . ) satisfacción colectiva e individual de los venezolanos sobre la base de un progreso sostenible y productivo que abarque integralmente a la comunidad nacional» (artículo 326, ibídem). Es engañoso identificar la correspondencia entre los preceptos constitucionales cuando se advierte, entre las Disposiciones Generales (Capítulo I, artículo 28), cuando se destaca que “tanto uno como todos tienen derecho a acceder a los datos y conocimientos (…) contenidos en los documentos oficiales”. o archivos de usuario, con las excepciones que establezca la ley” (…) “También podrá accederse a documentos de cualquier tipo que contengan datos cuya sabiduría sea de interés para comunidades o equipos de personas. ” (Ídem)
A pesar de que la Constitución se amplía para mostrarse amplia y unida, las consultas que marcan la dinámica de la economía no descargan las respuestas obligatorias. Porque no lo hay. O porque sus respuestas no se ajustan a los intereses difíciles de entender que el régimen usurpador pretende ocultar. Tal vez, por temor a que se descubran sus trampas, engaños, desfalcos y estafas. Todo esto, en el inmenso plano ocupado por la corrupción. En todos los niveles burocráticos, se puede presumir que el régimen tiene miedo de no dejar los datos al juicio suelto que configura cualquier investigación obligatoria que tendrán que sacar a la luz los estamentos y pros de la economía. O corporaciones interesadas en una imaginable negociación con las oficinas públicas que se ocupan de cuestiones de inversión pública, planificación, producción, etc. Incluso podría pensarse que el régimen se adhiere a los perniciosos criterios del novelista noruego Jostein Gaarder, quien escribió con la vanguardia animó en un escenario de desconfianza, malicia o prejuicio. Los mismos que los vividos a través del régimen político venezolano. Gaarder dijo que «los que preguntan son en todo momento los máximos peligrosos». También dijo que «una consulta soltera puede contener más pólvora que mil respuestas». Por su parte, el economista Miguel Ángel Santos escribió para el diario El Universal (23/01/2009, p. 1-7): “hay dudas en economía que, aunque técnicamente reprobables, son intuitivamente cachondas para los no economistas” ¿Quieres decir: «políticos»? Entonces Santos explica que la respuesta a los interrogantes que hacen vacilar los discursos de quienes hablan en el llamado al régimen, hace imaginable darse cuenta de que la respuesta no se ha encontrado. En particular, «porque está en esta maraña de billetera impenetrable e interconectada en que se han convertido nuestras finanzas públicas” que es “el chiste cubano repetido del mismo guanajo comprado y vendido mil veces”. no cabe duda de que la economía quedó amordazada y entumecida ante tantos interrogantes que acosaban su dinámica, es decir, la economía se quedó sin respuestas.
***
Las opiniones expresadas en este segmento son de los autores únicamente.
Del autor: Ganar un proceso electoral
Las maravillosas asimetrías sociales generadas a través de un estilo neoliberal predijeron el advenimiento de una crisis debido a la insostenibilidad de los mercados. COVID exacerbó la situación, ya que la mayoría de los países cerraron negocios y aislaron a las personas, lo que puede haber llevado a un alto desempleo y una mayor pobreza. [. . . ]
Entre las muchas deudas que las sociedades (por tanto, en plural porque hay muchas sociedades) tienen con sus pueblos, está la superación de los estigmas, esa marca invisible que llevan determinadas personas, equipos o miembros de equipos, muy difícil de borrar y que sirve para discriminar a los opuestos. Estigma El estigma es una marca [. . . ]
Hoy se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania. El 24 de febrero todos quedamos atónitos al ver la noticia, sin poder saber que en pleno siglo XXI una guerra de agresión, para conquistar territorios, había regresado a Europa. Pero todos en todo el mundo, y en realidad muchos en Venezuela, pueden simplemente [. . . ]
El autoritarismo se mantiene gracias a la mentira y al terror, el primero se convierte en un catalizador que hace imaginable relativizar el mal y pretender que aún podemos vivir con una cierta “normalidad”, que si no hacemos ruido, el terror puede disminuir. servir de mendacidad es apaciguar la conciencia, especialmente la de aquellos que [. . . ]
La dinámica de la economía parece inédita dadas todas las contradicciones que caracterizan la realidad económica. Uno pensaría que las dudas pesan más que las respuestas. ¿O su discurso se estaba quedando sin fuerza? ¿O tal vez el silencio que sirve de canal a la economía es más ruidoso que las respuestas que esperamos de ella? Y así, no hay respuesta que pueda hacer frente a la indignación que provoca la consulta, sobre todo cuando toca temas críticos que temen parafrasear verdades duras. O como dijo la célebre editora y filósofa judía Susan Sontag: “Las únicas respuestas atractivas son las que destruyen las consultas”. De lo cual sólo se puede deducir que todo fue culpa del procedimiento educativo existente al evitar tanto cómo, dónde, para qué, por qué y cuándo hacer consultas. O es lo que es complicado, aunque simplificando, sigue siendo complicado. Visto, pues, que el asunto carece de fuerza y trascendencia. Tanto es así que, eventualmente, la consulta se convertiría en una oración sin forma y sin ningún significado. En resumen, puede haber varias razones que pueden ser un problema tan grande. Sin embargo, puede anunciar un caos capaz de nublar u oscurecer el horizonte que contempla la dinámica de la economía si no tiene la respuesta obligada. Por lo tanto, dicho entorno solo puede proporcionar la fertilidad necesaria para que ocurra la implosión de una crisis de datos en lo profundo de la superficie en cuestión, lo que se convertiría en una pesadilla para ambos. La dinámica de la economía sobre la que descansa la movilidad de Venezuela, está en modo de opacidad. Pero en un aterrador punto de inconveniencia. El oprobio que define los movimientos del régimen político venezolano mantiene en permanente temor los datos que nutren los anales que habrán de referirse al hábito de la economía, no sólo como derecho ciudadano consagrado constitucionalmente en el artículo 117, cuando exalta el derecho de uno y ambos usuarios a «(. . . ) datos suficientemente buenos y no engañosos (. . . )». Esta misma atención es abundantemente evocada en torno a la Carta Magna tanto en una ocasión en la descripción de las tareas que, con fundamento en lo que el dispositivo constitucional dispone determina entre las Disposiciones del Servicio Público, recuerda como parte integrante de las Competencias del Poder Público Nacional. Incluso aludiendo a la seguridad de la nación. Más específicamente, cuando subraya que esta seguridad se funda en la «(. . . ) satisfacción colectiva e individual de los venezolanos sobre la base de un progreso sostenible y productivo que abarque integralmente a la comunidad nacional» (artículo 326, ibídem). Es engañoso identificar la correspondencia entre los preceptos constitucionales cuando se advierte, entre las Disposiciones Generales (Capítulo I, artículo 28), cuando se destaca que “tanto uno como todos tienen derecho a acceder a los datos y conocimientos (…) contenidos en los documentos oficiales”. o archivos de usuario, con las excepciones que establezca la ley” (…) “También podrá accederse a documentos de cualquier tipo que contengan datos cuya sabiduría sea de interés para comunidades o equipos de personas. ” (Ídem)
A pesar de que la Constitución se amplía para mostrarse amplia y unitaria, las consultas que marcan la dinámica de la economía no descargan las respuestas obligatorias. Porque no lo hay. O porque sus respuestas no se ajustan a los intereses difíciles de entender que el régimen usurpador pretende ocultar. Tal vez, por temor a que se descubran sus trampas, engaños, desfalcos y estafas. Todo esto, en el inmenso plano ocupado por la corrupción. En todos los niveles burocráticos, se puede presumir que el régimen teme no dejar los datos al juicio suelto que configura cualquier investigación obligatoria que tendrán que sacar a la luz los estamentos y pros de la economía. O corporaciones interesadas en una imaginable negociación con las oficinas públicas que se ocupan de cuestiones de inversión pública, planificación, producción, etc. Incluso se podría pensar que el régimen se adhiere a los perniciosos criterios del novelista noruego Jostein Gaarder, quien escribió con la punta de lanza animó en un escenario de desconfianza, malicia o prejuicio. Los mismos que los vividos a través del régimen político venezolano. Gaarder dijo que «los que preguntan son en todo momento los máximos peligrosos». También dijo que «una consulta soltera puede contener más pólvora que mil respuestas». Por su parte, el economista Miguel Ángel Santos escribió para el diario El Universal (23/01/2009, p. 1-7): “hay dudas en economía que, aunque técnicamente reprobables, son intuitivamente cachondas para los no economistas” ¿Quieres decir: «políticos»? Entonces Santos explica que la respuesta a los interrogantes que hacen vacilar los discursos de quienes hablan en el llamado del régimen, hace imaginable darse cuenta de que la respuesta no se ha encontrado. En particular, «porque está en esta maraña de billetera impenetrable e interconectada en que se han convertido nuestras finanzas públicas” que es “el chiste cubano repetido del mismo guanajo comprado y vendido mil veces”. no cabe duda de que la economía quedó amordazada y entumecida ante tantos interrogantes que acosaban su dinámica, es decir, la economía se quedó sin respuestas.
***
Las opiniones expresadas en este segmento son de los autores exclusivamente.
Del autor: Ganar un proceso electoral
Cocuyo AC Todos los derechos reservados.
Política de privacidad · Publicidad Contáctenos · Suscríbete · Quiénes somos