Juntos por el Cambio desató el debate. Los promotores del caos olvidan que bajo el macrismo la deuda subió hasta el 35%. El FMI también ha vuelto. El Frente de Todos legitimó esta cena de endeudamiento y fuga, Massa aplica un serio ajuste para pagarla. Solo una opción obrera puede contrarrestar el declive nacional, proponiendo una salida de abajo hacia arriba que ponga fin a la crisis social que enfrentan millones de familias en el país.
Lucía Ortega@OrtegaLu_
Guadalupe BravoEconomista | @GuadaaBravo
“Están dejando una bomba armada para el pueblo”, advierte el emitido esta semana a través del centro de trabajo nacional de Juntos por el Cambio. Acusan al Frente de Todos de entregar “un escenario peor que el de 2015” a la próxima administración. Y en en tono alarmista agregan: “pese a la negativa del gobierno, esto ha colocado al país en un escenario sensible de fragilidad monetaria que corre la amenaza de una salida caótica”.
A medida que aumenta la incertidumbre en torno a los candidatos presidenciales en cualquiera de las coaliciones, en combinación han introducido una cruzada que aborda el flanco débil del Gobierno, la economía y, en particular, la deuda. Proclaman la falta de «deuda real» -con organizaciones extranjeras no en pesos- e inspirar el caos para impulsar la inestabilidad monetaria.
Polémica sumando otras voces esos días. En definitiva, se discute el punto de gravedad del escenario existente y el margen de maniobra del próximo gobierno. En el mismo tono incendiario, el economista Emmanuel Álvarez Agis dijo: “Lo que Cambiemos está buscando es que el gobierno tenga una crisis monetaria”. En un tuit, el exministro de Economía, Martín Guzmán, denunció la irresponsabilidad de las cambiamitas.
El Frente de Todos opta por «victimizarse», al mismo tiempo que profundiza el ajuste para pagarle al FMI. Optó por legitimar una deuda fraudulenta, en eso no hay fisura. El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, en un gesto conciliador, propuesto a los economistas Hernán Lacunza, Ricardo López Murphy, Luciano Laspin y Eduardo Levy Yeyati; pinturas sobre ciertas cuestiones de acuerdo.
La crisis de la deuda es real. Por su parte, la inflación ronda casi los tres dígitos, la pobreza supera el 40% y la pérdida de fuerza adquisitiva de los salarios 21,4% en promedio entre 2015-2022, según la estimación de Luis Campos (Observatorio CTA). Este resultado es un deber compartido de Juntos y Frente de Todos. Pero la salida de esta crisis no necesariamente tiene que pasar por un desastre primario que caiga sobre los trabajadores.
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Juntos afirma que «bajo el gobierno de Alberto Fernández, la deuda pública ha experimentado una acumulación récord: ya se ha acumulado por el equivalente a 83 mil millones de dólares, lo que genera una crisis de financiamiento en pesos». Efectivamente, según conocimiento de Ministerio de Hacienda, la deuda bruta en diciembre de 2022 alcanzó los $396. 539 millones (más del 80% del PIB), mientras que en noviembre de 2019 fue de $313. 299 millones, una acumulación total de $83. 229 millones en los últimos 3 años.
Pero en su papel de supuestos denunciantes de la deuda, desde Juntos «omiten» que bajo el macrismo la deuda superó los $82. 400 millones, y al menos $76. 000 millones netos pagados. Al mismo tiempo, se incentivó la fuga de capitales de dimensiones históricas. Informe del Banco Central confirma que gran parte de los 45. 000 millones de dólares de reserva con el FMI se utilizaron para financiarlo.
La economía transita por una creciente inestabilidad cambiaria por falta de dólares, sin embargo los vencimientos máximos, ya sea de deuda personal renegociada con fondos buitre, como con el FMI, no serán hasta 2025. Suman US$24. 406 millones en moneda extranjera (80% es capital y 20% intereses) y US$6. 600 millones en pesos (70% es capital y 30% intereses), cantidad que, en su conjunto, más que triplica el balance de la industria que tenía Argentina en 2023 y representa el 5% del PBI. Probablemente insostenible .
A esto se suma el seguimiento permanente del FMI, que cada 3 meses durante los próximos dos años “evalúa” si el país ha realizado el ajuste previsto y luego libera los desembolsos. De lo contrario, tendrá que enfrentarse a la opción de incurrir en un defecto.
A ello habrá que sumar la deuda “cuasifiscal” del Banco Central a la anotada Leliq, que en diciembre de 2022 había emitido deuda en pesos por 10,4 billones (8 billones Leliq y 2,4 billones pase). Un pasivo que generó utilidades ordinarias de 3,39 billones de pesos en intereses que se embolsaron los bancos. Al mismo tiempo destruye créditos con tasas de interés genuinas positivas, es decir, superiores a la inflación anual que pide el FMI.
Pero la cara de piedra de Juntos aporta aún más: “El Tesoro Nacional ha comenzado a ejecutar sucesivos canjes que llenan el vacío del financiamiento genuino”, agregaron en su comunicado. ¿Se referirán al “financiamiento auténtico” como el bono a 100 años que Macri ¿El exministro Luis Caputo tomó?¿O un «financiamiento genuino» con el FMI, en el que el acreedor prestaba aun sabiendo que era impagable?
Desde la dictadura hasta esta parte, el número de operaciones fraudulentas a la deuda pública es innumerable. Los sucesivos canjes de deuda, desde el Mega Canje y Blindaje de Cavallo (2001), o la reestructuración protagonizada por Néstor Kirchner (2005 y 2010) o la de Guzmán en el gobierno de Fernández; Actúan como «borrón y cuenta nueva» para ocultar fraudes pasados, y esto es accidental, pero expresión de su contenido antipopular y contrario a los intereses de las mayorías sociales. Argentina debe 50 veces más que en 1976 cuando pagó más de $600. 000 millón.
Dado el perfil de los vencimientos de deuda en los próximos años, no es de extrañar que al FMI no le resulte fácil un ajuste mayor, ya no para lograr el «déficit cero», sino más aún, para forzar un superávit presupuestario para pagarlos.
En ese camino, el gobierno hace los deberes, ajusta los pines del gasto público, paga intereses que aumentan las ganancias de un puñado de bancos y especuladores, y despliega la tabla de tiempos del gran capital (aun sin ser su representante directo).
En 2022, «el gasto total a través de la Administración Nacional registró una caída acumulada de 5,6% consistente con el año, consistente en un alivio en el gasto número uno de 7,4% y una acumulación de intereses de la deuda de 18%», destaca un informe del Congreso. Los mayores recortes se dieron desde esta parte del año, concentrados en piezas como Pensiones y Pensiones de ANSES (-5,6%), Asignaciones Familiares (-2,4%), Programas Sociales (-0,6%), Políticas Alimentarias (-6,5%). ), Subvenciones Económicas. (-11,3%).
Esto explica en gran parte por qué el gobierno celebró el año pasado haber superado la meta del 2,5% acordada con el FMI para el déficit presupuestario número uno y que fue del 2,4% del PIB. Un año en el que el país produjo casi lo mismo que en 2015 todavía con salarios 23% más bajos. Massa, con la de todos los miembros del Frente de Todos, tiene complejo en la pista de la austeridad fiscal.
Pero si Juntos ha «cuestionado» el endeudamiento de la FdT no es por una posición contraria a la propia deuda, sino para impulsar un mayor ajuste del Gasto y posicionarse como el máximo «fijador». Según su lógica, sólo así se conseguirá el “endeudamiento real”, es decir, volver a endeudarse más.
El desafortunado espectáculo no impide que allí Rubinstein (el momento económico de Massa) respondiera a su apuesta y respondiera «Y si para que la deuda no se acumule más, todos buscamos, como política de Estado, aprobar un presupuesto sin número uno». ¿Déficit de presupuesto?»
De igual manera, el gobierno de FfT también es ejecutor de los planes extractivistas que el capital financiero ha planeado para países ricos en recursos como Argentina (Vaca Muerta, megaminería, litio, petróleo en plataformas marinas, monocultivo de soja, etc. ). mientras construye el relato de su «absoluta necesidad, a pesar de los precios (ambientales y sociales)» porque tendrá que juntar dólares para pagar la deuda o «se producirá el caos».
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Los de Juntos se cortaron prematuramente, apoyados en una verdad a medias: la crisis de la deuda es real. Sin embargo, las probabilidades de avanzar en un magnifico ajuste fiscal que elimine el déficit de manera más transitoria y sin afectar los intereses del gran capital son ajustadas. irrealizable. Eso sería socialmente intolerable. La última vez que los cambiamitas intentaron aprobar una reforma antipopular fue en 2017, la reacción de rechazo fue grande en las calles contra el ataque a la seguridad social.
¿Para qué se están preparando? El periodista Alejandro Bercovich señaló en su columna radial que detrás de Juntos se pretende apelar al espíritu de la doctrina sorpresa teorizada a través de Naomí Kleim. En síntesis, se recuerda que cuando un país se ve afectado por una crisis, es menos difícil someterlo, aprobar contrarreformas. Una especie de «lo peor, mejor» para disciplinar.
Sin una plataforma electoral ilusionante, los agitadores del caos no tienen nada que ofrecer a los millones de jóvenes precarios que ya están sufriendo las consecuencias del ajuste. Tampoco a las mujeres a las que golpea con fuerza la crisis inmobiliaria.
El Frente de Todos tiene complejos en los recortes fuertes como hemos señalado, pero su plan es «aguantar» y comprobar salir airoso de la contienda electoral con cierto éxito. Pese a la recuperación del empleo personal, los salarios son bajos. las ganancias de las empresas primarias, los bancos personales y los grupos de agronegocios han seguido creciendo.
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Si unos achacan el desafío de la deuda en pesos y otros el desafío de la deuda en moneda extranjera, es transparente que no son «desafíos» separados sino parte integrante de una raíz no insólita donde la deuda juega un papel básico en la dependencia y el atraso. de la patria Juntos y el Frente de Todos pasa la pelota y nadie se da cuenta que se han endeudado, han pagado y nos siguen hundiendo, cumpliendo su componente en el círculo vicioso de la deuda.
Mientras tanto, votan en conjunto el pacto con el FMI y los presupuestos de ajuste donde crece un solo rubro, los intereses de la deuda. No tienen ningún interés en romper ese vínculo con el capital financiero y comenzar a solucionar los desórdenes estructurales que personal tales como vivienda, empleo, salario y recuperación de pensiones.
La salida de los trastornos estructurales está a la izquierda. Se propone otra vía: rechazar el acuerdo con el FMI y levantar la ignorancia soberana de la deuda fraudulenta e ilegítima, apoyada a través de la movilización popular. Al mismo tiempo, poner en vigor una serie de medidas de defensa nacional que le ahorren la fuga de capitales y el caos económico y permitir la cobertura de recursos, como la nacionalización de los bancos y el monopolio estatal de la industria extranjera bajo la tutela de los trabajadores. Estos constituyen un primer paso obligado para acabar con el atraso y el desacato, en el camino hacia un gobierno obrero que triunfe sobre este orden social.
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