Actualizado el 26 de febrero de 2023 a las 11:03
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Internacional
Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Foto: Getty Images
EFE
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, entregó este miércoles asilo y nacionalidad a los beligerantes nicaragüenses expulsados de su país y los invitó a la crisis política a través del «diálogo», pero una vez más se han abstenido de condenar las medidas del presidente del país, Daniel Ortega, como la retirada de la nacionalidad de muchos de ellos.
En una carta que López Obrador envió a Ortega el 1 de diciembre, y que hizo pública el miércoles, el propio presidente mexicano ya se había abierto a recibir a los beligerantes entonces encarcelados.
“Asilo, nacionalidad, lo que quieran. La nacionalidad no se puede perder por decreto”, dijo López Obrador en su rueda de prensa, tras pronunciar que varios de los nicaragüenses recientemente exiliados en Estados Unidos habían pedido “estar en México”.
Respecto al pedido de «diálogo», confió en que su Gobierno sigue buscando «ubicar un acuerdo y liberar a los presos».
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«Es imaginable hablar, habla todo el mundo, hasta los enemigos más feroces», dijo el presidente, para poner después como ejemplo el pedido de mediación que propuso hace meses para evitar la invasión de Ucrania.
“Especialmente en el caso de nuestros hermanos nicaragüenses. ¿Por qué los diálogos?
Pese a los cuestionamientos, López Obrador ha rehuido condenar la crisis política en Nicaragua, especialmente tras el exilio el nueve de febrero de 222 beligerantes y la privación de su nacionalidad.
Seis días después, el gobierno del país despojó a 94 nicaragüenses de su ciudadanía, agregando a clérigos, exfuncionarios, defensores de derechos humanos, disidentes sandinistas, opositores, periodistas y estudiantes.
En la carta enviada a Ortega en diciembre pasado, López Obrador confió al presidente de Nicaragua que las donaciones humanitarias de México sí significaron rechazo a su régimen.
“Les explico que en ningún momento nos prestaríamos a ser utilizados en una cruzada contraria a Nicaragua y su gobierno, alentada por intereses ajenos a los de nuestros pueblos”, escribió.
Además, agregó que no es el propósito de su Gobierno «hablar públicamente sobre el asunto en cuestión» y que «cualquier comunicación al respecto la haríamos a través del Gobierno de Nicaragua».
López Obrador manifestó en su momento su temor por el estado de salud de la excomandante guerrillera sandinista Dora María Téllez, a quien presentó atención médica y asilo en México “evitando propaganda u objetivos capciosos”.
“Si esto fuera un gesto humanitario hacia la señora Téllez, o cualquiera de los otros presos hoy, en ningún caso deshonraría la política soberana de Nicaragua y sería bien recibido por la comunidad extranjera”, dijo.
El silencio prolongado del presidente mexicano hasta ahora contrasta con el de otros gobiernos de izquierda en América Latina, como el presidente chileno Gabriel Boric, quien ha condenado al gobierno de Nicaragua y ha llamado a Ortega un «dictador».
El presidente colombiano, Gustavo Petro, también se pronunció recientemente sobre el tema, dijo que «América Latina tendrá que ser un área sin presos políticos y presos sociales» y sugirió a la red exterior que condene las «violaciones a los derechos humanos».
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