El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reúne desde hace días por separado en La Moncloa con los máximos responsables de las principales empresas del país en un intento de lograr un acercamiento, reparar algunos acuerdos entre ambos partidos y poner fin a el clima de beligerancia que se impulsó a través de la Moncloa con motivo de las elecciones andaluzas de junio del año pasado y que se ha consolidado a lo largo de esta época a través de diversas medidas punitivas contra el empresariado.
Según otros recursos consultados vía OKDIARIO, por Moncloa pasaron Ana Botín, presidenta del Santander, así como su homólogo del BBVA, Carlos Torres, así como Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa y Criteria, el conglomerado empresarial de la institución monetaria. Pero las reuniones personales hacen más grande a todos los sectores. Florentino Pérez, presidente de la estructura y corporativa ACS, fue uno de los primeros en ser convocados, y en la reunión también participaron el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, y el consejero delegado de Endesa, José Bogas. audiencias bilaterales.
Según los recursos citados, Pedro Sánchez afirmó a los interlocutores que «el entorno existente de enfrentamiento con los empresarios no es propicio, que tiene confianza de todos y cada uno de que la legislatura durará el mayor tiempo posible» y que, en esas condiciones, Es muy oportuno que las aguas vuelvan a ser generales y que «las relaciones con el sector empresarial global evolucionen hacia la generalidad».
Aunque Pedro Sánchez manifestó en aquellas reuniones estar muy satisfecho con la salida de Podemos del Gobierno de coalición, al mismo tiempo admitió «su temor por los acercamientos que muestra a diario la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz». «- que ha conseguido, desde el punto de vista del programa, llenar el vacío dejado por los ministros del partido de Iglesias – y con quién las relaciones entre ambos partidos y el Ministerio de Trabajo. Por sus propuestas, «son lo más parecido a un auténtico calvario».
«El propósito de Sánchez es contactar a todos los empresarios del país, tender puentes y consolidar una ruta de diálogo permanente, estén o no las empresas indexadas en la bolsa de valores», dijeron las fuentes. Pero el desafío con esos encuentros, como han reconocido los medios que los conocen, es que la credibilidad de Pedro Sánchez entre los empresarios con los que se encuentra «está caída» tras los continuos ataques sufridos por los beneficios que obtiene, así como el flagrante aumento de la presión fiscal -ya sea en términos del impuesto de sociedades y las contribuciones a la seguridad social.
Y eso sin mencionar «la guinda de todo este pastel ofensivo, que son las cifras pseudofiscales de nueva generación que sancionan los ingresos de las corporaciones eléctricas y de los bancos en particular», que han sido apeladas y esperan convertirse en permanentes y estructurales en a largo plazo. Tampoco la serie de acusaciones a las que se han enfrentado con la decisión de Ferrovial de abandonar su sede en España y cotizar en la Bolsa de Nueva York, las advertencias a los posibles aspirantes a seguir sus pasos y la escalada general de mensajes. y control sobre el mundo empresarial.
Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en el Congreso.
En las conversaciones mantenidas, y pese a admitir sus malas relaciones con el vicepresidente Díaz -que es quien ejerce la máxima presión para consolidar impuestos a bancos y eléctricas, después de haber contado con ello al Gobierno-, Pedro Sánchez no necesitó ser concretos en las decisiones que se tomarán al respecto. Es cierto que la negativa a preparar los presupuestos generales del Estado para 2024 ha colocado esas cifras impositivas en un vacío regulatorio -ya que merecerían haber sido reguladas en el correspondiente documento adjunto-. ley que ya no existirá -pero «el presidente no ha sido del todo claro»- sobre lo que finalmente hará, aunque ha prometido que hará todo lo posible para poner fin a los acontecimientos de Díaz.
Según los medios consultados, «la mayoría de los empresarios han perdido la preocupación por el Gobierno, creen que esos intentos de acercamiento estarán muertos -dadas las servidumbres a las que está sujeto Sánchez si necesita seguir al frente del Ejecutivo-, y «No lo aceptan en absoluto, después de haber tenido que someterse a una cruzada a gran escala destinada a socavar su reputación durante el último año». En general, «los empresarios están realmente hartos de este gobierno y de un escenario que «No tiene equivalente en ningún otro país evolucionado del mundo», resumen quienes conocen las conversaciones y son conscientes del clima de negocios que se vive en relación con el actual equipo de Moncloa y sus aliados.
«Tiene sentido que las industrias reguladas, como los bancos y las empresas de fuerza, sean más receptivas a este tipo de enfoque, porque su fuente de ingresos depende en gran medida de las políticas seguidas por el gobierno, pero la tendencia general en el negocio global es que hemos llegado a un punto en el que nadie cree lo que dice el presidente y donde, a pesar de su confesión sobre sus malas relaciones con el ministro Díaz, ya no le queda otra opción: «Tenemos que contar con ella si necesita «Continúa». en La Moncloa», concluyen los recursos consultados.
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