Ante el cambio climático no se puede bajar la guardia

Ahora que el país debe reactivar la economía para recuperarse de la crisis generada por la pandemia del coronavirus, es todavía más importante proteger los recursos naturales y velar por que lo logrado hasta el momento, en el ámbito ambiental, no se quede solo en la historia. Para Mary Lou Higgins, directora del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) en Colombia, es esencial generar conciencia ambiental e impulsar iniciativas públicas y privadas que conduzcan a la sostenibilidad.

Los confinamientos en el mundo despertaron un positivismo en la sociedad ante la reducción de las emisiones de CO2 y la presencia de diferentes animales en las vías desalojadas. ¿Qué opinión tiene al respecto? ¿Cree que habrá efectos positivos a largo plazo en la naturaleza?

Esta situación nos hace ser más conscientes sobre la importancia de cambiar la relación que tenemos con la naturaleza y avanzar hacia un futuro más sostenible y equitativo. Sin embargo, es probable que las mejoras ambientales que hemos visto terminen siendo temporales y efímeras si no adoptamos medidas y cambios estructurales. Las decisiones que tomemos sobre la forma en la que producimos y consumimos, así como nuestros estilos de vida, pueden ayudarnos a mitigar la crisis climática y de biodiversidad, o por el contrario, profundizar la degradación de nuestro sistema natural y aumentar las desigualdades.

Desde su perspectiva, ¿cómo debería ser la reactivación económica para evitar la aceleración del cambio climático?

Las acciones para la reactivación económica no deben pasar por alto el logro de los compromisos climáticos, conservación de la biodiversidad y desarrollo. Necesitamos cambios estructurales, y las respuestas de los Gobiernos a la crisis actual deben ser coherentes con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de Escazú (firmado por 22 países de ALC, a punto de entrar en vigor), el Convenio de Diversidad Biológica y el Acuerdo de París, entre otros.

Se necesita una reactivación económica verde, justa y resiliente, que tenga en cuenta las particularidades de cada país. No es momento de flexibilizar los marcos regulatorios; por el contrario, es urgente buscar acciones que eviten la pérdida de la naturaleza, restauren ecosistemas y descarbonicen las economías y los sistemas energéticos de una manera socialmente justa.

Como se puede ver en el cumplimiento de los compromisos asumidos en el Convenio de París?

Si bien los países han adoptado compromisos para limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de los 1,5 °C, las acciones para cumplir este objetivo no han sido suficientes. De acuerdo con el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, los compromisos nacionales actuales adquiridos con el Acuerdo de París nos llevarían a un incremento de la temperatura media global entre 3.4 y 3.9°C a finales de siglo, es decir, casi el doble del límite acordado por las partes.

Los informes del IPCC estiman que a la fecha las actividades humanas han causado aproximadamente 1.0°C de calentamiento global por encima de niveles preindustriales. De continuar con esta tendencia, entre 2030 y 2050 la temperatura global alcanzaría el límite de los 1,5 ° C.

Este año los países deben presentar la actualización de sus compromisos en el Acuerdo de París, las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), incluido Colombia. A la fecha, solo 10 de los 195 países firmantes han presentado la actualización de su NDC.

Más importante aún es articular la NDC con las medidas de recuperación económica y un fuerte componente social, dado que este proceso puede contribuir a una mayor equidad social y justicia climática.

Para ti, ¿cuáles son los principales problemas ambientales en Colombia?

Colombia enfrenta varios desafíos sociales, políticos y ambientales. En primer lugar, el país se enfrenta a una población en crecimiento, que demanda cada vez más recursos y una economía que compromete la resiliencia futura de sus ecosistemas y pone en riesgo la supervivencia de varias especies. Según el Informe Colombia Viva (2017), de WWF, en el país se han identificado 85 grandes tipos de ecosistemas y se calcula que el 31,3 % del área de estos ha sufrido alguna transformación. Para nombrar un ejemplo: solamente entre 1985 y 2005 la tasa anual de pérdida de los ecosistemas de páramo alcanzó un 17 %. Este alarmante deterioro compromete la supervivencia de muchas especies y pone en peligro la provisión de servicios esenciales, como el abastecimiento de agua.

En segundo lugar, la construcción de paz se ha constituido como un escenario lleno de oportunidades y retos. La interrupción del conflicto armado ha desencadenado en una gran transformación de paisajes, evidenciada en el alza de las tasas de deforestación y cambio de uso del suelo. A pesar de que Colombia cuenta con un gran marco institucional y de políticas, como el Acuerdo de Paz, no hemos avanzado de igual forma en su implementación de manera adecuada.

Debemos evitar transformar los ecosistemas, así como la extracción incontrolada de recursos naturales y la flexibilización de los marcos regulatorios ambientales. Por ejemplo, es preocupante que se esté contemplando la ampliación de la capacidad de producción de energía en el país con centrales térmicas de carbón, teniendo en cuenta la producción de emisiones que esto puede representar.

¿Cuáles son los principales errores que cometemos los colombianos, de forma individual, y que intensifican los problemas ambientales? El mayor desafío que tenemos es el desconocimiento sobre la relación de nuestro bienestar con el de la naturaleza, lo que propicia estilos de vida que requieren un uso desmedido de recursos. Hay un vínculo directo entre la salud humana y la del planeta, y esta pandemia lo ha hecho más evidente.

Somos un país con una enorme riqueza natural, pero no la valoramos lo suficiente, y esto hace que se tomen decisiones de producción, consumo y desperdicios con un alto impacto ambiental, que también tienen costos económicos.

Tenemos un modelo de desarrollo insostenible que debe cambiar y una perspectiva económica en la que se priorizan las ganancias en el corto plazo con un alto costo por la degradación ambiental.

¿Qué medidas urgentes se necesitan para frenar la deforestación del Amazonas?

Si no conservamos la Amazonía, perderemos la lucha contra el cambio climático. Esta región tiene una de las reservas de carbono más grandes del planeta; si continúa la deforestación, se liberarán millones de toneladas de gases de efecto invernadero que harán que el cambio climático sea peor de lo que se ha pronosticado. El bioma amazónico tiene un rol primordial en la regulación del clima en Sudamérica y provee cerca del 20 % del agua dulce del planeta.

Los países deben fortalecer sus compromisos para alcanzar un nivel cero de deforestación y degradación neta de bosques, humedales, turberas y otros ecosistemas e incrementar la productividad de áreas que ya se encuentran en uso, y comenzar a pensar en nuevas cadenas productivas resilientes basadas en la solidaridad y el comercio justo. Adicionalmente, incentivos directos locales a agricultores, el trabajo con cadenas de aprovisionamiento, un enfoque territorial del abordaje de la restauración de suelos, las prácticas sostenibles en la agricultura y los productos no maderables de los bosques, son claves para su protección.

Instrumentos como el Pacto de Leticia y su Plan de Acción, liderado por Colombia, son fundamentales para enfrentar este desafío, al impulsar mecanismos de cooperación entre los países que comparten el bioma amazónico. En este contexto, es clave ponerlo en marcha, de la mano con las comunidades y la sociedad civil.

¿Cuál es la distancia en Colombia, y de la transición a las energías renovables?

El desarrollo de las energías renovables es una prioridad para el Gobierno Nacional, y por esto se han impulsado iniciativas para reducir el impacto en emisiones del sector energético y aumentar su resiliencia al cambio climático.

A nivel nacional, el incremento de proyectos de fuentes no convencionales de energía renovable a partir de la ley 1715 de 2014 y el resultado de la reciente subasta de energía renovable, han demostrado la capacidad, la competitividad y el interés en el país por ampliar la participación de estas fuentes. Es necesario seguir avanzando en este importante camino, en especial hacia la diversificación en fuentes no convencionales de energía renovable, como solar y eólica, y evitar la construcción y ampliación de plantas térmicas.

A nivel internacional, Colombia lidera la iniciativa RELAC, coordinada por OLADE, la cual busca que el 70 % de la capacidad instalada de la matriz de generación eléctrica de la región provenga de fuentes renovables al 2030. Esta alianza regional, con la participación de diez países que en conjunto alcanzan un promedio de 55 % de renovables en su matriz eléctrica, cuenta con el apoyo de WWF Colombia, entre otras entidades como LED GP, IRENA, IEA y NREL.

¿Qué iniciativas lidera WWF en Colombia para impulsar las buenas prácticas ambientales en el sector privado?

Tenemos muchas iniciativas para buscar soluciones innovadoras que permitan transformar las empresas, como reducir la huella de producción y consumo en un 50% para el 2030; comunicar y concientizar sobre la conservación de la biodiversidad y el logro de un futuro sostenible; e invertir en conservación mediante programas específicos.

En relación con el cambio climático, WWF está trabajando con la iniciativa “Alianzas para la Acción Climática”, que busca movilizar a los actores no estatales, a través de una coalición nacional para la implementación de medidas climáticas, e involucrar a los gobiernos nacionales para construir un futuro bajo en carbono y aumentar el apoyo público para abordar la crisis climática.

También trabajamos en la iniciativa Objetivos Basados en Ciencia, que provee herramientas técnicas para que las compañías definan objetivos de reducción de emisiones en línea con la ciencia climática.

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