Angélica*, de 36 años, vivió cinco meses en el Hospital Universitario de Caracas a la espera de una cirugía a centro abierto, pero no se realizó porque el dispositivo con el que se examinan las arterias estaba dañado.
Por Yandris Saldivia y Ivanna Laura Ordoñez | Crónica Uno
«Su centro ya no funciona bien», es lo que recuerda Maryuri después de que el médico diagnosticara a su hermana en enero, después de que su estado físico empeorara debido a una enfermedad del centro.
Maryuri viajó con Angélica a Caracas el 20 de febrero, luego de que su médico le dijera que en Maturín no había y la remitiera al Servicio de Cardiología del Clínico.
“Llegamos a Caracas, el médico la ganó y la internó para operarla, pero luego informó que se rompió el aparato y se suspendieron las cirugías”.
Maryuri comentó que el médico les pidió que no salieran del hospital porque no podía asegurarles un puesto más adelante porque las listas de espera eran largas. Aunque no tienen círculo de familiares en Caracas, se quedarán para la cirugía.
Sin embargo, Angélica murió mientras esperaba la cirugía. “Mi hermana murió esperando un dispositivo que nunca llegó”, dijo entre lágrimas desde el tercer piso del hospital.
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