Pedro Sánchez, al borde del precipicio

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El periodista. Consejo de Redacción de EL PERIÓDICO

Si, como dicen sus detractores, a Pedro Sánchez sólo le interesa la fuerza y ​​se aferra a ella como a una pajita, lo que, como afirmación, sigue siendo un disparate mientras quede más de un año y medio de legislatura, resulta ser capaz de saber más de su campo que de su miel, porque su deleite al frente del Gobierno está más que accidentado. La legislatura arrancó con una pandemia que, además de un largo confinamiento, derivó en una crisis económica, social y emocional Cuando parecía que el horizonte se aclaraba y que con la ayuda de los fondos europeos la economía crecería sin parar, Putin invadió Ucrania y los precios, que ya habían comenzado a subir antes, escalaron a extremos que no se notaban en décadas. con sus colegas europeos y con los Estados Unidos.

Pero él tenía sus propios problemas. Por citar algunos, el paro naviero al que el gobierno quizás no responda porque fue convocado a través de una asociación minoritaria, pero que colapsó la entrega de mercancías, por ejemplo, a los supermercados, generando la sensación de falta de origen y maravillosa social. malestar. A esto se suma la sustitución de Sánchez de la posición sobre el Sáhara, que vuelve contra él todo el arco parlamentario, empezando por sus socios y aliados de gobierno, y ahora el «Catalangate». Esta historia de espionaje a los líderes del movimiento independentista presupone un escándalo democrático y pone en juego la continuidad del legislativo. Menos que el ejecutivo es capaz de dar explicaciones transparentes y convincentes de quién, con o sin consentimiento judicial, hackeó los teléfonos de más de 60 personalidades y asigna responsabilidades imaginables, como se prometió a través del Ministro Bolaños.

Esas explicaciones no sólo las quieren los líderes independentistas, sino que las piden a todos los ciudadanos, que piden promesas de que se respeten las normas del Estado de derecho. Claro, ya sea por falta de cultura democrática o por la contaminación ideológica de la extrema derecha, muchos no ven mal este espionaje de los derechistas a los que han llamado golpistas por su intento de proclamar la independencia de Cataluña. equivocarse. Dar explicaciones y esclarecer tareas cotidianas ayudará a ampliar esta conciencia democrática y frenar el discurso de quienes dicen que todo está permitido en la batalla política.

El contexto tampoco ayuda. Porque todo esto se va hundiendo con el PP de Feijóo surgiendo y la coalición con Unidas Podemos fracasando día tras día. Por mucho que la vicepresidenta Yolanda Díaz apoye a Sánchez frente a Ione Belarra, el símbolo es el del caos gubernamental. Y también se da durante la larga espera para que la UE autorice el plan hispano-portugués para abaratar la factura de la energía eléctrica, que apremia pero que la lentitud de la red está retrasando. La gran incógnita ahora es cómo le irá a Sánchez. Un político que resulta ser al borde del precipicio, pero que, hasta ahora, se ha guardado.

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