El presidente Andrés Manuel López Obrador genera una fuerte división en la sociedad mexicana, entre quienes lo apoyan y quienes se le oponen, y esa polarización puede terminar afectando la democracia, advierte el consultor político Jorge Arias, especialista en asuntos de América Latina.
La democracia, subraya, es la expresión de muchas voces, no solo de dos: una que exprese amor y otra que exprese odio, porque éstas no son buenas para generar los consensos que la democracia demanda.
Director del programa Índice de Desarrollo Democrático de México desde 2010, el consultor destaca que lo peligroso de esa polarización radica en que degrada la democracia y puede llevarnos a un camino al autoritarismo.
Cuando solo dos voces se expresan, añade Arias, se acallan las múltiples voces, la riqueza que tiene la sociedad.
“Siempre el riesgo de un autoritarismo es quitarle las posibilidades y la riqueza creativa que tiene una sociedad”, insiste.
Cuando alguien se erige en el dueño absoluto de la verdad, recalca el especialista, está privando a su sociedad de esa multiplicidad de opiniones, de la riqueza de proyectos.
“Aunque a veces (los proyectos) puedan ser contrapuestos, si se logra generar consensos en torno a las ideas principales entonces se alcanzan los esquemas en los que la democracia funciona virtuosamente”.
“Si, por el contrario, son una o dos las voces que se escuchan y todas las otras son acalladas, se genera una violencia porque indudablemente esas dos voces no pueden representar la riqueza de opiniones e intereses que tiene una sociedad”.
“Ese acallar las voces ante los odios, ante la división profunda, termina siendo —a la corta o a la larga— un problema para la democracia y un problema de oportunidades para el país”.
Subraya que por eso hay que trabajar, principalmente los dirigentes de todos los sectores, los sociales, los políticos y los empresarios, para superar esa peligrosa polarización.
De nacionalidad argentina, Jorge Arias fue entrevistado con motivo de la presentación en días pasados, en Ciudad de México, del Índice de Desarrollo Democrático de México (IDD-MEX) 2019.
De acuerdo con la presentación, se trata de un índice creado para analizar fortalezas y debilidades en el desarrollo de la democracia mexicana.
Permite a las dirigencias políticas, sociales y económicas tener elementos de diagnóstico útiles para diseñar políticas específicas que ayuden a lograr mayor desarrollo en las entidades federativas del país.
La presentación del Índice fue auspiciada por la Fundación Konrad Adenauer México, el despacho de consultoría Polilat —que dirige Arias—, el INE, la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM) y el Centro de Estudios Políticos y Sociales (Cepos).
En el evento se indicó que, pese a los cambios, actuales y potenciales, los problemas estructurales de pobreza, exclusión, violencia y debilidad institucional persisten en la mayoría de los estados de México.
El Gobierno Federal propuso una nueva agenda y cuenta con amplias mayorías legislativas, se añadió.
Sin embargo, la realidad no avanza con la misma velocidad que la agenda propuesta y los frutos de los cambios no se perciben aún en los indicadores que registran el desarrollo democrático.
Según el reporte, en el trabajo de campo para elaborar el Índice se observó con preocupación la división de la sociedad, generada o incentivada desde la política.
Estas diferencias, que siempre existieron, se han profundizado peligrosamente con riesgo de deslegitimar a quienes piensan diferente, al punto de considerarlos enemigos del concepto de comunidad o de nación que cada uno tiene, se indicó.
En el ránking por estados del Índice de Desarrollo Democrático México 2019, los tres primeros lugares los ocupan Aguascalientes, Baja California Sur y Yucatán.
El cuarto y quinto lugares son Querétaro y Ciudad de México.
Los tres últimos lugares son Chiapas, Veracruz y Guerrero.
En la charla con el Diario, se le pregunta a Jorge Arias cuáles son, en su opinión, las mayores amenazas para la democracia en México.
Lamentablemente, responde, persisten las mismas amenazas de años anteriores: la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la violencia.
“Obviamente, la pobreza y la desigualdad van muy de la mano, son problemas estructurales que arrastra la economía y la sociedad mexicanas desde hace mucho tiempo”.
“Un país donde, según el Coneval, más del 50% de la población vive en la pobreza es un país que tiene serios problemas con su democracia”.
“Este país no incluye en una calidad de vida digna de una democracia a poco más del 50% de los mexicanos”, enfatiza.
Desde ese punto de vista, precisa, es un pendiente enorme de la democracia en México.
Señala que espera que pronto empiece el gobierno con un esfuerzo importante, porque obviamente la magnitud del problema demanda un esfuerzo de la sociedad.
“Estamos en una etapa de la globalización donde la concentración económica pareciera ser un elemento ineludible del funcionamiento eficaz”.
“Vemos que son pocas empresas en el mundo que concentran la mayoría de la comercialización de los productos”.
Advierte que eso inevitablemente se termina traduciendo en que el dinero de muchísima gente va a muy pocas manos y de esa manera se agudizan los problemas de pobreza y desigualdad.
El problema de la corrupción es otro aspecto estructural del funcionamiento de la democracia mexicana, como de buena parte de América Latina, recuerda Arias.
“Traemos una larga tradición en este sentido. Además, en el caso mexicano, los 70 años de un solo partido generaron prácticamente una cultura en la que, más que preocuparse por la adhesión a un principio político, para que hubiera progreso personal, había que desarrollar una buena relación con algún dirigente del PRI que pudiera hacer un favor”.
En lo que ha sido el retorno a una democracia más amplia, esto tampoco se ha logrado corregir, precisa el entrevistado.
“En muchos aspectos, otros partidos funcionan con una lógica parecida, clientelar, generando una relación perversa con los ciudadanos y eso poco contribuye a mejorar la cultura democrática de libertad y de respeto a los derechos que necesitamos”.
“Hay que combatir el flagelo de la corrupción. Si no logramos hacerlo de manera eficaz, difícilmente vamos a tener una mejor democracia”.
“En muchas partes del territorio nacional la violencia está asociada a las mafias y al narcotráfico, que indudablemente van coludiendo, sometiendo a los poderes institucionales y políticos”, señala.
“Entonces, ahí donde esa ley impera, desaparece la democracia, desaparecen las instituciones de la República”.
“Esta especie de mancha venenosa que aparece en muchas partes del territorio mexicano hay que combatirla en un frente que indudablemente es muy complejo”.
Apunta que hay que combatirla con la ley en la mano, con una cultura de la paz, con una cultura del trabajo, que es muy difícil en este marco de pobreza y concentración de la riqueza.
Explica que la magnitud de los problemas no debe paralizar, al contrario debe servir como un llamado de que esta vez toca a todos los ciudadanos tomar este desafío y lograr encaminarnos hacia una mejor democracia.
Jorge Arias ha dirigido trabajos de consultoría política, definiendo y utilizando diversas encuestas de opinión pública para la determinación de indicadores de satisfacción o demanda ciudadana para clientes institucionales de gobiernos de la región y para grandes empresas.
Ha evaluado el comportamiento de programas regionales del Mercosur y elaborado propuestas de mejoramiento institucional.
Es director del Programa Índice de Desarrollo Democrático de América Latina, IDD-Lat, que mide el comportamiento de la democracia en 18 países de América Latina desde 2002.
También dirige el programa Índice de Desarrollo Democrático de México, que analiza el desarrollo comparativo de los 32 estados de la República desde 2010.
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