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Juan Antonio Lobillo se asomaba por la ventana, aislado por el coronavirus, como todos, y quería ayudar. Quería hacer algo. «Algo habrá que pueda hacer -pensaba-. Algo sencillo, algo fácil, algo que ayude a la gente y que ayude a ayudar…». Y, entonces, se le ocurrió la idea: una caja. Una simple caja. «¿Y si colocamos una caja en la plaza con una instrucción muy sencilla? -se propuso- Coge lo que necesites y deja lo que puedas».
La caja lleva cuatro días en Plaza Einstein. Y funciona. «En este tiempo he visto cómo se ha llenado y se ha vaciado varias veces. Por aquí hay muchos supermercados y creo que la gente, cuando vuelve a casa con la compra, deja algo. Estoy muy contento».
Lobillo, natural de Cádiz, tiene 27 años. Llegó hace una década a Granada para estudiar Psicología y, al terminar, entró en el sector del turismo. «Tenemos una agencia de viajes en Granada y hemos cerrado por falta de actividad. En nuestro sector es difícil reinventarnos, así que, tal y como están las cosas sólo podemos esperar. Pero de tanto esperar y de escuchar situaciones límite me planteé hacer algo». Ese algo fue la caja.
Por su trabajo, Lobillo tiene trato con mucha gente. «Con la caja, además de ayudar, quería crear conciencia. Creo que ayuda a ser conscientes de que hay gente que está al límite. Gente que lo está pasando mal directamente por el coronavirus. Familias que se han quedado a cero, de un mes a otro, y que les da apuro ir a comedores sociales. Conocemos gente así y quería ayudarla».
Juan Antonio, cada vez que hace la compra, tiene la costumbre de dejar algo en la caja. «En realidad es un baúl solidario -ríe- y tampoco sé hasta cuándo funcionará. Pero mientras esté ahí crea conciencia y genera curiosidad. Y es una manera de que la gente del barrio pueda ayudar a otros». En la caja hay productos no perecederos y de primera necesidad: arroz, pasta, embutidos, leche… Y termina: «¿No sería genial que se colocaran otros baúles por otras zonas de Granada?».