Nací en un mundo donde no todas las familias tenían televisión. Es muy caro comprarlo, por lo que la radio ocupó un componente de mi infancia.
Pasaron los años, todos y cada uno de los espacios tenían tv y muchos auguraban que el mágico global de la radio llegaba a su fin; Pero no es así: un día llegó el Show de Fontana, y las locuras de su fuerza motriz acompañadas por Rina Morón y María Esther Vignola alegraron las mañanas del círculo de familiares.
Cuando me bajaron del autobús, me encontré frente a un edificio; por un tiempo, pensé que había ido en la dirección equivocada. Delante de mí había una estación y estaba buscando una radio. Con algunas dudas, me acerqué a la puerta y llamé; Me atendió un usuario muy bueno y cuando le pregunté me dijo: «Sí, es Radio Vida». Estaba emocionado, era la primera vez que iba a ver una radio adentro. Uno, como el que me había acompañado en tantos momentos de mi vida.
Y así, dirigido a través de Marcelo Uncal, me sumergí en la maravillosa historia de la radiotelefonía en este pueblo que tanto tiene que decirle al mundo.
Supe que aquí en Mercedes vivió un hombre genial que se llamó Eduardo Viganó, radioaficionado, apasionado por la electricidad y las comunicaciones, a las que les dedicó su vida.
En 1928, el Premio Automovilismo: «Caída» del Automóvil Club Argentino, filial Mercedes, celebrado en nuestra localidad en el circuito de París Giannini y Vigano marcó una etapa trascendente: aprendió la primera transmisión de radio de una carrera automovilística mediante la instalación de su aparato. en un automóvil Moon.
Sin embargo, no todo estaba perdido. Un día llegó otro visionario, Silverio Carlos Luna, que creó OMDA – Organización Mercedina de Amplificación.
La historia no lo impidió y un día, este chico de 16 años que interpretó a OMDA se ha convertido en el dueño y gerente general de Radio Vida: Fernando Luna, un hitmaker bohemio, benefactor y de quien tanto aprendí.
Esta emisora de radio a la que llegué por primera vez cuando conocí a Mercedes; las ventanas desde las que se ven las antiguas vías del tren y sus muelles en otoño están cubiertas con pan de oro.
Una mujer satisfecha de no pasar al colegio, escuchando la radio, soñando con aventuras en el calor de la casa, un adolescente escuchando a Borges con una voz cálida, una mujer escuchando música en una tarde lluviosa, una mujer bajándose de un autobús en la puerta de una radio casi mágica, una mujer frente a un micrófono, al principio más segura de sí misma después Array .. Una mujer que es parte del cuento que Mercedes acaricia con orgullo, en el que tantos hombres y mujeres talentosos han trabajado y todavía están funcionando.