SANTIAGO DE CHILE. – Es el último de sus chistes. A menos de dos semanas de la segunda circular de las elecciones de Chile, el ex Presidente Sebastián Piñera, que obtuvo la mayoría en la primera circular (36,6%), dijo -sin ofrecer pruebas- que había notado «votos marcados» a favor de sus partidos en conflicto el día de las elecciones. Lo hizo sin ofrecer pruebas concretas de lo sucedido y se delató al declarar, un día después de desatar una intensa polémica, que «nunca (había) hablado sobre el fraude».
«Nunca hemos cuestionado el resultado de la primera circular (. . . ) Lo que dije es que el día de las elecciones, muchos medios de comunicación informaron sobre casos judiciales de ciudadanos sobre votos marcados», dijo.
El domingo 17 de diciembre, los chilenos conocerán al sucesor de la presidenta socialista Michelle Bachelet. El combate entre Piñera, de la coalición de derecha Chile Vamos, y Alejandro Guillier, senador independiente, ex rostro del centro de noticias, candidato de la coalición de Bachelet, promete estar cerca.
Las discutibles acusaciones de Piñera constituyen un episodio más de una competitiva campaña electoral. Pero también fueron la manifestación más reciente de una de las características del expresidente: su torpeza y sus lapsos de comunicación, recurriendo al punto que en Chile se creó el término “piñericosas” para designarlas.
“Piñera es un hombre increíblemente pragmático, muy inteligente, pero con poca inteligencia emocional. Le cuesta simpatizar con la gente, hace chistes fuera de lugar y no respeta el protocolo”, resume Loreto Daza, coautora de la biografía “Piñera, Historia de un ascenso”.
Piñera es un destacado empresario que ingresó a la política a principios de los años 1990 como uno de los fundadores de la llamada «derecha renovada», un sector de valores conservadores y económicamente liberales críticos con la dictadura de Augusto Pinochet. Hoy en día, es uno de los hombres más ricos de Chile (Forbes estimó sus activos en 2. 700 millones de dólares) y, para muchos, la opción presidencial más productiva para reactivar la economía de Chile después de varios años de desaceleración económica.
Además, su programa apunta a duplicar la tasa de expansión (últimamente 1,4% interanual) para aumentar las tasas de inversión y reducir la deuda pública. Piñera también dijo que necesita corregir algunas de las reformas iniciadas por Bachelet, como la que otorga beneficios acordes con la escolaridad al 60% de los jóvenes más vulnerables y el que busca identificar un sistema de pensiones solidario. En las últimas semanas, sin embargo, su discurso ha estado más alineado con las transformaciones sociales que los chilenos parecen querer, si tenemos en cuenta el mayor número de votos recibidos entre los candidatos de izquierda en la primera vuelta.
«Hay un momento muy cercano», anticipa Patricio Navia, politólogo y profesor de la Universidad de Nueva York (NYU). «La gente dice que Piñera es capaz de ser presidente, porque él ya fue presidente y el país se ha descubierto más grande que Lo fue. Pero algunos temen que, incluso si logra generar crecimiento, se concentrará en los más ricos. Muchos temen que ponga fin a la escolarización relajada y que se oponga a las reformas de Bachelet. »
De los dos candidatos presidenciales, Piñera es el que tiene más experiencia política. Triple candidato presidencial, expresidente y senador entre 1990 y 1998 por Renovación Nacional (RN), partido que cofundó tras el retorno a la democracia.
Tras dejar su cargo parlamentario, siguió preocupándose por la política pero fiel más a sus asuntos empresariales. Fue, entre otras cosas, propietario del canal Chilevisión y mayor accionista individual de la sociedad controladora del popular equipo de fútbol chileno Colo-Colo. Ambicioso y competitivo, pasó casi dos décadas buscando la presidencia del país antes de lograrlo.
«Piñera es un tipo que creció en un Chile más pobre, que hizo su fortuna en los años 1980, en el momento de la apertura económica, y que es pragmático en el sentido de que no vivió la dictadura de Pinochet, pero se benefició de la apertura económica que «Lo hizo», dice Daza. «Es capaz de cambiar de aspecto si siente que ese aspecto no lo lleva en la dirección correcta».
Hijo de un embajador de la Democracia Cristiana, Piñera creció con sus cinco hermanos en un clásico círculo familiar en un entorno que Paula Escobar, del libro «Yo, Presidente/a. Clases de liderazgo de cinco líderes», explica en esas páginas como «un curioso agregado de campo e informalidad, complicidad familiar y rivalidades intelectuales».
En el libro, que incluye entrevistas con los cinco presidentes de Chile desde el regreso a la democracia, Piñera afirma que su padre «los motivó intelectualmente, permanentemente» al someter a sus hijos a verdaderos interrogatorios y ponerlos en festival con otros.
Algunos dicen que la competitividad y la competencia intelectual provienen de esta formación. Muchas veces a Donald Trump, según Navia, el político chileno tiene poco que ver con el presidente estadounidense más allá del dinero.
“Tiene posiciones muy distintas a las de Trump. Es muy favorable al comercio exterior, nunca ordenaría la estructura de un muro, no es antiinmigración”, afirma el politólogo. “En Estados Unidos, Piñera sería una suerte de Hillary Clinton, porque tiene la opinión política de un demócrata moderado. Además, se parecen en que los demás no dudan de sus habilidades, pero tienen altos niveles de rechazo y sus valores morales son cuestionados. “La gente de Piñera puede hacer cualquier cosa para ganar”.
Una de las debilidades de Piñera como candidato es la desconfianza hacia sus corporaciones. Un libro electrónico publicado el mes pasado, titulado «Emprendedores zombis», explica cómo Piñera y otros empresarios compraron corporaciones en quiebra como activos para pagar menos impuestos. Es uno de los más vendidos en Chile y Ha provocado muchas quejas del expresidente.
Aunque colocó sus corporaciones en fideicomisos ciegos antes de asumir la presidencia en 2010, Piñera sigue siendo cuestionado sobre los conflictos de intereses que podrían existir entre sus corporaciones (o las de su familia) y la política. Pero hasta el momento no se le ha encontrado culpable de ninguna acción ilegal.
A pesar de las quejas generadas por su pragmatismo y falta de inteligencia emocional, Piñera es un hombre respetable por su trabajo. Metódico y riguroso, destaca por su liderazgo eficaz y su búsqueda de soluciones inmediatas. Muestra de ello es la capacidad con la que lideró la reconstrucción tras el terremoto de 2010 y su determinación de continuar con el rescate de los 33 mineros que estuvieron dos meses encerrados bajo tierra, pese a que le abandonaron este proyecto.
«Basándonos en su experiencia y sus habilidades, me parece que es, con diferencia, el político más calificado que tenemos hoy», dice Luciano Cruz-Coke, ex ministro de Cultura y portavoz de Piñera. Palabra de su mando y diputado electo. “ Trate de percibir el desafío como algo total primero, luego sus aspectos explícitos. Es lógico y disciplinado. Tomar notas y estar informado de las cosas.
Otro paso vital del gobierno de Piñera fue la aprobación del permiso posnatal de seis meses, que permite a las mamás pasar más tiempo con sus recién nacidos. El debate en torno a este permiso duró meses y es complicado llegar a un acuerdo.
“Piñera nos hizo trabajar en equipo para ubicar una solución acordada entre los ministerios. En el caso de la atención postnatal, fue complicado lograr un acuerdo entre el Ministerio de Finanzas y el Servicio Nacional de la Mujer. Fue el presidente quien, a pesar de todo, tuvo que hacerlo y optó por las ventajas sociales”, recuerda Carolina Schmidt, entonces ministra de la Mujer. “No se ha identificado lo suficiente. Tendemos a pensar que haría una investigación más de lógica económica, cuando en realidad no dudó en maximizar las ventajas sociales de la política.
Sin embargo, esos logros no le salvaron de terminar su mandato con baja popularidad en comparación con la de sus predecesores (50% en febrero de 2014, frente a apenas 84% de Bachelet en el mismo mes de 2010). Paula Escobar, quien ha analizado el liderazgo de cinco presidentes chilenos, atribuye esto en parte al hecho de que se lo percibe como una persona de gran capacidad intelectual, pero distante y poco carismática.
«Es una usuaria relajada que no presta mucha atención a las formas y creo que su último mandato, este conjunto de ser percibida como poco cercana, poco empática y poco formal, funcionó en su contra».
Loreto Daza habla de él como un «lobo de las estepas», un tipo «autónomo» que no pertenece a ningún círculo en un país que opera en gran parte a través de equipos de pertenencia. Un tipo que puede despertar descontento también entre sus seguidores. como entre sus oponentes.
Esto ocurrió al final de su gobierno, cuando ordenó cerrar el Centro Penitenciario de Cordillera, un penal exclusivo donde estaban detenidos los condenados por violaciones a los derechos humanos. Al hacerlo, Piñera habló de los «cómplices pasivos» de la dictadura, refiriéndose a algunos miembros de su propia coalición política.
Quienes lo conocen nos garantizan que todavía tiene la misma naturaleza, pero que es consciente de sus debilidades y que aprende temporalmente de sus errores.
Sus colaboradores dicen que si Piñera ha vuelto a presentarse es porque cree que aún queda una tarea pendiente: la de consolidar una derecha democrática, liberal, más abierta y más fresca.
SANTIAGO DE CHILE. – Es el último de sus chistes. A menos de dos semanas de la segunda circular de las elecciones de Chile, el ex Presidente Sebastián Piñera, que obtuvo la mayoría en la primera circular (36,6%), dijo -sin ofrecer pruebas- que había notado «votos marcados» a favor de sus partidos en conflicto el día de las elecciones. Lo hizo sin ofrecer pruebas concretas de lo sucedido y se delató al declarar, un día después de desatar una intensa polémica, que «nunca (había) hablado sobre el fraude».
“Nunca cuestionamos el resultado de la primera circular (. . . ) Lo que dije es que el día de las elecciones, muchos medios informaron sobre casos judiciales de ciudadanos relacionados con votos marcados”, declaró Array.
El domingo 17 de diciembre, los chilenos conocerán al sucesor de la presidenta socialista Michelle Bachelet. El combate entre Piñera, de la coalición de derecha Chile Vamos, y Alejandro Guillier, senador independiente, ex rostro del centro de noticias y candidato de la coalición de Bachelet, promete estar cerca.
Las discutibles acusaciones de Piñera son un episodio más de una competitiva campaña electoral. Pero también fueron la manifestación más reciente de una de las características del expresidente: su torpeza y su olvido comunicativo, recurrente hasta el punto de que en Chile se utiliza el término «piñericosas». » creado para designarlos.
“Piñera es un hombre increíblemente pragmático, muy inteligente, pero con poca inteligencia emocional. Le cuesta simpatizar con la gente, hace chistes fuera de lugar y no respeta el protocolo”, resume Loreto Daza, coautora de la biografía “Piñera, Historia de un ascenso”.
Piñera es un destacado empresario que ingresó a la política a principios de los años 1990 como uno de los fundadores de la llamada «derecha renovada», un sector de valores conservadores, económicamente liberales y críticos con la dictadura de Augusto Pinochet. Al mismo tiempo, comenzó a hacer fortuna con la creación de las primeras tarjetas de crédito del país. Hoy en día, es uno de los hombres más ricos de Chile (Forbes estimó sus activos en 2. 700 millones de dólares) y representa para muchos la opción presidencial más productiva para reactivar la economía chilena después de varios años de desaceleración económica.
Para lograrlo, su programa pretende duplicar la tasa de crecimiento (actualmente un 1,4% interanual), aumentando las tasas de inversión y reduciendo la deuda pública. Piñera también dijo que busca corregir algunas de las reformas iniciadas por Bachelet, como la que otorga beneficios acordes a la escolaridad al 60% de los jóvenes más vulnerables y la que busca definir un sistema de pensiones solidario. En las últimas semanas, sin embargo, su discurso se ha alineado más con las transformaciones sociales que los chilenos parecen querer, tomando en cuenta el mayor voto recibido entre los candidatos de izquierda en la primera vuelta.
«Hay un momento muy cercano», anticipa Patricio Navia, politólogo y profesor de la Universidad de Nueva York (NYU). «La gente dice que Piñera es capaz de ser presidente, porque él ya fue presidente y el país se ha descubierto más grande que Lo fue. Pero algunos temen que, incluso si logra generar crecimiento, se concentrará en los más ricos. «Muchos temen que ponga fin a la escolarización flexible y que retroceda con las reformas de Bachelet».
De los dos candidatos presidenciales, Piñera es el que tiene más experiencia política. Triple candidato presidencial, expresidente y senador entre 1990 y 1998 por Renovación Nacional (RN), partido que cofundó tras el retorno a la democracia.
Tras dejar su cargo parlamentario, siguió preocupándose por la política pero fiel más a sus asuntos empresariales. Fue, entre otras cosas, propietario del canal Chilevisión y mayor accionista individual de la sociedad controladora del popular equipo de fútbol chileno Colo-Colo. Ambicioso y competitivo, pasó casi dos décadas buscando la presidencia del país antes de lograrlo.
«Piñera es un tipo que creció en un Chile más pobre, que hizo su fortuna en los años 1980, en el momento de la apertura económica, y que es pragmático en el sentido de que no vivió la dictadura de Pinochet, pero se benefició de la apertura económica que «Lo hizo», dice Daza. «Es capaz de cambiar de aspecto si siente que ese aspecto no lo lleva en la dirección correcta».
Hijo de un embajador de la Democracia Cristiana, Piñera creció con sus cinco hermanos en un clásico círculo familiar en un entorno que Paula Escobar, del libro «Yo, Presidente/a. Clases de liderazgo de cinco líderes», explica en esas páginas como «un curioso agregado de campo e informalidad, complicidad familiar y rivalidades intelectuales».
En el libro, que incluye entrevistas con los cinco presidentes de Chile desde el regreso a la democracia, Piñera dice que su padre «los motivó intelectualmente, constantemente» al someter a sus hijos a interrogatorios genuinos y enfrentarlos entre sí. con otro.
Algunos dicen que la competitividad y la competencia intelectual provienen de esta formación. Muchas veces a Donald Trump, según Navia, el político chileno tiene poco que ver con el presidente estadounidense más allá del dinero.
«Tiene posiciones muy distintas a las de Trump. Está muy a favor del comercio exterior, nunca ordenaría la estructura de un muro, no es antiinmigración», dice el politólogo. «En EE. UU. , Piñera sería un tipo de Hillary Clinton, porque tiene la opinión política de un demócrata moderado. Además, se parecen en que los demás no dudan de sus capacidades, pero tampoco tienen altos grados de rechazo y sus valores morales son cuestionados. «La gente que Piñera «Puedo hacer cualquier cosa para ganar».
Una de las debilidades de Piñera como candidato es el recelo que despiertan sus negocios. Un libro electrónico publicado el mes pasado, titulado “Emprendedores zombies”, muestra cómo Piñera y otros empresarios compraron corporaciones en quiebra como activos para pagar menos impuestos. Está entre los más vendidos en Chile y ha provocado quejas generalizadas del expresidente.
Aunque entregó sus corporaciones a fideicomisos ciegos antes de convertirse en presidente en 2010, Piñera sigue siendo cuestionado sobre los conflictos de intereses que posiblemente existirían entre sus corporaciones (o las de su familia) y la política. Pero por el momento, no se ha descubierto que culpa de cualquier acto ilícito.
A pesar de las quejas generadas por su pragmatismo y falta de inteligencia emocional, Piñera es un hombre respetable por su trabajo. Metódico y riguroso, destaca por su liderazgo eficaz y su búsqueda de soluciones inmediatas. Muestra de ello es la capacidad con la que lideró la reconstrucción tras el terremoto de 2010 y su determinación de continuar con el rescate de los 33 mineros que estuvieron dos meses encerrados bajo tierra, pese a que le abandonaron este proyecto.
«Por su experiencia y sus habilidades, me parece que es, con diferencia, el político más calificado que tenemos hoy», dice Luciano Cruz-Coke, ex ministro de Cultura de Piñera, portavoz de su gobierno y diputado electo. el reto como total primero, y luego sus aspectos expresos. Es lógico y disciplinado. Toma notas y se informa de las cosas.
Otro paso vital del gobierno de Piñera fue la aprobación del permiso posnatal de seis meses, que permite a las mamás pasar más tiempo con sus recién nacidos. El debate en torno a este permiso duró meses y es complicado llegar a un acuerdo.
«Piñera nos hizo trabajar en equipo para encontrar una solución consensuada entre los ministerios. En el caso del posparto, ha sido complicado lograr un acuerdo entre el Ministerio de Hacienda y el Servicio Nacional de la Mujer. Fue el presidente quien «A pesar de todo, tuvimos que hacerlo y optamos por conseguir ventajas sociales», recuerda Carolina Schmidt, entonces ministra de la Mujer. «Esto no ha sido suficientemente reconocido. Tendemos a pensar que haría una investigación de lógica económica, cuando en realidad. No dudó en maximizar las ventajas sociales de la política. «
Sin embargo, esos logros no le salvaron de terminar su mandato con baja popularidad en comparación con la de sus predecesores (50% en febrero de 2014, frente a apenas 84% de Bachelet en el mismo mes de 2010). Paula Escobar, quien ha analizado el liderazgo de cinco presidentes chilenos, atribuye esto en parte al hecho de que se lo percibe como una persona de gran capacidad intelectual, pero distante y poco carismática.
«Es un usuario relajado que no presta mucha atención a la forma y creo que su último período, esa combinación de ser notado como no muy cercano, no muy empático y no muy en forma, jugó en su contra».
Loreto Daza habla de él como un “lobo estepario”, un tipo “autónomo” que sí pertenece a cualquier círculo en un país que se propone mucho a través de equipos de pertenencia. Un tipo que puede despertar el descontento tanto entre sus seguidores como entre los bandos en conflicto.
Esto sucedió al final de su gobierno, cuando ordenó cerrar el Centro Penitenciario Cordillera, un exclusivo centro penitenciario donde se encontraban otras personas condenadas por violaciones a los derechos humanos. Al hacerlo, Piñera habló de “cómplices pasivos” de la dictadura, refiriéndose a algunos miembros de su propia coalición política.
Quienes lo conocen nos garantizan que todavía tiene la misma naturaleza, pero que es consciente de sus debilidades y que aprende temporalmente de sus errores.
Sus colaboradores dicen que si Piñera ha vuelto a presentarse es porque cree que aún queda una tarea pendiente: la de consolidar una derecha democrática, liberal, más abierta y más fresca.