Piñera: «2019 dejó heridas en el cuerpo y en el alma de Chile»

El presidente de Chile, el conservador Sebastián Piñera, dijo este martes que 2019 ha sido un año «duro y difícil» y que «dejó heridas en el cuerpo y el alma» del país andino, inmerso en su peor crisis social desde hace tres décadas con al menos 24 muertos y protestas semanales.

«Tenemos que ser capaces de curar esas heridas y para eso no basta con taparlas o ignorarlas, hay que abrirlas, comprenderlas y curarlas para que puedan sanar», indicó el mandatario en un breve vídeo colgado en sus redes sociales.

La sanación, agregó, pasa por «recuperar la amistad y la unidad entre los chilenos, recuperar nuestra capacidad de diálogos y acuerdos porque esos son los mejores caminos para lograr paz, justicia y progreso».

Estaba previsto que Piñera, que comenzó su segundo mandato en 2018 y apenas cuenta con un 11 % de aprobación en las últimas encuestas, diese un discurso la última noche del año en cadena nacional, como hizo en 2018, pero su equipo de prensa informó por la mañana de que no habría mensaje televisado de fin de año.

«Es legítimo, es bueno que tengamos pensamientos distintos, siempre y cuando respetemos esas diferencias y siempre y cuando esas diferencias no nos impidan trabajar juntos y construir juntos un mejor futuro para todos», apuntó el mandatario en el vídeo.

«Estos son tiempos muy importantes», añadió Piñera, horas antes de que comience una concentración anunciada a través de las redes sociales para recibir el Año Nuevo en Plaza Italia, una rotonda de la capital convertida en epicentro de las protestas.

El estallido social, que comenzó a mediados de octubre y es el más grave desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), ha dejado además graves señalamientos por presuntas violaciones a los derechos humanos por parte de organismos internacionales como el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU (ACNUDH), Amnistía Internacional y Human Rights Watch.

Piñera ha reconocido abusos puntuales, pero ha negado una política sistematizada para atacar a los manifestantes y se ha comprometido a investigar los hechos.

Lo que empezó siendo un llamamiento de los estudiantes a colarse en el metro de Santiago para protestar contra el aumento de la tarifa se convirtió en una revuelta por un modelo económico más justo, que ha dejado también episodios de violencia extrema con saqueos, incendios, barricadas y destrucción de mobiliario público.

Aunque las manifestaciones han perdido fuerza, sigue existiendo descontento en las calles y la crisis parece lejos de solucionarse, pese a las medidas sociales anunciadas por el Gobierno y al plebiscito sobre una nueva Constitución.

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